Aunque los cambios estacionales, los de horario y el frío son agentes externos influyentes en la depresión que te entra a la vuelta del trabajo, todo es mental. Es necesario hacer una masterclass de mindfulness para no morir en el intento. Puedes empezar por:
1. Márcate metas a corto plazo: no llegues a la oficina con la sensación encima de tener que ponerte al día el primer día. Meter todo dentro del mismo saco puede saturarte antes de tiempo. Lo aconsejable es que planees objetivos asequibles, que sepas que vas a poder conseguir, y los ordenes por prioridad para no alimentar la ansiedad.
2. No alargues las vacaciones hasta el último día: a la larga, aguantar en la playa hasta el día de antes de la vuelta al trabajo es peor, porque no dejas a tu mente y a tu cuerpo reaccionar y asumir la nueva realidad. Vuelve a casa dos o tres días antes.
3. Comer y dormir, imprescindible: tu cuerpo necesita energía dosificada en rutinas. En verano, aunque te lo pasas bien, sueles dormir poco y comer mucho y a deshora, y esto no es bueno cuando tienes, además, que hacer un esfuerzo extra por culpa del trabajo. Por eso, una dieta saludable y ocho horas diarias ayuda a mantener el ánimo y a estar más felices.
4. Relativiza, sé positivo, no te martirices: si estuvieses siempre de vacaciones, no valorarías la felicidad que dan unos días de verdadero descanso. Intenta buscar la mejor parte y no bajes de la nube de un plumazo.
5. No tienes que decir un adiós definitivo a las vacaciones: intenta incorporar a tu rutina de invierno momentos de descanso y ocio que te recuerden al verano y que te suban el ánimo, sobre todo, en los primeros días de vuelta a casa. Por ejemplo, leer el periódico mientras desayunas, salir a hacer ejercicio al aire libre, aprovechar las terrazas de los bares hasta que cierren.