La economía española caerá este año un -12,4% según las nuevas previsiones de la Comisión Europea. En julio situó este descenso en el 10,9%. Sigue siendo la mayor caída desde la Guerra Civil, un destrozo sin paragón provocado por la pandemia y las medidas restrictivas para hacerle frente, tanto en el flanco interior como en el exterior por la caída brutal de actividades como el comercio y el turismo. En sus últimas previsiones, el Gobierno había previsto una caída del -11,2% y el FMI del -12,8%.
La buena noticia es que en 2021 y 2022 se crecerá con fuerza, por encima de la media europea. La mala es que ese crecimiento (5,4% y 4,8%, respectivamente) será menor al previsto y además será insuficiente para recuperar todo lo perdido. En sus presupuestos el Gobierno sostiene una recuperación mucho más fuerte para el año que viene del 7,1% y sin contar con el impacto de las ayudas europeas, que elevarían el crecimiento casi hasta el 10%. Es decir, el doble de lo que pronostica Bruselas.
Además de que Bruselas no puede saber qué medidas de confinamiento terminarán por aprobarse en noviembre y diciembre ni su impacto económico, estas previsiones están hechas con datos actualizados al 22 de octubre, hace dos semanas. Eso hace que no se haya incorporado el dato real de crecimiento del tercer trimestre sino una estimación que es 2,5 puntos menor. Y nadie esperaba en Bruselas –ni en Madrid- que la economía española fuera a rebotar un 16,7% en el tercer trimestre, con uno de los mejores comportamientos en Europa. Eso podría terminar por mejorar el dato final de 2020 y afectar a los de 2021 y 2022.
Las previsiones económicas aseguran que la pandemia es un shock para las economías global y europea con severas consecuencias sociales y económicas. Y estima que “la resurgencia de la pandemia en las últimas semanas está provocando disrupciones porque las autoridades nacionales introducen medidas de salud pública para limitar los contagios”. Así, Bruselas reconoce que “la situación epidemiológica provoca que las proyecciones de crecimiento en el horizonte que estudian estas previsiones estén sujetas a un grado muy elevado de incertidumbres y riesgos”. En castellano antiguo: que no tiene mucha idea de lo que pasará en los próximos dos años.
El comisario europeo de Economía, el italiano Paolo Gentiloni, dijo este mediodía que la pandemia ha provocado “la peor recesión de la historia de la Unión Europea”. Gentiloni dejó varios mensajes clave: no esperemos una salida en forma de V, “porque claramente no va a ocurrir”. También advirtió que los factores externos no ayudarán al crecimiento europeo porque el tortazo económico es global. En cuanto a España, con la peor caída en 2020 pero por encima de la media en 2021 y 2022, Gentiloni aseguró que la evolución española “refleja el efecto de la segunda ola, que golpeó a España antes que al resto de los Estados miembros”.
Los números sirven para contar por ejemplo que prácticamente toda Europa sigue el mismo camino. Caída rapidísima en las últimas semanas del primer trimestre coincidiendo con los primeros confinamientos, hundimiento sin precedentes en el segundo trimestre, crecimiento también histórico en el tercer trimestre al albur de los desconfinamientos y caída en el cuarto trimestre, aunque mucho menor a la del segundo.
Sumados los cuatro trimestres, todas las economías europeas caen, la española en cabeza, seguida de las que más dependen de sectores como el turismo. En la Eurozona, tras España, las más dañadas son Italia (-9,9%), Francia (-9,4%), Portugal (-9,3%) y Grecia (-9,0%). Países Bajos caerá un 5,3%, Alemania caerá un 5,6% y Bélgica un 8,4%. La media de la Eurozona es una contracción del 7,8%.
España dejará de ser el colista el próximo año y en 2022, cuando Bruselas espera que crezca más que Francia y que Italia, según los datos que publicó este jueves Eurostat, la Oficina Europea de Estadísticas. Mientras España crecería un 5,4% en 2021 y un 4,8% en 2022, Italia lo haría un 4,1% y un 2,8% y Francia un 5,8% y un 3,1% respectivamente. Alemania caerá este año un 5,6%, crecerá en 2021 un 3,5% y en 2022 un 2,6%. La media de la Eurozona da un crecimiento en 2021 del 4,2% y en 2022 del 3,0%.
En las previsiones de Eurostat de primavera, que no contemplaban una segunda oleada de la pandemia y la respuesta gubernamental en forma de toques de queda, cierre de actividades y diferentes grados de confinamientos, España caía un 9,4% este año y crecía un 7% en 2021. Esos números se los comió el virus.
Bruselas prevé que España cierre el año con un déficit público del 12,2% (Moncloa prevé un 11,3%), que caería al 9,6% en 2021 y al 8,6% en 2022. Esas caídas se explican por el mero crecimiento económico, no por ajustes, que la Comisión Europea aseguró en septiembre que no pedirá en 2021 y que todavía está por ver que vaya a pedir en 2022.
Esos datos harían que la española fuera la economía europea con más déficit este año, seguida de la belga (11,2%), la italiana (10,8%) y la francesa (10,5%). El déficit agregado de la Eurozona pegaría un salto triple con tirabuzón este año, al pasar del 0,5% de 2019 a un 8,5%.
La deuda, según estas previsiones económicas, quedaría anclada en el entorno del 120%: 2020 al 120,3%, 2021 al 122% y 2022 al 123,9%. La francesa cerrará este año con un 115,9% sobre PIB, un 117,8% en 2021 y un 119,4 en 2022. La italiana se disparará hasta el 159,6% este año, pero se mantendrá anclada en esa tasa los próximos dos años. Grecia seguirá siendo el peor alumno en esa clase, con un 207,1% en 2020, 200,7% en 2021 y 194,8% en 2022.
La Comisión Europea espera que la economía española cierre 2020 con una tasa de desempleo del 16,7%, que crecería en 2021 hasta el 17,9% y en 2022 quedaría en un 17,3%. En la Eurozona el desempleo iría del 8,3% de este año a un 9.4% en 2021 y un 8,9% en 2022%. En la tabla del desempleo destaca para mal, con España, la sospechosa habitual Grecia (18% en 2020, 17,5% en 2021 y 16,7% en 2022).
Las previsiones económicas están hechas teniendo en cuenta un escenario de Brexit sin acuerdo y en el que las relaciones comerciales con el Reino Unido se basarían, a partir del 1 de enero, en los términos generales de la Organización Mundial del Comercio, con la posible introducción de aranceles y cuotas de exportación.