Siete días de conflicto abierto entre Rusia y Ucrania. Séptima jornada en la que los mercados energéticos, desatados ya de por sí este invierno, han terminado de desbocarse. El gas natural ha alcanzado los 194 euros esta mañana en el índice de referencia europeo. Casi un 50% más respecto a la cifra de cierre del martes. El barril de petróleo Brent ha llegado en la sesión del miércoles casi a los 114 dólares, su nivel máximo desde 2014.
Detrás de esta escalada, que se ha frenado a lo largo de la mañana, está la creciente incertidumbre sobre el suministro de gas y petróleo desde Rusia. "La llave del gas se puede cerrar por dos bandas: la rusa o la europea", explica Josep Lladós, profesor de Economía en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Tras las sanciones aplicadas a Rusia, Europa teme represalias en forma de cortes al suministro. De hecho, su portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zajarova, ha señalado que la paralización indefinida del gasoducto Nord Stream 2 derivará en "daños irreversibles" en la relación rusa con Alemania, donde desembocaba la tubería. La compañía gestora del conducto, una filial suiza del gigante ruso gasístico Gazprom, ha desmentido los rumores de bancarrota, pero ha confirmado el despido de sus trabajadores.
Con lo que se reduce más el acceso al gas ruso. ¿Puede permitirse Europa prescindir de Rusia como proveedor? En el primer cuatrimestre de 2021 supuso el 46,8% de las importaciones de gas y el 24,7% de las de crudo, según datos de Eurostat. Para algunos países como Hungría o Alemania el porcentaje es mucho más alto.
"Por muchas sanciones y mucho aislamiento que estemos aplicando, donde más dolería a la economía rusa es en la exportación de productos energéticos", dice Lladós. "Pero Europa todavía es más dependiente de las importaciones", confirma.
Un reciente informe de Bruegel señala que el Viejo Continente debería reducir entre un 10% y un 15% su demanda para sobrevivir al invierno. "¿Se puede sustituir el gas ruso? Sí, pero con el tiempo y sin duda siendo mucho más caro", señala Lladós. Para ello, habría que cubrir el suministro con gas licuado estadounidense o catarí, que ya exportando casi al máximo de su capacidad.
"Al colapso del transporte marítimo y de los puertos, se suma que tampoco hay tantas plantas de regasificación y las interconexiones de estas no son las óptimas", comenta el profesor. España, que cuenta con la cuarta parte de estas instalaciones en Europa, apenas está conectada a la red comunitaria. Ante estas dificultades, asegurar el suministro pasa por pujar frente a China, cuya demanda de GNL no para de crecer -aunque las buenas temperaturas este invierno lo han frenado-.
Esta dependencia ha frenado de momento las sanciones a Rusia en el ámbito de la energía. El vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, indicaba este lunes que la UE no excluye prohibir la importación de gas o petróleo ruso al mercado europeo. Pero precisaba que por el momento "no hay nada" concreto sobre la mesa.
Una postura que se ha solidificado este miércoles. La UE ha sacado del sistema bancario Swift a siete de las principales bancos rusos. Pero ha dejado a dos de los 'pesos pesados', Sberbank y Gazprombank. Este último es propiedad de Gazprom, la empresa estatal constructora del Nord Stream 2. Y es que estos dos bancos las gestionan transacciones energéticas con la Unión.
Los críticos con esta política apuntan que si Europa deja de comprar el gas y petróleo a Rusia su economía se ahoga. En el caso del crudo, de los 5 millones de barriles que exporta diariamente, el 60% van a la UE. "Le pagamos una factura muy alta a Rusia y se está usando para financiar la agresión militar", admitía este lunes el Alto Representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell.
La tensión geopolítica acrecenta un problema energético que lleva meses lastrando a Europa y que incluso ha reabierto el debate sobre la energía nuclear. "No está claro lo que va a durar el conflicto, ni cómo se va a resolver. Con lo que todos los contratos a futuro suben porque el riesgo es mayor", señala Lladós.
Ya sea por decisión de Moscú o Bruselas, prescindir los combustibles rusos parece inviable a corto plazo sin una subida notable de precios. Esto también azuzaría la inflación, que en la eurozona alcanzó la cifra récord del 5,8% en febrero. Así lo ha señalado el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos.
Deterioraría asimismo las perspectivas de crecimiento. El comisario de Economía europeo, Paolo Gentiloni, ha destacado la posibilidad de que la UE tenga que revisar su pronóstico de crecimiento del 4% para 2022, previsto en enero. Una combinación que se traduciría en una reducción de las rentas disponibles de las familias y un estrechamiento de los márgenes empresariales.
Por ahora la estrategia pasa por tratar de capar los precios. Así, la Agencia Internacional de la Energía (AIE), acordaba este martes liberar 60 millones de barriles de petróleo procedentes de las reservas de emergencia de sus países miembro. La mitad los aportará EEUU; el resto, los socios europeos y asiáticos. Este lanzamiento conjunto no se aplicaba desde la guerra civil en Libia en 2011.
Preguntado sobre si surtirá efecto para frenar los precios Josep Lladós dice que sí. "El golpe lo estamos paliando ya a base de reservas estratégicas", comenta. Pero es difícil encontrar nuevas fuentes. "Muchas empresas han dejado de buscar nuevos yacimientos porque es caro y también han subido los costes de producción", añade Lladós.
Por su parte la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (la llamada OPEP+), sigue su paulatina hoja de ruta para recuperar los niveles de producción de prepandemia. Un aumento mensual de 400.000 barriles al día que fijaron en agosto y no han ampliado en estos meses de crisis energética. Ni siquiera por el estallido del conflicto. Entre los países adheridos a la alianza original, está Rusia. Es el primer productor de estos, con una cuota superior a los 10,4 millones de barriles diarios para abril.
¿Y como afecta esto al ciudadano de a pie? España tiene como proveedor principal de su gas a Argelia, y de su crudo a Nigeria, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores). No a Rusia. Pero los mercados energéticos están interconectados, por lo que los precios suben (y bajan) de forma generalizada.
Así, este jueves el precio mayorista de la luz en España, llegará a los 341,52 euros por megavatio hora (MWh) de media. El precio más alto en lo que va de 2022 y el tercero en la serie histórica. La ausencia de borrascas ha reducido además la generación hidráulica (un 72,2% menos en febrero, según datos del Grupo ASE) y la eólica (baja un 26,7%), a la vez que eleva la producción de los ciclos combinados de gas (281%).
Ante una primavera en la que la factura parece no va a dar tregua, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado este miércoles la prórroga de las rebajas fiscales a la electricidad. Iban a acabar el 31 de marzo; ahora lo harán el 30 de junio.
Aunque al igual que de Guindós ha admitido el posible impacto en la inflación y el crecimiento, la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, ha querido mandar un mensaje de tranquilidad. Según ella, el impacto en el canal financiero y desde el punto de vista comercial para España no será muy relevante.