Un año de teletrabajo: la gran oportunidad de la España vaciada
La plataforma "Vente a vivir al pueblo" ha recibido más de 100.000 consultas desde que se estrenó en septiembre
"La casa que tengo ahora es el doble de grande que la de Madrid y pago la mitad", asegura un hombre que se mudó al campo hace seis meses
Beatriz y Carlos han cambiado su piso de Lavapiés (Madrid) por un una casa, con huerto y Gallinas en Xinzo de Limia (Ourense)
“Tranquilidad, calidad de vida y el contacto con la gente”. Son las ventajas que resalta Pedro Aizpun de su nueva vida. Hace seis meses este hombre, de 46 años, decidió hacer las maletas, abandonar el céntrico barrio de Malasaña (Madrid) por Covarrubias (Burgos), una localidad de menos de 600 habitantes. Aizpun, que trabaja en una empresa de promoción turística –A{2h}de- pudo dar ese paso gracias al teletrabajo. “Me pillas dando un paseo por el campo”, cuenta nada más descolgar el teléfono a eso de las dos de la tarde. “¿Qué estoy viendo? Una zona de huertos, cerezos. Es una placer la verdad”.
Hace justo un año millones de trabajadores se lanzaron por primera vez al trabajo en remoto por la pandemia. En 2019 apenas el 4,5% de los españoles habían teletrabajado, según el INE, una cifra superó el 30% en los meses más duros del confinamiento de 2020. Un buen número de esos trabajadores siguen trabajando desde su casa. Y ante ese escenario, los pueblos han visto una oportunidad: muchos empleados han preferido cambiar la urbe por el mundo rural. Al fin y al cabo, solo necesitan un ordenador y una buena conexión a internet para desarrollar su actividad.
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“Yo tenía claro que un segundo confinamiento no lo quería pasar en Madrid, y me vine en octubre. La casa donde vivo ahora es el doble de grande que la que tenía y pago la mitad”, explica Aizpun. “No fue algo traumático, porque no tuve que dejar mi puesto. Yo aquí estoy a gusto y además puedo seguir desarrollando mi trabajo”. Eso sí, este hombre tenía claro que quería estar relativamente cerca de una gran ciudad. “Tenía que cumplir con la regla de las dos horas y tener una capital de provincia cerca, por aquello de los servicios”. Covarrubias está a 200 km de Madrid y a apenas 50 km de Burgos. “Estoy sin fecha de vuelta”, concluye Aizpun.
El alcalde de Covarrubias reconoce ese interés creciente de los urbanitas por cambiar de aires e instalarse en el campo. “Hemos notado un movimiento importante este año. Hay varios perfiles de gente, muchos buscan un pueblo, con colegio, cerca de una ciudad para poder aprovechar el teletrabajo”, indica Millán Bermejo. El primer edil de esta localidad cuenta que hace unos días se puso en contacto con el ayuntamiento una pareja con dos niños pequeños, que ha pensado en trasladarse al municipio porque con el teletrabajo solo necesitan moverse un par de veces al mes y están cansados de vivir en un piso.
“Ahora nos queda la segunda variable: conseguir que la gente se empadrone. Muchos vienen de Bilbao o Madrid y quieren seguir manteniendo su médico allí, por eso en el censo no se nota tanto. Pero es importante el padrón para poder desarrollar las infraestructuras”, expone Bermejo. El primer edil defiende que una de las claves del éxito de su municipio es tener “una buena red de telecomunicaciones. Incluso tenemos un sistema que permite contratar internet por fines de semana o meses”.
Precisamente Telefónica inició la extensión de la red 5G en septiembre. A finales de 2020 la operadora había superado su objetivo de alcanzar el 75% del territorio, un punto clave para la vertebración territorial y de la España vaciada.
Beatriz y Carlos decidieron cambiar su piso de 50 metros cuadrados en Lavapiés (Madrid) por una casa con huerto y hasta gallinas en Xinzo de Limia (Ourense), un localidad que no llega a 10.000 habitantes. "Pasamos el confinamiento en Madrid, pero en verano decidimos cambiar y nos vinimos a la casa de mis abuelos. Y nos gustó bastante", explica Carlos. "El cambio es grande. Es verdad que hemos perdido algunas cosas, como vida social, pero tenemos más libertad, calidad de vida y un relax que no teníamos en la ciudad"
Esta pareja tiene una agencia de traducción y una larga experiencia en el teletrabajo, una de las claves para haberse podido mudar. "Nosotros no estábamos atados a un sitio. Todo lo que hacemos es a distancia, podemos plantearnos de un día para otro irnos. Además a pesar de que no nos falta trabajo, sí es verdad que hemos tenido un descenso de facturación de clientes y lo hemos compensado con el ahorro que supone vivir aquí. Por ahora nos quedamos".
“No hay estadísticas de cuánta gente se ha venido a vivir a los pueblos porque muchos no se ha empadronado si no han tenido la necesidad de ir al médico”, según Lidia Díaz. La presidenta de la Asociación Española contra la Despoblación se muestra en cierta manera esperanzada por este auge gracias al teletrabajo. “Es una oportunidad que no debemos dejar pasar. Será la última para que el mundo rural siga teniendo vida y para conservar su patrimonio”.
“Te tiene que gustar la vida en el campo. No es lo mismo ir en verano que suele haber fiestas, que en invierno, que hace mucho frío y hay menos luz. Es verdad que ha venido mucha gente, pero se nos ha muerto mucha gente mayor también por el coronavirus. Habrá que ver si las empresas en un futuro deciden que se sigue teletrabajando y por tanto sus empleados se pueden quedar. En caso contrario, habrá sido un sueño”, concluye Díaz.
Desde que nació en septiembre la plataforma “Vente a vivir al pueblo” ha recibido más de 100.000 consultas. La web conecta a gente que se quiere ir a vivir con pequeños municipios según sus necesidades y preferencias. “Las empresas se han deshecho de muchos metros cuadrados de oficinas e instan a teletrabajar”, expone el presidente de este plataforma. Ramón Pradera añade otros motivos a ese interés creciente por lo rural: “muchas personas viven en espacios pequeños. El confinamiento ha disparado esa demanda por tener algo mejor. Y además quieren reducir gastos. En Madrid puedes pagar 1.300 euros por un alquiler y en el pueblo no llega a 300 euros”.
Salmeroncillos (Cuenca) apenas tiene 100 habitantes, pero en el último año ha visto cómo se incrementaba su población hasta un 10%. “El pueblo ha dado vaivenes, ha venido gente pero también se ha marchado”, cuenta al otro lado del teléfono Enrique Guerrero. El alcalde asegura que el pueblo noto un importante repunte sobre todo durante el confinamiento y aunque algunos se han quedado, reconoce que otros han vuelto a irse.
Más satisfecho está el alcalde de Jubrique (Málaga), de casi 600 habitantes. “Hemos aumentado muchísimo la población, gente que ha venido a hacer inversiones, a teletrabajar”, asegura Alberto Benítez. “Yo creo que se quiere volver a lo rural, es una oportunidad”. Y para retener a esos nuevos vecinos el Ayuntamiento de esta localidad ultima una buena conexión a internet. “La fibra nos la están instalando ahora. Era una de nuestras prioridades. Yo creo que ahora atraeremos a más gente”.