Una ola de calor extremo ha puesto a Siberia por encima de los 40ºC esta semana, batiendose récords de temperaturas a diario en la mayoría de sus ciudades. También Canadá está soportando calores asfixiantes inusuales, con valores hasta 20 grados por encima de lo previsible en esta época y con consecuencias nefastas: decenas de incendios que consumen el país en plena primavera. Sus partículas han saltado incluso a EE.UU., coloreando de naranja el cielo de Nueva York y haciendo casi irrespirable su aire.
Una ola de calor en el hemisferio norte que llega justo después de que Groenlandia haya sufrido otro pico térmico extremo entre finales de mayo y el primero de junio, superándose en 15ºC los valores habituales. "Me preocupa mucho lo que está pasando en Siberia, en toda la cuenca del Ártico y aledaños", reconoce el climatólogo Jorge Olcina a NIUS. "Porque allí se corre un riesgo, deshielos rápidos y pérdida del permafrost. El suelo helado deja de estarlo cada vez durante más semanas del año y eso libera metano a la atmósfera, que es otro gas con un efecto invernadero más potente que el CO2", alerta.
De hecho, las últimas revisiones científicas han avisado este martes de que el Ártico se funde a mayor ritmo del calculado y puede quedarse sin hielo durante los veranos en la década de 2030, diez años antes de lo previsto.
Alarma por lo que sucede en la zona boreal del planeta y también aquí mismo, en la cuenca mediterránea. "La nuestra es una de las regiones que más está manifestando los efectos del cambio climático", reconoce el experto. No hay más que recordar los días tórridos vividos en abril. "Batimos récords de temperatura porque se producen fenómenos fuera de temporada, pero que van a dejar de ser extemporáneos en breve. Tenemos que acostumbrarnos a que la temporada cálida del año va a ser más extensa, irá de mayo a octubre, como poco, y tendrá este tipo de episodios de calor intenso, de aires saharianos, y con secuencias de frío cada vez más cortas. Ese es el clima al que se dirige nuestro país irremediablemente", asegura Olcina.
"Nuestro clima tiende hacia el extremo, en general el de todo el planeta, pero aquí lo estamos notando mucho por estar en estas latitudes que llamamos mediterráneas, con un mar que se calienta cada año más, con borrascas que cada vez entran con menos energía, con gotas frías que cada vez son más intensas y que se contraponen a episodios de sequía brutal como el que hemos sufrido este año, 90 días sin que caiga una gota de agua es absolutamente anormal", lamenta.
En Asia, en países como Laos y Tailandia, se han roto los valores más altos desde que existen datos. Especialmente reseñable ha sido el caso de Tailandia, donde ya a finales de abril el termómetro superó los 45 grados. El sureste de este continente no hace más que batir récords locales de temperatura, sucede en Vietnam, Hong Kong o China, donde esta semana han soportado jornadas brutalmente calurosas, alcanzado los 47º C. Lo mismo Pakistán, que ha tenido el segundo mayo más cálido desde que hay registros, o India, con picos de calor de 45ºC grados y un monzón que no termina de llegar para aliviar la sensación térmica.
Récord todos los días también en Oceanía. Este jueves Tuvalu volvió a batir su récord nacional de temperatura más alta en junio con más de 34º C... Lo mismo en EE:UU, América del Sur, Gran parte de África...una tendencia generalizada en todo el planeta que se encarga de recoger casi a tiempo real la web meteorológica Extreme Temperatures Around The World.
"Estos eventos que llamamos extraordinarios se están convirtiendo en frecuentes y habituales. No conseguimos frenar la causa del cambio climático. Tenemos las emisiones desbocadas en muchas partes del mundo y por tanto el proceso de calentamiento no solo va a seguir sino que se está acelerando", recalca el climatólogo.
El mundo va camino de superar un umbral crítico de calentamiento en los próximos cinco años. Lo ha avisado recientemente la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Desde que se firmó el Acuerdo de París en 2015, el objetivo de la comunidad internacional ha sido limitar el aumento de la temperatura media global del planeta a finales de siglo por debajo de los 1,5 grados respecto a la que había al inicio de la era industrial (1850-1900) para reducir el impacto del cambio climático. "Y lo que están indicando todos los modelos es que mucho antes, en los próximos cinco años ya se va a alcanzar ese nivel de 1,5 ºC de forma transitoria, y en 2033, la media del planeta habrá superado de continuo ese 1,5. Para el 2055 habremos llegado a los dos grados", predice Olcina.
