A veces la memoria nos juega malas pasadas, y lo que nos ha parecido una estación muy seca o cálida a veces no lo es. Otras, sin embargo, nuestras sospechas son ciertas. Para saber si hay que empezar a preocuparse o pasar al clásico “no es para tanto”, vamos a analizar el estado de la nación.
Ya lo dijimos hace unas semanas: el invierno 2018-2019 será recordado para siempre como uno en el que no nevó apenas (el blanco acumulado no ha llegado ni al 40% de lo que suele haber por estas fechas), ni llovió lo suficiente (ha sido también el segundo más seco del siglo), y fue especialmente cálido: hemos tenido la media de máximas más altas desde que hay registros.
Con un cóctel así, desde luego que los campos han empezado a agonizar: acumulamos ya un déficit de precipitaciones del 18% desde el 1 de octubre y un 43% desde el 1 de enero. Si lo unimos a todas las horas de sol de más que hemos tenido, el resultado es una capa superficial del suelo que está extremadamente seca.
La tranquilidad puede ser muy buena para echar la tarde en los parques, pero no para los campos, que en casos por ejemplo como Lérida llevan desde diciembre sin ver apenas precipitaciones. Eso, unido a las pocas horas de frío y niebla, están poniendo en serio peligro las cosechas.
Precisamente por eso el colectivo agricultor de los cereales y cultivos proteicos se están mostrando muy preocupados por si se cumplen las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) de una primavera seca y no llueve en las próximas semanas. Si todo sigue así, dicen, el daño puede a llegar ser “irreversible”.
Paralelamente el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha reconocido estar haciendo un seguimiento "de las situaciones que pueden plantearse" en los cultivos para implementar las "medidas concretas de remedio que pudieran ser oportunas", pero que aún es pronto para aplicarlas.
Que en provincias como Coruña los embalses estén al 80% puede parecer una cifra correcta, pero nada más lejos de la realidad: se trata de una cifra inferior que en plena prealerta por sequía, y el nivel de las presas de la costa es el más bajo desde 2015. Y esta es la situación en las zonas donde más ha llovido: en el resto los porcentajes son para llorar, en torno al 50, 60 y 70% de su capacidad.
Esta es una buena pregunta. Si analizamos las predicciones de los próximos días, una importante DANA planeará sobre el Mediterráneo y traerá las ansiadas lluvias a la vertiente mediterránea. Sin embargo, hay dudas sobre cómo regará los campos en el resto del país. Además, será un episodio puntual que no garantiza que vaya a suplir este escenario de sequía a largo plazo.
Las predicciones de la Aemet tampoco son la halagüeñas, pues se espera que esta primavera no sea especialmente húmeda y quizá sea, en general, más cálida de lo normal. Frente a esto, cabeza: no despilfarres agua, el riesgo existe y conviene empezar a preocuparse.