Desde que a principios de marzo de 2020 empezamos a oír hablar del coronavirus no sólo se han disparado los contagios, las hospitalizaciones y las defunciones. También los precios. El 83% de los artículos que componen la cesta de la compra son ahora más caros y apenas el 15% están más baratos que entonces.
La tensión inflacionista que ha causado la pandemia se ha visto agravada en los últimos meses por los aumentos de precios de la electricidad y, en menor medida, por las gasolinas. Unas subidas de precios que se han trasladado al resto de integrantes de la cesta de la compra, con especial incidencia en los del supermercado.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) cerró el mes de febrero de 2020 en 104,08 puntos. En diciembre de 2021 alcanzó los 111,52 puntos. Supone una subida acumulada del 7,2% que, si se analiza con detalle, refleja una tendencia alcista en la mayoría de productos. En concreto, han subido los precios en 183 de las 221 subclases (o agrupaciones de artículos) del IPC.
La electricidad es la principal protagonista de esta escalada. Desde que comenzó la pandemia el precio de la luz ha subido un 82%, aunque la mayor parte de este aumento se ha producido en los meses posteriores al verano de 2021.
Junto a la electricidad, un total de 25 artículos del IPC han experimentado un alza de precios superior al 10% desde que empezamos a convivir con la Covid-19. Es decir, uno de cada 10 productos de la cesta de la compra.
Entre ellos destacan algunos tan habituales en nuestras cocinas como el aceite de oliva (que ha subido un 25%), otros aceites (un 38%), la carne de ovino y caprino (un 30%), la pasta (un 17%), la fruta (un 11%) la margarina (un 11%) o los refrescos (un 10%).
También llaman la atención las subidas de precios en las prendas de vestir de hombre (un 25%), de mujer (un 24%), de niño (un 21%). Así como los incrementos en otros artículos de vestir como paraguas o guantes (un 37%) o el calzado de niño (un 21%), de mujer (un 17%) y de hombre (un 15%).
En la evolución de estos artículos hay que tener en cuenta que estamos comparando un periodo de plena temporada (como diciembre) con uno intermedio entre rebajas y nueva temporada (febrero).
Las gasolinas también se han visto muy afectadas por el virus, aunque en un doble sentido. Durante el confinamiento sus precios cayeron debido a la escasa demanda de combustibles. Pero una vez que se retornó a la “nueva normalidad” comenzaron a subir, tendencia que se hizo mucho más patente a partir de mediados del año pasado.
Desde febrero de 2020 el precio de la gasolina ha subido un 13% y el del gasóleo un 11%.
Dado que muchas personas optaron por comprarse una bicicleta para poder transitar al aire libre sin mascarilla, esta gran demanda provocó un aumento de precios de este medio de transporte, que posteriormente se ha ido suavizando. Desde que comenzó la pandemia las bicis son un 11% más caras.
Hidrocarburos licuados como el butano o el propano tampoco han sido ajenos a la tendencia al alza de los precios. Han subido un 27% desde el inicio de la pandemia. También han aumentado notablemente los precios de la joyería y bisutería (un 14%), de los paquetes turísticos nacionales y de las comisiones bancarias (casi un 11% en ambos casos).
En cuatro artículos del IPC el precio no ha cambiado respecto a febrero de 2020. Han mantenido oscilaciones de un mes a otro. Pero en el acumulado de todos estos meses la variación de sus precios es cero.
Se trata del transporte de pasajeros en tren, los juegos de azar, las tasas administrativas y los servicios jurídicos y contables.
Aunque la gran mayoría de artículos de la cesta de la compra son ahora más caros que antes de la pandemia, algunos (pocos) han bajado de precio.
Entre ellos, la subclase del IPC que recoge peajes, aparcamientos públicos y parquímetros. Ha bajado un 22% después de que varios tramos de autopistas pasaran a ser gratuitas desde que comenzó a circular por España el virus.
Los vuelos internacionales han reducido precios un 13% tras verse afectados por el cierre de fronteras y las limitaciones durante muchos meses de pandemia. Los nacionales también son ahora más baratos, pero sólo un 5%.
En el ranking de lo que más ha caído de precio figuran varios productos relacionados con los móviles, como los equipos (que han bajado casi un 13%) o los servicios de telefonía (un 8%).
Otros productos informáticos también han bajado precios debido a su mayor demanda, como los ordenadores o los soportes pregrabados.
Por último, la caída de las ventas de coches nuevos ha dinamizado el mercado de segundo mano, lo que ha provocado que sus precios sean ahora un 7% más bajos que en febrero de 2020.
Las perspectivas para los próximos meses no son esperanzadoras, sobre todo si no se moderan los precios de la electricidad y los llamados “efectos de segunda ronda” tensan más al alza lo que pagamos por alimentos y otros bienes y servicios. El posible traslado a salarios también puede tener un efecto de retroalimentación y generar nuevas presiones.
El vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, ya ha reconocido que la alta inflación "quizás no sea tan transitoria" como se había previsto hace unos meses. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, también espera que se mantenga “relativamente alta” en el primer trimestre de 2022.
Los empresarios también apuestan porque sigue alta. El 30% prevé subir sus precios este trimestre.
La escalada de la inflación va a penalizar, sobre todo, a los que no pueden aumentar sus ingresos al mismo ritmo que el IPC. Y ello provocará una pérdida de su nivel adquisitivo si la situación se prolonga. Por ello, esperemos que en unos meses el virus sea no sólo menos mortal, sino también menos inflacionista.