En un lugar muy lejano, a una altura de entre 75 y 85 kilómetros, las nubes más altas de nuestro planeta todavía son un misterio para los expertos: algunas de ellas se forman con un color entre blanco y azulado resplandeciente. Y lo mejor de todo, brillan en la oscuridad.
Son más habituales en el Ártico, pero últimamente se han asomado por nuestras latitudes y las redes se han llenado de imágenes tomadas desde distintos países. Las reconocerás porque no parecen de este planeta. Te van a surgir un montón de preguntas. Te contamos cómo se forman, qué puedes hacer para verlas y por qué son más frecuentes en los últimos años.
La primera vez que se vio una de estas fue en 1883, coincidiendo con la erupción del volcán Krakatoa, en Indonesia. Le pusieron el nombre de 'nube noctilucente', aunque en la comunidad científica también se conoce como nube mesosférica polar.
El hecho de que apareciera ahí y no en otro lado no fue fruto del azar, sino que la inyección de millones de toneladas de vapor de agua que dejó la erupción estaba detrás de la formación de la curiosa nube que relucía en el cielo.
Esa es una pequeña pista que nos dice un poco de cómo 'nacen' estos fenómenos tan especiales. Se componen por cristales de hielo, a temperaturas alrededor de los -120ºC, y son muy débiles para ser visibles. Requieren de condiciones muy especiales para que las capas altas de la atmósfera nos regalen este espectáculo.
Aunque no está del todo confirmado, los científicos apuntan a que, a más vapor de agua, más brillo y, a más brillo, más visibles serán incluso en latitudes más bajas. A esa altitud llega poca cantidad de vapor, pero las estas aprovechan como núcleos de condensación las partículas microscópicas provenientes, por ejemplo, de la erupción de un volcán o de restos de meteoritos que impactan en nuestra atmósfera.
Estás de suerte: en verano es más fácil cazarlas, aunque deberás tomar nota de lo siguiente. Su brillo solo es visible durante el crepúsculo, es decir, antes de salir el sol o justo después de que se esconda. Así, las ilumina desde abajo y, mientras las capas más bajas de la atmósfera están en penumbra y el sol bajo el horizonte, las noctilucentes nos deslumbran. Si vas a por todas, mira hacia el oeste media hora o incluso una hora antes del atardecer, cuando el sol esté ya debajo del horizonte.
Eso sí, principalmente, para verlas es necesario que las haya, por lo que proponértelo no será suficiente. Pero sí es cierto que en las últimas décadas se ve alguna que otra de vez en cuando, lo cual era impensable antes de la era industrial. Algunos lo achacan a que el metano en la atmósfera se ha multiplicado por la actividad humana. Cuando el metano se oxida, da lugar a CO₂ y agua, el ingrediente que necesitan para relucir de más, lo que nos convierte en la fuente de vapor para estas nubes.
En junio se han avistado en Alemania, En Bélgica, en Francia, en España –asomándose tímidamente por Santander o Logroño– y en Estados Unidos.