La temporada de huracanes atlánticos de 2020 es oficialmente la más activa que se ha registrado. Hemos tenido 30 ciclones con nombre, lo cual ha obligado a tirar de alfabeto griego después de tachar los 21 preestablecidos por la NOAA, 13 de ellos han sido huracanes y 6 han alcanzado la categoría superior (3 o más). Precisamente por eso, la preocupación por que la de 2021 sea peor es máxima. La Universidad de Colorado (CSU) ha hecho sus primeras estimaciones.
El doctor Philip Klotzbach y sus colegas de CSU consideran en su pronóstico temprano, que podrá variar en los próximos meses, que la siguiente temporada de huracanes tiene alrededor de 6 de cada 10 posibilidades de ser tan intensa como la que acabe de terminar en el Atlántico. Esto son muy malas noticias especialmente para las regiones afectadas de Centroamérica y el estado de Florida, también muy dañado especialmente por los ciclones Eta e Iota.
Pero, ¿qué les hace pensar a estos expertos en clima que el frenesí ciclónico se repetirá? Un factor clave en el desarrollo de tormentas, como hemos aprendido este año, es la temperatura superficial del Pacífico ecuatorial oriental.
En 2020 el enfriamiento de La Niña desde la costa de Sudamérica, extendiéndose por todo el Pacífico, ha favorecido la formación y fortalecimiento de los huracanes en el Atlántico. Por el contrario, los registros nos dicen que, de haberse producido El Niño, la probabilidad de desarrollo de ciclones hubiera sido mucho más baja.
Sabiendo esto, la gran pregunta es: ¿Cómo se comportará el Pacífico dentro de unos meses? Los modelos por ahora sugieren que La Niña persistirá hasta primavera, pero la anomalía irá siendo cada vez menor a medida que el océano se calienta gradualmente.
Para el momento álgido de la temporada de huracanes, parece que la temperatura del agua sería ya neutral o algo más cálida de lo habitual para la fecha. El equipo de investigadores da por hecho en sus predicciones que no se caldeará lo suficiente como para que se produzca El Niño.
El otro parámetro que se ha analizado para determinar cómo de activa será la temporada 2021 es la oscilación atlántica multidecenal (AMO, por sus siglas en inglés). Este término describe “la variabilidad natural que ocurre en el Océano Atlántico norte y que se manifiesta en las fluctuaciones de la temperatura de la superficie del mar y los campos de presión a nivel del mar”, han definido los expertos de CSU.
Generalmente, esta variabilidad ocurre cada 60 años y tiene una duración de unos 70 años. Pueden darse dos fases: AMO+, con temperaturas del agua por encima de lo normal en la zona polar y subtropical del océano y una anomalía negativa en el centro, y AMO-, cuando estas tendencias se invierten.
Estudios han comprobado en los últimos años que durante su fase positiva, los ciclones tropicales atlánticos tienen una mayor probabilidad de convertirse en huracanes potentes.
“Esto significa que normalmente tenemos entre 25 y 35 años de cuenca atlántica por encima del promedio actividad principal de ciclones tropicales y períodos de duración similar con cantidades considerablemente reducidas de actividad principal de ciclones tropicales ", según CSU.
¿Se reactivará el ciclo para la temporada de huracanes 2021? Este grupo de investigadores sitúa en un 25% la probabilidad de que no se desarrolle El Niño y el índice AMO sea muy fuerte, queriendo decir que se daría un fuerte contraste en las temperaturas del Atlántico. En cambio, la probabilidad de que el índice AMO esté por encima de la media sin ser “muy fuerte” y que se produzca El Niño es del 35%.
Todo ello se confirmará alrededor de abril de 2021, cuando la NOAA suele publicar su pronóstico, que tiende a acertar bastante. Para este 2020, recordemos, predijo una temporada al menos un 140% más activa de lo normal, y efectivamente ha resultado ser la más activa de la que se tiene conocimiento.