Oviedo está ahora mismo, en pleno enero, en temporada alta. Sí, Oviedo, y sí, temporada alta. Los bares tienen contratado personal de refuerzo, los pisos de alquiler estacional están llenos, las bibliotecas abren 12 horas al día. Porque los visitantes de la ciudad son peculiares: son jóvenes y gastan mucho dinero en libros. Son los MIRes: graduados en Medicina que se trasladan a la ciudad asturiana durante siete meses para prepararse el examen del MIR. Son 2.600 este curso. Este sábado se examinan del MIR, la prueba que les permitirá optar a una plaza de médico especialista.
Un curso académico que va al revés de todos los demás, porque empieza en junio, cuando llegan los futuros médicos a Oviedo, y acaba en febrero, cuando se examinan (este año el examen es el 25 de enero). A su alrededor los negocios de la ciudad facturan siete millones de euros en los siete meses de estancia de estos peculiares visitantes. Todo por una academia: la del doctor Jaime Baladrón.
Su método de estudio y preparación del examen MIR se ha hecho famoso en toda España y en el extranjero. Ellos afirman que es porque funciona, dicen que de todos sus alumnos el 80,09% han podido escoger una plaza MIR porque han sacado muy buena puntuación en el examen. Y eso son muchos alumnos, porque en los 32 años que lleva en funcionamiento han estudiado su MIR en esta academia 37.226 -entonces futuros- médicos.
El doctor Balandrón es ahora un médico respetado, pero en 1988 era un estudiante más que se enfrentaba con nervios a lo que vivía como el examen más decisivo de su carrera: el que le iba a permitir escoger la especialización con la que soñaba... o no. Creó su propio método de estudio, que transmite a cada alumno de su academia, basado en:
Este método de estudio le fue bien al doctor Baladrón, y empezó a contarles su fórmula mágica a sus compañeros. Se corrió la voz y en 1988 decidió crear Curso MIR Asturias.
Pronto empezaron a llegar estudiantes de otras provincias. Al principio del norte, cuenta a NIUS parte del equipo de esta academia. Y luego de todas partes de España y del extranjero. Ahora algunas de las clases magistrales tienen que darlas en el Teatro Campoamor, donde se entregan los Premios Princesa de Asturias, que tiene un aforo de 1.440 personas. Cada uno paga entre 1.900 y 3.500 euros por el curso. Y gastan entre 4.500 y 8.000 por alojamiento, comida y resto de servicios. Sumen y multipliquen.
Los cálculos son fáciles, porque alrededor de esta academia han surgido muchas otras y un sinfín de empresas que vieron la oportunidad de negocio en los futuros médicos. Una de ellas es AlojaMIR, de Roberto Alonso: "Mis padres tenían un bar cerca del lugar donde se imparten las clases", cuenta. "Los MIRes venían a desayunar, a comer. Preguntaban si conocíamos algún piso de alquiler cerca de la academia". Y a este entonces estudiante de Turismo se le ocurrió la idea que hoy mantiene a su familia: darles de comer a los estudiantes del MIR, buscarles casa, lavarles la ropa, limpiarles el piso.
"Nos dan bastante guerra", bromea Roberto. "Porque les asistimos en todo: les buscamos piso, les instalamos internet, les gestionamos las facturas de luz, agua, gas,etc. Les llevamos la comida y les lavamos la ropa y la casa. Vamos, que se les rompe una bombilla y nos llaman", cuenta. En su empresa los estudiantes pagan entre 650 euros al mes por piso compartido (incluyendo servicio de comidas diario, lavandería, limpieza y facturas) y los 1.100€ por un apartamento individual. Y de esos siete meses de asistencia viven varias familias.
También la de Jorge Marcos, gerente de ServiMIR. Ellos no ofrecen alojamiento, solamente comida, limpieza y lavandería. "Pero sobre todo comida", cuenta a NIUS, "porque la hacemos casera y muy rica y tenemos mucha demanda". Jorge no es médico, nunca se ha preparado el MIR, pero conoce a la perfección las rutinas de un estudiante de examen MIR, sus horarios y sus gustos. "Sabemos a qué hora tienen las clases, cuando tienen simulacros de examen, y nos adaptamos a ellos".
Tanto es así que recita de memoria a NIUS que entre semana les tiene que llevar la comida a las 14h, pero los sábados antes de las 12, "porque tienen simulacros de examen a la una", nos explica. Y también sabe que en estos días previos al examen no hay ni que llamar a la puerta: "Les dejamos la comida en el descansillo para no molestarlos porque ahora están muy concentrados". Por supuesto, se cogen vacaciones cuando los más de dos mil estudiantes se van de la ciudad, entre febrero y junio.
Entonces es la temporada baja para todas estas empresas surgidas alrededor de la presencia de los estudiantes de MIR. Llegan los turistas, los tradicionales. Pero muchas de estas compañías cierran sus puertas y empiezan a preparar su boom, porque sí, en Oviedo de junio a febrero es temporada alta.