Pronto sabremos si febrero se despide o no con traca final de invierno tras varios días de sol y temperaturas agradables que se han asomado a los 20 grados (sur peninsular y Andalucía). Ahora, la situación podría dar un vuelco completo al más crudo invierno con cotas de nieve bajísimas (aunque, en principio, con poca precipitación o muy concentrada en puntos del tercio norte) y valores mínimos y máximos otra vez gélidos.
El fenómeno responsable de esta situación es el llamado Calentamiento Súbito Estratosférico (CSE), con consecuencias invernales muy claras. Para hacernos una idea, es el responsable de las grandes olas de frío que casi todos los inviernos asolan inmensas áreas del este de Estados Unidos y Canadá.
Lo que, de entrada, debemos tener claro es que un CSE está vinculado a otro fenómeno del que hemos hablado este invierno: la ruptura del chorro polar. Esto no siempre ocurre cuando se produce un calentamiento en la estratosfera, pero sí es uno de los efectos. De ser así, tendríamos asegurado un desalojo polar a finales de invierno.
¿En qué consiste un CSE?
Es un fenómeno complejo pero muy fácil de entender. En Meteorología se habla de un Calentamiento Súbito Estratosférico cuando la temperatura sobre el Polo Norte, a un altitud de alrededor de 30 kilómetros, de dispara de golpe y se incrementa de forma extraordinaria.
Este aumento de temperatura en la estratosfera tiene un reflejo evidente a nivel del suelo donde nos encontramos nosotros. Debemos pensar que el calentamiento del que hablamos es de alrededor del orden de 50ºC o más. Ya ha ocurrido otros inviernos, como el de 2015-2016 o 2009-2010. Este último nos afectó, en especial, a la Península Ibérica.
Un fenómeno de este calibre tiene consecuencias en el Polo Norte. La primera afecta al chorro o vórtice polar, que es el 'cinturón' que mantiene contenido todo el aire extremadamente frío en las latitudes árticas.
Al dispararse la temperatura a la altura de la estratosfera, puede ocurrir que los vientos que conducen el vórtice polar cambien de dirección o se detengan. En cualquiera de ambos escenarios, el chorro polar se detendría o se rompería, dando pie a una invasión muy fría en el punto en el que esto ocurra.
Los modelos de previsión barajan que eso ocurra durante la semana que acabamos de empezar y que afecte con claridad al este y centro de Europa para ir extendiéndose paulatinamente hasta alcanzarnos a nosotros en los últimos días del mes.
Quedaría por concretar qué áreas serían las más afectadas aunque, por ahora, parece que será un frío muy seco y con pocas nevadas.
Antecedentes: El crudo invierno de 2009-2010
Los inviernos marcados por el CSE se distinguen con claridad del resto porque las nevadas son generalizadas y los episodios de ola de frío o bajas temperaturas se suceden y se encadenan unos con otros.
Así ocurrió en el invierno 2009-2010. En aquella ocasión fue la última (sin contar la nevada de este mes de febrero) en la que cayó una espectacular nevada en Madrid capital. Pero, no fue la única de aquel invierno. Precisamente, entre enero y febrero, los copos de nieve visitaron esta ciudad en repetidas ocasiones. Lo mismo ocurrió con ambas mesetas. No quedó una sola capital de ambas Castillas sin teñirse de blanco.
El Calentamiento Súbito Estratosférico favoreció la ruptura del vórtice de polar y el descuelgue de masas de aire polar muy frío sobre la Península.
A diferencia de aquel año, los siguientes llegaron templados y sin apenas grandes olas de frío.
Ya lejos de Europa, algunas de las últimas olas de frío que han dado lugar a la congelación de las cataratas del Niágara en pasados inviernos se deben a este fenómeno que, tiende depositar olas de frío extremas en el noreste de América.
¿Calentamiento Estratosférico o primavera próxima?
Expertos meteorólogos también discuten si el actual calentamiento puede deberse también al principio del final de este invierno. Y es que, cada año, cuando el invierno empieza a agotarse y poco a poco empieza a asomar la primavera apuntando al estío, tiene lugar un calentamiento estratosférico que se llama final.
A diferencia del CES, el final es un fenómeno natural que se repite cada año y que es fiel a su cita. En esta ocasión, al tratarse de unas fechas tan avanzadas, finales de febrero y principios de marzo, expertos climatólogos y meteorólogos aguardan hasta saber y confirmar qué tipo de calentamiento tiene lugar en estos días.
A priori, todo apunta a un CES. El modelo europeo lanzaba ya algunos mapas para los últimos días de febrero que indican que el desalojo polar será potente en buena parte de Europa poniendo el colofón a un febrero frío o muy frío en centro y oeste del continente.