El Toyota Yaris es un urbano que no llega a los cuatro metros de largo, pero que ha mejorado de forma importante su estabilidad en carretera gracias a su crecimiento de cinco centímetros -mucho para sus dimensiones- en dos importantes cotas, la anchura y la distancia entre ejes.
Esto hace que si en la generación anterior el Yaris era un coche principalmente utilizable en la ciudad y desplazamientos relativamente cortos debido a una pisada ligera en exceso, ahora ha pasado a ser un modelo que dinámicamente se acerca mucho a la conducción de cualquier compacto pequeño. Ya no cansa conducir con él en trayectos prolongados como pasaba antes y su estabilidad es mucho más cercana a la ideal de cualquier auto que se use para hacer largos desplazamientos.
El Yaris probado tenía el nuevo sistema de hibridación que incluye dos motores eléctricos que apoyan el trabajo del motor a gasolina. Este pertenece a la misma gama de motores del Corolla (uno de los vehículos más vendidos en todo el mundo, por cierto) pero con un cilindro menos (solo tres). Esto le otorga la deseada etiqueta ECO y le acerca más al típico espíritu urbanita de los coches pequeños.
-Sus medidas son 3,94 metros de largo, por 1,74 de ancho y 1,5 metros de alto, con una considerable batalla para su tamaño de 2,56 metros. Es ligero, con 1.085 kilos de peso. En cuanto a su maletero cuenta con 286 litros de capacidad -algo pequeño para el segmento, pero el Yaris en general lo es-. Está homologado para cinco pasajeros, pero por supuesto o son niños o las plazas reales son cuatro.
-El motor es por tanto un propulsor a gasolina de tres cilindros y 1.496 c.c. con inyección directa y sistema de arranque y parada automática en los semáforos, por ejemplo. Se ayuda de los dos motores eléctricos citados, aunque realmente solo uno apoya la impulsión, mientras el otro sirve de motor de arranque y de generador para cargar la baterías. La potencia conjunta que alcanza el sistema es de 116 caballos. Alcanza los 175 km/h de velocidad, acelerando de 0-100 km/h en 9,7 segundos.
-La tracción es al eje delantero tanto por el motor a gasolina como por el eléctrico y se ejerce por una caja de cambios automática tipo CVT. Sus frenos son de discos ventilados y de discos en el eje trasero, algo a destacar que muchos otros rivales no se sirven ofrecer. Y esto a pesar de aportar el sistema de regeneración de la frenada y un modo “B” en la palanca de cambios que sirve para forzar la regeneración. Esta sirve como freno motor potenciado para hacer una conducción a pedal único en la ciudad, minimizando el gasto de combustible.
-En cuanto a sus ayudas a la conducción, cuenta con el habitual paquete denominado Safety Sense de Toyota compuesto por sistemas como el de mantenimiento de carril, los sistemas de frenada de emergencia y reconocimiento de peatones, el reconocimiento de señales de tráfico o el cambio automático de luces. En cuanto a seguridad, una novedad interesante es el airbag situado entre los asientos delanteros que evita choques entre sus pasajeros en caso de colisión.
-Respecto a los sistemas de información y entretenimiento, cuenta con una pantalla en el centro del salpicadero de 8 pulgadas, con el mismo sistema multimedia del RAV4 y el Corolla, que es compatible con Apple CarPlay y Android Auto e incorpora la cámara de visión trasera. También ofrece una instrumentación muy completa y muy informativa detrás del volante.
Del nuevo Yaris que llegó al mercado en la segunda mitad del pasado año hay que destacar su nueva pisada. Ahora se ha convertido en un coche que no sólo se encuentra a gusto ratoneando en la ciudad. Su nuevo carácter, mucho más asentado en el asfalto, le convierte en un automóvil igualmente digno para afrontar viajes largos.
El Yaris me pareció un coche bastante rápido en sus reacciones iniciales debido al apoyo del motor eléctrico, aunque su aceleración en el 0-100 km/h sea discreta. Desde luego es ágil y sus suspensiones también generan sensación de coche más grande, apoyando correctamente en los giros, sujetando mejor sus inercias y aislando bastante de todas las imperfecciones del asfalto. Su frenada se dosifica bastante bien.
También la postura de conducción es buena y es fácil encontrarse a gusto. Además, también es más elevada respecto a la carretera que antes, lo que incrementa la visibilidad y la sensación de control sobre las circunstancias de conducción.
En su nuevo espíritu viajero hay que anotar que no se requiera mucho espacio, debido sobre todo a su pequeño maletero. Lo mejor de este último son sus formas muy cúbicas que hacen muy sencillo aprovechar su espacio al máximo.
Se siente ahora mucho más firme en todas las circunstancias de conducción, aunque su ligereza de peso y batalla limitada por sus medidas generales, le limiten. También le penaliza la típica dirección electrónica, rápida y dócil, ideal para la ciudad y para realizar maniobras, pero poco firme, que sobre todo con algo de viento hace que haya que estar corrigiendo la trayectoria con pequeños movimientos más de lo deseado. Sin ser un gran pero, es lo que menos me ha gustado del coche, además de una iluminación algo pobre.
Su consumo oficial combinado en ciclo WLTP es de 3,9 litros a los cien kilómetros. Me sorprendió que la fidelidad de los consumos reflejados por su sistema a esa cifra, incluso en autopista a máximas velocidades legales (el momento menos propicio para hacer consumos bajos de un híbrido, para el que la ciudad es su ecosistema preferido porque las frenadas le hacen recuperar energía con mucha frecuencia). Llegué a tener la impresión de que, quizá por algún fallo de la sensórica, el sistema no operaba con corrección y tendría que volver a probarlo con el método clásico físico. Pero lo cierto es que sus mediciones fueron siempre muy consistentes.
Su espacio interior es bueno en las plazas delanteras y muy razonable en las traseras, con numerosos huecos para depositar objetos. Agobia un poco que todo su interior sea negro, lo que hace que en el interior de un garaje sea difícil encontrar cosas, ya que su iluminación interior tampoco es muy potente. Las puertas traseras tienen un ángulo de apertura bastante bueno, pero son algo pequeñas, aunque, una vez más, equilibradas respecto al tamaño del vehículo. Los materiales eran más que correctos en el equipamiento probado y todo estaba bien rematado. La insonorización nos convenció a pesar de que las cajas CVT siempre tiran a ruidosas.
El Toyota Yaris tiene una versión solo a gasolina con la etiqueta C que es uno de los vehículos más baratos de su segmento (15.200 €) y también otra deportiva llamada GR. Pero aquí estamos para analizar la híbrida clásica que es la Active Tech que hemos probado y que tiene un precio de 18.700 € sin ayudas ni descuentos, por lo que resulta ser también una de las más baratas dentro del segmento de los híbridos urbanos, aunque sea más cara que la mayoría de los térmicos, lo cual es muy razonable debido a que el Yaris incluye el sistema híbrido eléctrico.
El análisis final es que el Yaris es un gran coche urbano, muy ahorrador, con unos consumos muy contenidos. Además, permite viajes largos con el límite de comodidad que pueda suponer su pequeño tamaño, pues por lo demás, se acerca bastante a la conducción de los compactos. Su equipamiento de infoentretenimiento y sistemas de seguridad son propios de segmentos superiores y la calidad general convence a primera vista y aún más con el uso. Creemos que vale lo cuesta y ofrece calidad de sobra para este precio.