Doble trabajo en Trabajo. Sobre todo para la ministra saliente, Magdalena Valerio, que tuvo que entregar un doble relevo de su departamento. Fue la primera en tomar la palabra para tranquilizar a los asistentes: "no he partido la cartera por la mitad". Fue el segundo llamamiento a la calma porque en el primero advirtió que llevaba el discurso escrito porque una vez que Valerio toma la palabra "no hay dios que me la quite", aseguraba entre risas unánimes.

Valerio recibió los aplausos más sonados en un auditorio que estaba a rebosar. Era difícil moverse (y mucho más sentarse) en la planta tercera del antiguo Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, que todavía no ha cambiado el rótulo en la puerta. Más gente que en tomas de posesión anteriores, quizá porque ahora había que hacer hueco a las invitaciones de dos nuevos ministros. En el estrado, la vicepresidenta económica Nadia Calviño, la minsitra de Educación, Isabel Celaá y la ministra de Industria, Reyes Maroto.

Sus primeras palabras en público fueron para recordar a la última víctima mortal por causas laborales, un trabajador de Metro de Madrid que acaba de fallecer por exposición al amianto. Toda una declaración de intenciones para una ministra que quiere que "dibujemos un país en el que nadie muera" por causas laborales y que su ministerio sea "el ministerio de las personas".

Precisamente en tono muy personal y emocionado, al borde de la lágrima, comenzó su mandato. Entre el público, su padre, el histórico sindicalista gallego Suso Díaz, a quien definió como "símbolo de lucha y ejemplo de dignidad". También su hija Carmela, que estaba muy preocupada por subir al escenario con su madre y entretenida jugando, después, por los pasillos mientras esperaba a la nueva ministra y a su abuelo. Este último, como pez en el agua, departía sin prisas con el exsecretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo. Deuda con las generaciones anteriores y responsabilidad con las futuras, la ministra ha repetido uno de sus lemas:

"Combatir la precariedad" con "trabajo decente" será uno de los objetivos de la nueva ministra que podría comenzar fuerte. En la agenda, la derogación de la Reforma Laboral de 2012 y la elaboración de un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Mañana va a su primer Consejo de Ministros y se podrían aprobar las primeras medidas. No ha querido confirmar y ha respondido con un "ahora sí que me tengo que ir" cuando los periodistas preguntaron al respecto.

Discurso técnico para un técnócrata con ideas claras de lo que va a ser su acción de gobierno. Despejando las dudas que se oían en los pasillos ("no entiendo cómo lo han podido convencer", afirmaba una alta funcionaria antes del traspaso de carteras), José Luis Escrivá, nuevo ministro de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones, define en tres ejes su política al frente del ministerio: Inclusión, "solvencia y sostenibilidad" del sistema de pensiones y política migratoria "clave en el futuro de nuestro país", ha explicado.

Como ministro, asegura que le han brindado la "oportunidad de desarrollar políticas sobre las que he reflexionado en los últimos años". Ahora le toca llevar a la práctica las recomendaciones de la AIReF, la autoridad supervisora que dirigía hasta hace unos días. Cambio de tercio porque ahora se propone terminar "rápida y efectiva" el déficit de la Seguridad Social. Se ha comprometido a revalorizar las pensiones con el IPC. 9,5 millones de pensionistas esperan la decisión de manera inmediata. Para garantizar el futuro del sistema, espera el "consenso", retomando los trabajos del Pacto de Toledo.

El responsable de Seguridad Social ha llamado la atención sobre la inmigración. En su diagnóstico, una política migratoria "responsable" es "clave" para resolver el problema demográfico porque "se reduce la población a la hora de trabajar" y sería "irresponsable cerrar los ojos" así que quiere desarrollar una política migratoria "consistente a largo plazo".

Y todo esto, que no es poco, Escrivá lo quiere hacer con el "talante y el optimismo con el que lo ha hecho Valerio", ha afirmado.

Magdalena Valerio se ha ido de rositas del acto, literalmente: se llevó un ramo de rosas que le entregó una de sus colaboradoras y la ovación con más decibelios. Aunque Valerio no se va del todo: "me queda el Pacto de Toledo y lo que me encarguen en el Congreso, que todavía estoy". Y también las llamadas de la nueva ministra, que asegura que contará con sus consejos. Valerio se va para quedarse cerca de un ministerio que conoce desde hace más tres décadas. Suya fue la última palabra: "se levanta la sesión", concluyó la exministra. Escrivá fue el más obediente y se fue de los primeros para decepción de los periodistas.