¿Quién no conoce a alguien enfrascado en el aprendizaje de la lengua de Shakespeare? Adultos que, año tras año, exploran nuevos métodos de enseñanza de este idioma, a través de academias online o presencial, vacaciones inmersivas e intensivas o cursos en países de habla inglesa, que les ayuden a mejorar su nivel de comunicación en una lengua que no es la materna. Una tarea ardua que, en muchos casos, resulta infructuosa.
¿Por qué, pese a todos estos esfuerzos, los adultos parecemos menos hábiles que los niños en el aprendizaje de una segunda lengua? Eleonore Smalle, psicóloga de la Universidad de Gante y autora junto a su equipo de colaboradores del estudio “Less is more: Depleting cognitive resources enhances language learning abilities in adults”, concluye que para aprender un nuevo idioma “debemos sumergirnos en sus sonidos, incluso -o sobre todo- cuando estamos distraídos”.
En las investigaciones llevadas a cabo por su equipo, en las que se sometía a los sujetos a una fatiga cognitiva, observaron que estos obtuvieron mejores resultados en la tarea lingüística siguiente, lo que les conduce a pensar que las personas más cansadas no analizan tan conscientemente las reglas de la formación de las palabras, lo que les ayuda a aprender con menos restricciones, como los niños, cuyo cerebro funciona como una maquina compleja que recurre a cálculos estadísticos para extraer regularidades y asociar palabras a conceptos visuales. Smalle sostiene que el aprendizaje de otro idioma resulta más costoso en edad adulta porque “requiere asimilar de forma inconsciente ciertos patrones sutiles y, en esas edades, el razonamiento consciente interfiere en ese proceso”.
Estudios empíricos han demostrado que cuando se adquiere una lengua materna, el conocimiento del lenguaje que alcanzan los niños es implícito; es decir, es un conocimiento inconsciente, pues desde muy tierna edad el bebé va analizando instintivamente los patrones lingüísticos y extrayendo reglas de todo lo que oye en su entorno. Sin embargo, en la adquisición de una segunda lengua en edades posteriores del desarrollo, este conocimiento ya es explícito.
Cristóbal Lozano (PhD Essex), profesor titular de lingüística aplicada (inglés) de la Universidad de Granada, indica que, “hasta la pubertad, el desarrollo neuronal permite que la lengua materna se adquiera inconscientemente, o de manera implícita, sin esfuerzo y que el niño (que luego será adolescente y adulto) adquiera al final su lengua materna de forma nativa, de tal modo que tiene intuiciones (inconscientes) sobre su lengua, sabe qué construcciones son posibles y cuáles son imposibles, por qué "suenan" bien ciertas estructuras y no otras, pero le es complicado explicar el porqué de cómo funciona el lenguaje”.
Sin embargo, durante la adquisición de una segunda lengua, apunta el profesor de la Universidad de Granada, “los adultos, aunque, adquieren mucho conocimiento de manera implícita e inconsciente, otra gran parte del conocimiento adquirido es explícito, es decir, es un conocimiento consciente de las reglas del lenguaje, lo que llamamos "aprender una lengua extranjera. De este modo, al aprender una segunda lengua, los aprendices suelen cometer errores porque aplican una serie de reglas y patrones que han aprendido conscientemente, aunque en algunos casos no les funcione la regla y comentan errores”.
Marco Calabria, Cognitive NeuroLab, Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya, asegura que “aprender una lengua puede resultar un proceso automático, pero realmente es algo muy complejo. Decodificar unos sonidos en palabras, asignarle un significado, reproducirlas y llegar a comunicarse, son algunas de las propiedades que hacen que el lenguaje sea algo único. De alguna forma se desarrollan de forma implícita y de manera gradual, pero se necesita un contexto interactivo para que el niño pueda consolidar los conocimientos que va adquiriendo y a la vez aprender otros aspectos necesarios para una comunicación efectiva”.
El lenguaje es un sistema intrincado que implica diferentes niveles de procesamiento como, por ejemplo, la gramática o la fonología, que están asociados a distintas áreas cerebrales. Y aunque la comprensión y producción del lenguaje afectan principalmente al sistema perisilviano izquierdo (áreas frontotemporales), existen otras áreas que también intervienen en las diferentes codificaciones lingüísticas, como apunta Cristina Baus Márquez, psicóloga, doctora en neurociencia cognitiva e investigadora del Programa Ramón y Cajal en la Universitat de Barcelona (UB).
Según esta experta, “procesar una segunda lengua, especialmente cuando ésta se aprende a una edad adulta, es más costoso en general y, por lo tanto, se requiere una mayor intervención de las áreas cerebrales implicadas en el lenguaje”. Las áreas cerebrales involucradas en el lenguaje son las mismas en la primera y segunda lengua de la persona bilingüe, “pero la edad en la que se aprenda la segunda lengua y la competencia lingüística adquirida serán los factores que determinen la implicación de las áreas cerebrales en el lenguaje. Además, no todos los aspectos del lenguaje son iguales. Mientras que aspectos como la fonología son difíciles de adquirir en una edad adulta (la mayoría tenemos acento cuando hablamos en una segunda lengua), otros como el aprendizaje de nuevas palabras no se ven afectados por la edad a la que se adquiere la segunda lengua”, señala la investigadora de la Universitat de Barcelona.
El estudio llevado a cabo por Eleonore Smalle recoge que, en el caso del aprendizaje de una segunda lengua por parte de los adultos, el razonamiento consciente interfiere en ese proceso de aprendizaje. Cristina Baus Márquez declara que, “los adultos afrontan las tareas lingüísticas de manera consciente e implicando el control cognitivo. Pensemos que el control cognitivo -el que nos permite poder focalizar atención en una información e ignorar otra que puede ser relevante- es un aspecto muy relevante en el bilingüismo. Los hablantes bilingües tienen que controlar las dos lenguas, a fin de focalizar lexicalización en una de las lenguas, ignorando la lengua que no está en uso.
Así que, aunque el control cognitivo va en detrimento del aprendizaje estadístico, puede ser de valor en otros aspectos del aprendizaje lingüístico”. Asimismo, esta investigadora considera que los resultados de estos estudios son relevantes para las teorías del período crítico, “porque muestran la existencia de un período sensible para el aprendizaje estadístico. Una vez pasado, las estrategias que utilizan los aprendices son diferentes y más conscientes”.
En opinión de María Jesús Paredes Duarte, profesora del Área de Lingüística general y coordinadora del gabinete de Lingüística clínica de la Universidad de Cádiz (UC), el aprendizaje de una segunda lengua “debe siempre afrontarse desde un punto de vista comunicativo, siguiendo la estrategia conversacional y la perspectiva pragmática de la enseñanza de lenguas. El tratamiento de los sonidos sería un aspecto más tardío en el aprendizaje. Lo primero, entender y hacerse entender. La inmersión lingüística a cualquier edad es un proceso fundamental para el aprendizaje de lenguas”.