¿Por qué les han dado el Nobel de Economía a Duflo, Banerjee y Kremer?
El jurado ha valorado su enfoque experimental para reducir la pobreza en el mundo
Duflo, con tan solo 46 años es la segunda mujer en la historia en lograr este premio
"Este no es un premio para nosotros sino para el movimiento que está empezando". Eran las primeras palabras de Abhijit Banerjee tras ser galardonado premio Nobel de Economía. Hablaba de la red que han creado de 400 profesores que investigan experimentando. "Es maravilloso porque vamos a lograr que sea más fácil que se abran las puertas para las políticas basadas en evidencia". Junto a Banerjee, su mujer, Esther Duflo (y que había sido la primera de los tres premiados en hablar por la mañana). "Ahora mismo el mundo está lleno de noticias deprimentes. