La recarga de un coche eléctrico: cómo hacerla y cuánto cuesta
El coste en energía de un eléctrico cada 100 km está entre los 2,27 € para una recarga doméstica y 6,16 € para una rápida
Para instalar un enchufe mural en nuestra plaza comunitaria solo es necesario informar formalmente al presidente o administrador
El automóvil eléctrico es la principal apuesta de las administraciones europea y española y obligatoriamente de los fabricantes en el acelerado proceso de descarbonización del Viejo Continente. En su contra juega la falta de infraestructura de puntos de recarga, la escasa autonomía y los interminables tiempos de recarga, aspectos que se van solucionando poco a poco.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) tiene como objetivo que en 2030 rueden por España tres millones de coches eléctricos. Con 11.517 puntos de recarga de acceso público en la actualidad, Anfac asegura que para suministrar energía a tanto vehículo sería imprescindible tener instalados, como mínimo, 340.000 puntos de recarga de acceso público. De llevarse a cabo esas previsiones, se eliminaría el primero de los grandes obstáculos señalados.
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Otro punto que podría provocar cierto recelo es el continuo incremento del precio de la electricidad. Pero basta echar un vistazo a la web del Ministerio para la Transición Ecológica, que compara el coste medio de uso de los automóviles en función de su fuente de energía, para observar que el coste en energía de un vehículo eléctrico cada 100 km puede oscilar entre los 2,27 euros para una recarga doméstica y 6,16 euros para recargas rápidas, mientras que el de un vehículo de gasolina es de 7,76 euros, lo cual indica que todavía hay margen de ahorro.
En fin, ante el inminente desembarco masivo de los vehículos eléctricos, lo mejor es profundizar en los tipos de cargas eléctricas, los cargadores y las velocidades de recarga, para estar preparado y no tener dificultades a la hora de cargar las baterías.
Las unidades de medida
Para ello, lo primero es identificar las medidas que utilizamos hoy en día en los vehículos de combustión con sus equivalentes eléctricos.
- El kilovatio es la unidad que se utiliza para medir la potencia eléctrica: los caballos del coche. A mayor número de kilovatios, mayor potencia. Pero también es la cantidad de electricidad que sale de la manguera a la hora de recargar el coche; es decir, el caudal de combustible que sale del surtidor, en el caso de los coches con motor térmico. Por tanto, un cargador de muchos kilovatios debería cargar el coche en menos tiempo, aunque también hay que tener en cuenta si la batería admite una potencia elevada de carga al instante.
- El kilovatio/hora (kWh), que es la capacidad de energía capaz de almacenar la batería, o continuando con el símil, los litros de carburante que pueden entrar en el depósito de un vehículo de combustión.
- La tercera magnitud importante es el kilovatio hora a los 100 km, o lo que es lo mismo, el consumo de electricidad a los 100 km. Así pues, lo deseable es que el vehículo presuma de una cifra elevada en los dos primeros y lo más baja posible en el tercero.
Corriente alterna y continua
Antes de entrar en los modos de carga es preciso distinguir entre corriente continua (CC) y alterna (CA). En el coche, la corriente continua (CC) es la fuente de energía que la batería transmite al motor. Cada batería está diseñada para producir corriente continua con un cierto nivel de voltaje (tensión eléctrica), así que, desde el momento de su producción, la electricidad ya está predeterminada según la distancia a la que se puede transportar a través del cableado.
Frente a estas limitaciones, la corriente alterna (CA) puede producirse en un generador y utilizar un transformador para subir o bajar la tensión de salida según las necesidades. Por eso los cargadores utilizan corriente alterna.
Modo 1 o carga superlenta
Se trata de un modo de carga que con enchufe doméstico normal (monofásico y se llama Schuko) entrega como máximo entre 2,8 kW y 3,6 kW. La lentitud de la carga más baja hace que este tipo de recarga no se emplee en los vehículos eléctricos pues tardaría muchas horas, sino en cuadriciclos, bicicletas y ciclomotores.
Modo 2 o carga lenta
También es un modo de carga lenta, que entrega como máximo 250 voltios y hasta 3,7 kW. si bien el cable ya dispone del sistema de protección y un interruptor diferencial. Es el que se utiliza para conectar el vehículo a una red doméstica y, gracias a los protocolos de información, desactiva la recarga cuando la conexión a la red no cumple las especificaciones. Por ello, al enchufar el cable suministrado por el fabricante a la red, la caja intermedia se encarga de comunicarse con el coche, de comprobar si la toma de tierra está bien y de abrir y cerrar la electricidad si ocurre algún problema, como que se esté cargando con demasiada potencia, que alguien desenchufe accidentalmente el cable o que registre alguna avería en el propio cable. El conector del cable es de tipo Schuko (enchufe doméstico) y solo permite pasar 16 amperios de intensidad, lo que limita la carga a 3,6 kW de potencia, lo que ralentiza la recarga de una batería de entre 22 y 24 kW/h a unas 6 u 8 horas.
