En los últimos años han crecido las contrataciones de empleados con contratos fijos discontinuos y fijos continuos, unos contratos que resultan desconocidos para muchos trabajadores pues, aunque son parecidas, no son iguales y existen varias diferencias.
El trabajador fijo continuo o indefinido consiste en aquel que ingresa en la empresa para trabajar durante todo el año, es decir, de manera continuada, sin parones en el tiempo. Por lo general, estos trabajadores cuentan con una jornada completa, pero también puede ser a tiempo parcial en ciertas situaciones, informan desde la consultora Ayce Laboitax.
En el caso de los contratos fijos discontinuos, estos se caracterizan porque, a pesar de ser contratados con carácter fijo, se hace para periodos de tiempo concretos. En general, estos contratos se hacen para las campañas de Navidad, de verano o las rebajas.
Es este tipo de contratos, al igual que en el anterior, debe establecerse por escrito la duración estimada de la actividad y los criterios del Convenio Colectivo aplicable, para poder conocer de forma aproximada la jornada laboral y la distribución horaria.
Una vez que se finaliza el periodo de trabajo, el contrato no se extingue, sino que se interrumpe hasta el próximo periodo. Durante el tiempo que el trabajador ve interrumpida su jornada laboral, podrá cobrar prestación por desempleo y será cuando reinicie la actividad cuando el trabajador podrá parar esta prestación.
Además, durante el periodo de inactividad, el empleado podrá trabajar para otras empresas, siempre que no haya firmado un contrato de exclusividad.
En el caso del trabajador fijo discontinuo cuenta con contrato fijo e indefinido. Sin embargo, los contratos temporales solo son por un tiempo concreto, por unas circunstancias coyunturales y el trabajador no conserva el derecho a ser contratado en el futuro, recalcan desde la asesoría Analizza.