Invasión de aire polar en pleno abril: preguntamos a los expertos si es normal
Podemos pensar que abril es un mes lluvioso, pero ¿también nivoso? Pues parece que sí. Lo confirma nuestra compañera y meteoróloga, Rosalía Fernández, quien insiste en que es algo "totalmente normal". Los datos son concluyentes: febrero ha sido un mes extremadamente cálido y seco y, aunque aún no están los análisis oficiales de marzo, todo apunta a que seguirá en la misma línea.
Ese potente anticiclón ha sido realmente la anomalía en lo que llevamos en primavera, una estación que se caracteriza por una amplia variabilidad meteorológica. Recordemos que no ha sido hasta ahora, con la llegada de frentes y la masa de aire polar, cuando por fin se han registrado fenómenos meteorológicos singulares (trombas marinas y nevadas, sobre todo) después de dos meses en el que no ha habido ningún reporte. Dos meses. En primavera.
Si nos ponemos a mirar los registros históricos nos encontramos además con que, aunque no es la tónica más habitual, nevadas importantes en abril hemos tenido unas cuantas a lo largo de la historia. Destacan las de 1958 y la de 1973.
La primera, la de 1958, empezó más o menos como este episodio invernal: con la irrupción de una masa de aire frío polar, que se quedó pululando en la península durante varios días. Luego apareció una bolsa de aire muy frío que, junto a la masa de aire, se produjeron vientos heladores del norte con grandes nevadas en ciudades como Santander y San Sebastián. Además, al virar el viento hacia levante también se produjeron nevadas copiosas en la costa del mediterráneo, con espesores de hasta 80 centímetros en las montañas a 500 de altura. Poco después, en mayo, una masa de aire africano trajo máximas superiores a 35ºC (lo cual quiere decir que todo puede pasar este año).
La otra, la de 1973, recuerda mucho al contexto en el que nos encontramos actualmente, pues ese año tampoco hubo olas de frío importantes. Todo cambió cuando a comienzos de mes la corriente del chorro polar empezó a ondularse (recordemos que cuando esto pasa siempre hay cambios en la atmósfera, sean del tipo que sean). En este caso todo se movió para favorecer la entrada de borrascas fácilmente a la península. Además, se formó un pasillo de vientos hacia el oeste de Europa que nos afectó con importantes nevadas y un desplome de termómetros desde los casi 20ºC a no más de 3 o 4ºC.
Y no se nos olvidan las nevadas del 2018. No fueron históricas, ni mucho menos, pero es que llegaron a finales de mes. Los medios tildaron el episodio de 'inviernillo', cuyo origen fue una vaguada atlántica, acompañada de un embolsamiento de aire frío, que trajo frío y nieve a buena parte del país.
Otros abriles con bufanda
Ejemplos de otros abriles con frío tenemos unos cuantos. Destaca por ejemplo el de 1986, un año en el que muchas provincias españolas registraron la temperatura media más baja (es decir, que la media entre máximas y mínimas fue la más baja registrada desde 1920). De ese año dicen las crónicas que los termómetros cayeron por debajo de los cero grados en 20 provincias.
El refranero también nos da la razón. Clásicos como "en abril no hay granizada, a la que no siga la helada" y "ningún invierno es pasado, mientras abril no ha acabado" nos dan pistas que nos llevan a pensar que, efectivamente, el frío en abril no es una rareza de la naturaleza. Aunque no sufras, el calor y el buen tiempo llegará en algún momento: "a abril con sus chaparrones, sigue mayo con sus flores".