Modo 3 o semirrápida
Para resolver el problema de la lentitud se ideó el modo 3, que es prácticamente igual el modo 2, si bien la caja incorporada en el cable está atornillada a la pared. Su principal virtud es que los cables son de mayor sección que los del domicilio, lo que permite llevar más potencia y cargar más rápido. Son los denominados “wallbox”, caja mural o de pared y se encargan de controlar la alimentación y la carga. Algunos fabricantes (cada vez más), regalan el wallbox y su instalación y su intensidad suele ser de 32 amperios y la potencia se sitúa entre 8 y 14 kW. En trifásica, la intensidad sube a 63 amperios y la potencia, entre 22 y 43 kW.
Hoy en día, más del 80% de las recargas se hacen en modo 3, si bien la mayoría de coche eléctricos actuales son incapaces de cargar a 43 kW. Este modo, con tiempos de carga de entre 1 y 3 horas, permite la recarga inteligente y es la que se emplea en puntos de recarga públicos, aparcamientos y zonas comerciales, además de en garajes de comunidades de vecinos.
Si se tiene un vehículo 100% este cargador mural es prácticamente imprescindible si no queremos eternizarnos en las recargas. Y lo cierto es que también es muy conveniente si se dispone de un híbrido enchufable.
El “wallbox”, sin permisos
El tiempo. En este sentido, señalar que para su instalación en comunidades de vecinos solo es necesario informar formalmente al presidente de la comunidad o al administrador de la finca, explicando la instalación que se va a realizar y guardar copia del documento con fecha, sello o firma; es decir, no tiene que avisarse a la comunidad de vecinos para instalar un cargador en el garaje, gracias a la Ley de Propiedad Horizontal, que se modificó el 23 de noviembre de 2009 y se publicó en el BOE número 283, 19/2009. Además, en 2014 se publicó el artículo 17.5 de la Ley de Propiedad Horizontal que, tras ser incluido por la ITC BT-52, señala que “si se trata de instalar en el aparcamiento del edificio un punto de recarga de vehículos eléctricos para uso privado, siempre que éste se ubique en un plaza individual del garaje, solo se requerirá la comunicación previa a la comunidad de que se procederá a su instalación, siempre que quede constancia de que el coste será asumido íntegramente por él o los interesados directos de la misma”.
Modo 4 o carga rápida
A diferencia de los anteriores modos de carga, este último se realiza con corriente continua. Es el que se utiliza para cargas rápidas en las denominadas “electrolineras”, ya que a ellas llegan potencias de carga elevadas desde grandes distancias. En casas, industrias, negocios, etcétera se utiliza corriente alterna, que llega a través de cables de alta tensión.
Esa corriente alterna llegaría al vehículo eléctrico a través de su propio cargador embarcado en el vehículo, que se encargaría de transformarla en corriente continua. Pero este transformador cuesta, pesa y ocupa proporcionalmente a la potencia que entrega; de manera que fabricar cargadores embarcados muy potentes no tiene sentido, ya que nunca tendremos en nuestro domicilio un enchufe tan potente, necesitaríamos un coche sumamente grande para albergarlo y su precio elevaría brutalmente el precio del automóvil.
Entonces, figuradamente, una estación de carga rápida es un cargador embarcado pero situado en el exterior del vehículo, que recibe corriente alterna a través de cables de alta tensión y la transforma en continua antes de introducirla directamente a la batería; es decir, sin pasar por el cargador embarcado del propio vehículo. Por eso y por su precio, acometida eléctrica término de potencia etc, este modo de recarga solo se puede llevar a cabo en electrolineras y es de pago.
Como en el caso anterior, la conexión enchufable se hace solo del lado del vehículo, mientras que el otro conector está fijo en la torre de recarga, en la infraestructura.
Estos supercargadores, con una intensidad y un voltaje eléctricos de hasta 600 voltios y 400 amperios obtienen entre 125 y 240 kW de potencia máxima; es decir, que la mayoría de vehículos eléctricos alcanzarían en menos de media hora una carga del 80% de la batería, ya que más allá de ese 80% no es posible cargar un coche eléctrico tan deprisa.
Para recargar en supercargadores es necesario una tarjeta, como las de crédito, que te autoriza su empleo. Para ello, basta darse de alta en algunas de las compañías que disponen de este tipo de cargadores. A la hora de hacerlo, te indica el precio, que siempre es superior al de una carga con tarifa doméstica, pero aun así es asumible si es para traslados puntuales.