A más de uno, la masa de aire frío que ha llegado a España –y que ha provocado heladas y dejado las primeras nieves en nuestra península- le habrá pillado en manga corta. Normal. Hasta hace poco, estábamos disfrutando de unas altas temperaturas impropias del otoño y este cambio meteorológico nos ha devuelto a la realidad. Zas. Ya es invierno. Y ahora dónde tengo yo los guantes.
La muestra, aplicada en más de 700 personas, es doblemente curiosa porque se realizó en habitantes de tres países distintos: Finlandia, Suecia y Taiwán, que respondieron fisiológicamente de la misma forma ante estímulos que les generaban diferentes grados de alegría o de tristeza. Por lo tanto, aun siendo de diferentes culturas y no manejando el mismo idioma, evidenciaron una emoción universal.
El estudio concluyó que la alegría, el amor, el enfado y el orgullo son las emociones que más ‘nos calientan’; por lo tanto, no son sólo las positivas las que nos ‘suben los calores’: Las negativas, también. En el gráfico, el amarillo es el color que indica un mayor grado de temperatura, seguido del rojo. Cuando estamos alegres, todas las zonas de nuestro cuerpo, de los pies a la cabeza, se activan (aumentando el riego y la presión sanguínea, mejorando el ritmo cardíaco, etc.), superando incluso al amor y todas las conexiones bioquímicas que conlleva. El enfado y el orgullo también nos ‘queman’ – es muy típica esta expresión –sobre todo en las zonas del pecho y la cabeza.
Atención, vergonzosos: El color amarillo se dispara en vuestras mejillas.
El azul indica una menor actividad emocional y, por lo tanto, física (el negro plasma la neutralidad en la zona del cuerpo). Así, la depresión y la tristeza son las emociones más frías. Es cierto que, cuando nos sentimos desanimados, tenemos temblores y somos más susceptibles a la mala regulación de nuestra temperatura porque, si nos deprimimos, nuestro metabolismo también se deprime. La envidia, por contra, no altera la fisionomía más allá de la zona de la cabeza. ¿Quien lo iba a decir? Si engrosa la lista de los pecados capitales...
La solución, entonces, para no congelarnos en este invierno que ha llegado para quedarse puede ser dar rienda suelta a todo lo que nos haga sentir alegres, amantes, orgullosos o enfadados. Y si puede ser un cóctel emocional que nos haga sentir todo junto, mejor.