Una de las grandes maravillas de la meteorología es que lo que ocurre a miles de kilómetros de aquí puede afectarnos de una forma u otra. Que haga sol en Europa, por ejemplo, puede tener que ver con que aquí llueva a raudales, y viceversa.
Un buen ejemplo lo encontramos precisamente en el temporal de lluvias que estamos teniendo estos últimos días. Tanto la depresión aislada (DANA) que asoló Valencia durante el fin de semana como el 'tren de borrascas' que esperamos para los próximos días han llegado hasta aquí porque en Europa hay una enorme 'muralla' en forma de anticiclón que evita el paso de bajas presiones (como borrascas, bolsas de aire frío en altura, etc.)
Por eso, mientras en Escandinavia gozan de días de sol, las borrascas se han visto obligadas a cambiar de 'hoja de ruta' y venirse hacia nuestras latitudes. La buena noticia es que, a pesar de que será un reguero de lluvias continuadas, no se espera que alcancen la intensidad y la virulencia de la que hemos sido testigos en Valencia.
Esta situación se alargará el mismo tiempo que el anticiclón de Escandinavia permanezca en su posición. De momento, parece que no tiene pinta de desplazarse, un escenario del que han sido testigos los europeos prácticamente todo el otoño. Es decir, si aquí podemos hablar de una estación que está siendo en general húmeda, en el resto del continente las estadísticas dicen justamente lo contrario.
Seguramente habrás leído en los últimos días que el temporal producido en Valencia el pasado fin de semana está relacionado con un proceso de ciclogénesis explosiva. Eso es diametralmente falso: se trata de una DANA, es decir, una depresión aislada de niveles altos, cuyo origen está en el norte de África. Se fue desplazando en los últimos días de la semana pasada hacia el Mediterráneo y, gracias al viento del este, que viene cargado de muchísima humedad, el embolsamiento de aire frío en altura fue capaz de descargar con fuerza. Probablemente si no tuviéramos el ingrediente del viento, no habría tenido la virulencia que hemos experimentado.
Además, para que nos hagamos una idea, una ciclogénesis explosiva en realidad no es un fenómeno meteorológico, sino un proceso meteorológico. Consiste en la formación de una borrasca pero que se profundiza en un cortísimo espacio de tiempo y con mucha intensidad. Cuanto más rápido se profundiza, más virulenta es, con fuertes rachas de viento que en zonas de costa pueden superar holgadamente los 100-120 km/h y en zonas altas del interior alcanzar o también superar los 80-90 km/h en medio de un episodio de lluvias intensas. En los mapas de presión aparece representada con muchas isobaras dibujadas alrededor de ese centro de la borrasca.
Por otro lado, y a pesar de elaborar numerosas predicciones al respecto, de momento la meteorología no es capaz de saber a ciencia cierta cómo de fuerte va a ser una DANA. Se trata de uno de los fenómenos más difíciles de predecir, pues tiene unas trayectorias muy erráticas que pueden cambiar de una hora para otra. Por eso, DANA no es siempre sinónimo de lluvias torrenciales, aunque siempre es conveniente curarse en salud y estar pendientes de las predicciones meteorológicas. A veces, como ha