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En la reciente cumbre del clima de Madrid se han esbozado distintas actuaciones para atajar las desastrosas consecuencias del calentamiento global. Una de ellas, ha sido la de fomentar el teletrabajo como vía para reducir los desplazamientos laborales que millones de personas realizan a diario entre su domicilio y su centro de trabajo. Y, de esta manera, reducir la contaminación que producen dichos trayectos.
La opción sería muy bien recibida por millones de trabajadores. Pero, a día de hoy, es más una quimera que una realidad. De hecho, muy pocas personas en España pueden trabajar desde su casa.
Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) el 91,5% de las personas ocupadas en España no trabajan ni un solo día desde su domicilio particular. Y aunque este porcentaje se ha ido reduciendo en los últimos años, el descenso ha sido muy moderado (hace 10 años era del 94%).
Esto supone que hay 17,69 millones de ocupados (de los 19,33 millones de toda España), que trabajan todos los días lejos de casa. Y hay otros 621.800 que han trabajado sólo de forma ocasional desde su domicilio.
Por lo tanto, quedarían 823.600 ocupados que trabaja más de la mitad de los días de su jornada laboral desde casa. Esta minoría de “privilegiados” apenas supone, en cifras relativas, el 4,3% del total de personas que trabajan en España.
Es cierto que esta cifra está en máximos históricos. Y que ha crecido un 29% en los 10 últimos años. Pero queda aún muy lejos de lo que sería deseable para que surtiera efecto como freno a la situación medioambiental planteada en distintos foros y, más recientemente, en la cumbre de Madrid.
Incluso quedaría muy lejos de lo que sería deseable para los propios trabajadores, muchos de los cuales estarían encantados de poder trabajar con mayor frecuencia desde su casa.
Al analizar los datos por sexo apenas se encuentran diferencias. El 92,2% de las mujeres y el 91,0% de los hombres no han trabajado ningún día desde su domicilio particular. Y el 4,3% de los hombres y el 4,2% de las mujeres lo hizo más de la mitad de los días que trabajó.
Sólo hay alguna diferencia, aunque reducida, entre los que trabajan ocasionalmente desde casa. Y es a favor de los hombres. El 3,7% del total lo hace, frente al 2,6% de las mujeres.
Por edad, en cambio, si hay diferencias. Y, al contrario de lo que muchos pensamos, lo cierto es que los ocupados de mayor edad disfrutan en mayor medida del teletrabajo que los jóvenes.
Así, el 5% de los que tienen 55 o más años hacen su jornada laboral desde casa en más de la mitad de los días. Y para los que tienen entre 35 y 55 los porcentajes son algo menores, pero similares.
En cambio, el 97,8% de los jóvenes de 16 a 24 años no trabaja nunca en su casa. Y menos del 1% de ellos logra hacerlo con asiduidad.
Todo indicaba que los avances tecnológicos iban a impulsar el teletrabajo. Pero, a la vista de los datos, no parece que esta nueva modalidad laboral esté ganando peso de forma notoria tras la masiva implantación de internet, las apps y el resto de opciones que ha abierto la informática.
Estamos más conectados, sí. Pero seguimos trabajando en la oficina. Todo ello en detrimento del bienestar de los propios trabajadores. Y, sobre todo, del planeta.