La revolución en la forma de comunicar de los banqueros centrales

  • La comunicación se ha convertido en una herramienta más de política monetaria

  • Hace quince años era impensable que un banquero central hablara con claridad sobre lo que pensaba hacer

Hubo un tiempo en el que para poder leer un correo electrónico la única opción era encontrar hueco en un cibercafé. Hace no tanto, la manera de ver una buena película en casa era comprar el DVD. Y solo diez o quince años atrás, si uno entendía lo que acababa de decir un banquero central, entonces probablemente significaba que no había comprendido nada en realidad. Las palabras que lanzaban esos seres elevados a rango de master del universo eran puro arte criptográfico.

“Hoy nadie se enorgullecería de decir: si me has entendido es que eres estúpido”, recordaba Mario Draghi durante su última rueda de prensa al frente del Banco Central Europeo (BCE). Sonaba un poco a algo que vino a decir en su día Alan Greenspan (no exactamente con esas palabras), cuando era el maestro de la Reserva Federal (el banco central de EE.UU.).

La comunicación de estos banqueros ha cambiado tanto, tantísimo, que incluso se ha convertido en una herramienta de política monetaria. Algo absolutamente impensable hace unos pocos años. A ver, no es que el nivel haya bajado tanto que escuchar una rueda de prensa del BCE parezca la Champions League (en palabras del vicepresidente Luis de Guindos). “Uno tiene que ser cauteloso cuando cambia de audiencia y adapta el lenguaje porque de manera natural terminas en otro reino, el de la política”, explicaba Draghi. El discurso oficial sigue siendo más bien técnico, conciso, parco en ocasiones, pero mucho más claro.

Que un banco central diga lo que va a hacer de aquí a dentro de uno o dos años era inaudito hace bien poco. En Europa ya tenemos claro que hasta que la inflación no remonte y se acerque al 2%, los tipos seguirán a cero. Lo dice así, tal cual, el último comunicado del BCE. ¡Inconcebible! En la economía había una escuela que decía que si el mercado adivinaba tu próxima jugada, llegado el momento perdería efectividad. La política monetaria era más una cuestión de “tachán, tachán” y pillar a la gente con el pie cambiado. De ahí, esos antiguos mensajes marcianos.

El nuevo estilo de comunicación no se practica solo en Europa, sino en el resto de grandes bancos centrales. Los periodistas (y quien quiera, por supuesto), tenemos acceso hasta a las minutas de las reuniones clave; de qué hablan, qué datos presentan, qué les preocupa, cuáles son las respuestas...

En su despedida ante los medios, Draghi ha querido agradecer a los reporteros en la sala por haberle ayudado con esta nueva herramienta de la comunicación. “Vuestra interacción ha sido esencial. Vuestras inquisitivas preguntas nos han estimulado para tratar de lograr una mayor transparencia”.

Hablaba la misma persona que asombró al mundo con el poder de solo tres palabras (el “whatever it takes” famoso) y con las que pasará a la historia del euro. Una variante banquera de Gandalf en la batalla de la Cima de ‘El señor de los anillos’. “Ha sido una experiencia intensa, profunda y fascinante”, ha confesado Draghi sobre sus ocho años al frente del BCE.

Solo un graduado en el arte de la comunicación de un banquero central, pese a todo el encorsetamiento del puesto, podría llegar a la siguiente conclusión: “una de las cosas que uno debería intentar es, desde luego, no ser aburrido”.