El cuerpo humano solo puede funcionar dentro de un rango estrecho de temperaturas corporales de alrededor de 37ºC. Por eso, las olas de calor son consideradas una fuerte amenaza para la vida. Un equipo de investigadores liderado por Camilo Mora realizó una extensa revisión y encontró más de 1.900 casos de lugares en todo el mundo donde el calor extremo ha matado a personas desde 1980.
El área del planeta donde se atraviesa ese umbral durante 20 o más días al año ha aumentado y se proyecta que crecerá incluso con drásticos recortes en las emisiones de gases de efecto invernadero. Porque, lamentablemente, tampoco nos queda mucho margen de maniobra: el 48% de la población quedarán damnificados, pase lo que pase.
Numerosos ejemplos, como la ola de calor europea de 2003 que mató a aproximadamente 70.000 personas, la ola de calor de Moscú de 2010 que terminó con la vida de 10.000 personas y la ola de calor de Chicago de 1995 que provocó la muerte de 700 personas, dejan más que claro que el riesgo es real.