De las 30 ciudades más contaminantes del mundo, 22 pertenecen a la India, y Madrid, la única española que aparecen en la lista total de 62 capitales del mundo, ocupa el 54º lugar. Afortunadamente estamos muy alejados de los niveles de Gurugram, el suburbio de Nueva Delhi, la más sucia del planeta con un índice de calidad del aire medio de 135,8 en 2018, pero no hay que bajar la guardia porque los niveles que ha registrado la OCU en un estudio no coinciden con los datos oficiales de las ciudades de Madrid y Barcelona, que junto a Valencia, superan los límites establecidos por la legislación europea.
Niveles insalubres
Entre marzo y principios de abril de este año, los peatones y los ciclistas que recorrieron las calles de estas tres urbes recibieron un 10% más de exposición de partículas dañinas que los que lo hacían en coche, según detalla el informe elaborado por la organización y que ha sido publicado en OCU-Compra Maestra (septiembre), dedicado a la movilidad sostenible. Este estudio agrega, en este sentido, que no hay grandes diferencias por los picos muy altos de exposición a los que están expuestos los conductores, pero advierte que en la Ciudad Condal estas cúspides insalubres multiplican en 14 veces los límites de las partículas PM10 (sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, metálicas, cemento y polen) y en siete a las PM2,5 (de menos de 2,5 micras, habituales en vehículos diesel).
Efectos sobre la salud
Llegados a este punto hay que recordar la carga de morbilidad causada por la polución atmosférica urbana avalada por la OMS. Se calcula que en el mundo suman 1,3 millones las personas que mueren en un año por esta causa y más de la mitad de esas defunciones ocurren en los países en desarrollo. "Los residentes de las ciudades donde hay niveles elevados de contaminación atmosférica padecen más enfermedades cardiacas, problemas respiratorios y cánceres del pulmón que quienes viven en zonas urbanas donde el aire es más limpio", asevera el organismo internacional. Pero hay también efectos en la salud en las exposiciones a corto y largo plazo como en el caso de los asmáticos. Por ese motivo reducir la concentración media anual de MP10 de 70 a 20 (ug/m3/microgramo) evitará un 15% de la mortalidad por este tipo de suciedad aérea.
Asimismo, la Agencia Europea de Medio Ambiente estima que en 2018 se produjeron más de 500.000 muertes prematuras relacionadas con estos contaminantes, y recuerda sus consecuencias también en el aumento de partos prematuros y en el desarrollo psíquico y neurológico de los pequeños.
Sin embargo, llama la atención del estudio un dato más, que no debería pasar inadvertido, ya que los datos recogidos contrastan mucho con las mediciones oficiales de los ayuntamientos de dos de las ciudades. "En Madrid, los índices medidos por OCU son hasta un 50% más altos que los oficiales. En Barcelona, la diferencia ascendía al 30%. En Valencia los datos del día del estudio no estaban disponibles", indican. Además, denuncian y exigen a las autoridades competentes que adopten las medidas más eficaces y rápidas para que estos niveles de exposición se reduzcan de "forma inmediata" para garantizar aire limpio para sus habitantes.
Pero, ¿se están haciendo los deberes? El caso de Madrid Central, con tantos defensores como detractores, llama considerablemente la atención por su sorprendente disminución en los niveles de contaminación. Según la Federación Europea Transport & Environment, Madrid redujo en un 32% las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) en 2018, muy por delate del 10% de Berlín, el 4,7% de Bruselas y el 12% de Lisboa.
En el lado contrario, Barcelona, donde el año pasado 351 muertes se debieron a la polución atmosférica y se superan desde hace dos décadas las recomendaciones de la OMS. La última medida, aprobada en julio y que se pondrá en marcha el próximo enero, sancionará a los propietarios de los vehículos sin distintivo ambiental que circulen por la zona de bajas emisiones de las Rondas (95 kilómetros cuadrados ) con 100 euros. Por su parte, la Generalitat Valencia puso en marcha el pasado mayo la actualización del plan de mejora de la calidad del aire de Valencia y su zona metropolitana, a la que deben adherirse todos los municipios de más de 100.000 habitantes. Los resultados de estas nuevas medidas serán perceptibles los próximos meses, aunque todavía no hay datos oficiales.