Lo peor ha pasado. Este jueves decimos adiós a la borrasca Isaak, que ha azotado el este del país estos días. Pero ¿qué viene después? Algunos meteorólogos avisan de algo que puede complicar el panorama para la semana que viene o las próximas: un “calentamiento súbito estratosférico” que puede provocar una “rotura del vórtice polar”.
¿Qué significa esto? Frío, más frío. Una nueva ola de frío ártico que podría congelar los termómetros, otra vez. Pero tranquilos: que ocurra no está tan claro, todavía.
De momento, Isaak se marcha dejando atrás un temporal de viento, lluvia, nieve y grandes olas. Pero este jueves y viernes ya sólo veremos sus coletazos. “Lluvias débiles en el Estrecho, y quizá también en Comunidad Valenciana, pero ya poca cosa”, explica a NIUS Rubén del Campo, portavoz de la AEMET. “Se irá imponiendo el tiempo anticiclónico poco a poco”.
Desde hoy, las temperaturas diurnas irán subiendo hasta los 14 o 15 grados en muchas zonas. Es decir, tendremos “mediodías templados”. Aunque las noches seguirán siendo frías y con heladas. Porque las temperaturas nocturnas bajarán “hasta los 4 o 5 grados bajo cero”, y habrá cielos despejados.
Este fin de semana podemos ver 20 grados en Huelva, 22 en Sevilla y 18 en Ourense o Bilbao. Y la semana que viene, más: la AEMET prevé que las temperaturas diurnas sigan subiendo y que la extensión de las heladas nocturnas se reduzca. ¿Esto tiene algo que ver con el calentamiento súbito estratosférico del que hablábamos antes? No. Se lo explicamos.
El calentamiento súbito estratosférico es algo que podría ocurrir, o no, en los próximos días. “Es una posibilidad”, advierte Del Campo. Y como su nombre indica, afectaría a la estratosfera. Aunque si ocurre, “alteraría el vórtice polar y podría traer cambios a medio plazo”, advierte por ejemplo Roberto Granda, meteorólogo de eltiempo.es.
Del Campo nos explica en qué consiste todo esto. “En niveles altos de la atmósfera, a entre 15 y 40 kilómetros de altura, se generan vientos muy intensos en sentido contrario a las agujas del reloj. Y esos vientos son lo que llamamos vórtice polar estratosférico”. Explica el portavoz de la AEMET que es como “un cinturón de vientos que mantiene confinado el aire frío del Ártico en aquella zona”. Asegura que es un fenómeno “habitual en el Ártico en invierno". Pero algunas veces, "se produce un calentamiento súbito estratosférico”. ¿Y eso qué es?
Que, como consecuencia de distintos patrones atmosféricos, se puede producir “una subida de la temperatura muy pronunciada en muy poco tiempo: decenas de grados en pocos días”. Este calentamiento súbito estratosférico hace que “esos vientos que giraban en sentido contrario a las agujas del reloj puedan llegar a cambiar de sentido, y puede suceder que ese cinturón de vientos árticos se rompa”.
Suena alarmante, pero no lo es tanto. Si se rompe, lo que ocurriría es que esos vientos árticos “pueden trasladarse a latitudes medias o bajas", y se puede generar "una ola de frío ártico más al sur”. No sería algo nuevo.
Ya pasó en febrero de 2018, y afectó al norte de España. “Provocó una modificación importante de la circulación atmosférica, haciendo que la primavera de 2018 fuese especialmente lluviosa. Y tuvimos el mes de marzo más lluvioso de la serie histórica”, recuerda Del Campo.
Hace sólo unos meses, en noviembre, los meteorólogos alertaron también de esto mismo, pero finalmente no se produjo esa rotura del vórtice polar. Ahora, “son todo conjeturas”, advierte el meteorólogo y portavoz de la AEMET.
“El calentamiento súbito estratosférico puede suceder en las próximas semanas, de ahora en adelante”, o puede no suceder. Y la rotura del vórtice polar, por tanto, también es sólo “una conjetura” a día de hoy. Si ocurriera, hay que tener en cuenta otras dos cosas, advierte Del Campo. “Que no siempre sus efectos se van a notar en la troposfera”, y que, aunque lo hagan, “no se notan de manera inmediata”.
Es decir, el vórtice polar puede romperse, y hay que estar pendientes de ello. Pero, aunque ocurra este fenómeno, sus efectos se verían a medio plazo. “A lo mejor, hasta dentro de dos o tres semanas no se empezaría a notar. Y, además, “no sabemos dónde”, añade el portavoz de la AEMET. No sabemos, dice, si esa ola de frío que bajaría desde el Ártico acabaría llegando a Europa, o afectaría más “a Estados Unidos y Canadá, o a Siberia, China, Japón, al Pacífico… Todo son hipótesis de momento”. Así que el consejo es claro: “Tranquilidad absoluta”.
Estas hipótesis sobre la mesa, que hay que vigilar, no cambian de momento la previsión meteorológica para este mes. “Lo que las predicciones ven ahora mismo es que febrero va a ser más cálido de lo normal en casi toda Europa”, asegura Del Campo. Después de Isaak, veremos muy poca lluvia. “La segunda quincena de febrero será cálida, más templada de lo normal para estas fechas”.