Según la OMM, hay un 98% de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años, así como el lustro en su conjunto, sean los más cálidos jamás registrados.
"Tenemos un 70% de las emisiones del planeta descontroladas, que son las que corresponden a China, India, Estados Unidos o Brasil, que no están por la labor, de momento, de cumplir los protocolos internacionales", denuncia el experto. "Y en este contexto es muy difícil revertir este proceso de calentamiento".
El aumento de la temperatura prevista para los próximos años se debe al incremento de la contaminación que calienta el planeta por la quema de combustibles fósiles, y también a la llegada de El Niño, un fenómeno climático natural con un efecto de calentamiento global.
Este fenómeno meteorológico entró el pasado mes de marzo y se espera que en los próximos meses produzca un calentamiento generalizado. Esto, junto al cambio climático inducido por el ser humano puede empujar las temperaturas globales a registros desconocidos. "Ya se va a notar este 2023, pero sobre todo en el 2024", dice el experto. "Aquí en España, y en el resto de Europa, lo normal es que los peores efectos de El Niño lleguen en el segundo año. Si la AEMET acaba de anunciar que este va a ser un verano cálido, ya adelanto que el que viene será peor".
La temperatura de los océanos libres de hielo en mayo de 2023 fue la más alta jamás registrada, según datos de Copernicus. "El calor acumulado en el agua del mar es lo más peligroso, porque es un calor que permanece residual ahí durante años", aclara Olcina. "Y por eso se está diciendo que aunque este año consiguiéramos reducir a cero las emisiones, algo utópico que nunca llegaremos a ver, aunque cerráramos el grifo de las emisiones en todo el planeta, todavía tendríamos efectos de calentamiento al menos dos décadas más por el calor acumulado en los océanos", advierte.
"Visto el nivel de emisiones de gases que tenemos y el incremento de la temperatura del aire y del mar, tenemos proceso de calentamiento, en el mejor de los casos, durante todo este siglo", confirma el climatólogo.
"Nos vamos a ir despertando cada mes, cada estación, cada año con datos de récord, cuando no sea en una parte del planeta, será en otra. Habrá calor extremo, o huracanes más intensos en la zona tropical, o tormentas fortísimas en latitudes medias, o secuencias de sequía muy intensas", recuerda. "Una atmósfera cálida como la que tiene el planeta ahora intensifica los fenómenos meteorológicos. Los hace mucho más enérgicos, porque la tierra, por así decirlo, intenta buscar un equilibrio que nunca alcanza porque continuamente estamos sobrecalentándola. Eso hace que las masas de aire se muevan con mucha más energía y se producen cambios muy bruscos en el tiempo atmosférico".
El mensaje que manda el experto es claro. "Lo extraordinario comienza a ser cada vez más ordinario. Y tenemos que empezar a acostumbrarnos a un clima que funciona de esta manera. Con sobresaltos, con fenómenos extremos, con récords climatológicos".
El cambio climático afecta de lleno a las actividades económicas en todo el planeta. "En España es evidente que afecta a la agricultura y al turismo. En un sentido contrario. Por un lado tenemos a los agricultores, que han pasado uno de los peores años que recuerdan. Y por otro lado el turismo, que se ha impulsado y que salen, en principio, beneficiado, de este aumento de los periodos cálidos porque puede prolongar la temporada turística", indica el climatólogo.
"Pero en general, tenemos que empezar a activar todo lo que son políticas de adaptación a la nueva situación climatológica. La agricultura o el turismo quizá sean las actividades más expuestas a los fenómenos atmosféricos, pero es algo que afecta a muchos ámbitos. Por ejemplo hay que empezar a preparar las ciudades para poder vivir en ellas de una forma más s confortable en verano. Tenemos que verdearlas más, dotarlas de agua en plazas y calles para podernos refrescar. Crear zonas de sombra para luchar contra el calor que se viene", propone Olcina.
"O para enfrentar las lluvias sería necesario sustituir los sistemas de alcantarillado, porque los que tenemos no nos sirven. El tipo de lluvia tan intensa que está cayendo desborda su capacidad. Por eso es necesario usar los fondos europeos para emprender esta transformación. El cambio climático es una realidad y nos toca adaptar nuestro territorio a las condiciones de clima menos favorables que vendrán, que ya están aquí", concluye.