El temido granizo
La detención y prevención del granizo es una de las prioridades de los sistemas de alerta meteorológicos. Este tipo de precipitación sólida, que se compone de bolas de hielo (su tamaño varía de los cinco a los 55 milímetros de diámetro o más), se produce cuando partículas sólidas son arrastradas por los vientos hasta las nubes, donde se adhieren a gotas de agua que, al ascender, se enfrían y congelan. Una vez alcanzan la cota más alta de la nube, se precipitan sobre la tierra debido a su peso.
En ese proceso de descenso pueden descongelarse algunas capas de hielo e incluso ser atraídos por nuevas masas de aire que lo desvían hacia capas superiores del nimbo, incorporándose nuevos revestimientos de agua helada. La forma y el color que adquieren se debe a la concentración de aire entre esas capas de hielo y a los movimientos que lo desplazan y lo van moldeando.
Las tormentas de granizo son temidas, sobre todo, por los agricultores, ya que sus efectos son devastadores en las cosechas, pero también en poblaciones, donde pueden dañar seriamente edificios, coches y provocar lesiones en los seres humanos. En el año 2002, una fuerte tormenta de pedrisco caída sobre Zhengzhou (China) acabó con la vida de 10 personas en poco más de 30 minutos.
En julio de 2017 se produjo una fuerte precipitación en Estambul que provocó la cancelación de varios vuelos en el aeropuerto de Atatürk y varios heridos. Precisamente el sur de Europa, Croacia y Serbia están entre las zonas que con más frecuencia sufren este tipo de fenómenos, ya que es más común en los sectores continentales interiores de las latitudes medias. China, Australia, Europa, América del norte, el centro de Argentina y el sur de Chile son algunos de los lugares donde se suelen precipitar con mayor profusión estas bolas de agua congelada.
No es fácil detectarlas, para ello son claves los radares meteorológicos y los satélites climatológicos. Son muchos los países que ante la previsión de una gran tormenta de granizo utilizan yoduro de plata para evitarlas, con el mismo método al que se recurre para sembrar tormentas.
Granizo blando
Cuando las gotas minúsculas de agua de las nubes se condensan a un cristal de hielo se produce el granizo pequeño (también llamado suave o blando), cuya estructura es muy parecida a la de la nieve y cuyo diámetro no suele superar los 5 milímetros. Estas gotas microscópicas se encuentran en suspensión y en estado líquido pese a generarse por debajo del punto de congelación habitual. A diferencia del granizo, esta pedrea está compuesta por varias capas que rebotan cuando hacen contacto con la superficie, pero en el caso que nos atañe en este apartado el pedrisco se deshace al caer. Habitualmente se produce en nimbos de llovizna, en situaciones de aire frío en invierno y primavera, y no suele estar asociado a nubes de tormenta.
Lluvia gélida
Este tipo de precipitación se origina cuando los copos de nieve que caen de una nube a gran altura (3km) se derriten al pasar por una capa de aire profunda y cálida, y en la misma caída se encuentran con una masa de aire inferior a 0 grados que logra subfusionarlas. Este tipo de rarezas meteorológicas suelen provocar problemas en las redes de suministro eléctrico porque cubren de hielo los cables y los polos de apoyo, y también pueden ser devastadores para los árboles, cuyas ramas pueden llegar a quebrarse por el peso acumulado, además de provocar reducción en la tracción de las ruedas de los coches.
Polvo de diamante
La combinación de frío y humedad puede derivar en la formación de cristales de hielo, que se precipitan a la superficie incluso si estamos debajo de un cielo despejado. Este fenómeno hidrometeorológico, que suele producirse más habitualmente en lugares cercanos a los círculos polares, está compuesto por millones de cristales hexagonales en forma de agujas o halillos generados por la congelación del vapor de agua suspendido en la troposfera.
Granos de hielo
Muy parecidos a las gotas de agua helada son los perdigones o granos de hielo, conocidos también como aguanieve. Este fenómeno sucede cuando los copos de nieve que caen de los nimbos se topan con una capa de aire templado que llega a fundirlos parcialmente antes de posarse en tierra. La diferencia entre la nieve y los perdigones es que los primeros son cristales de nieve, mientras que los granos gélidos se parecen más al granizo.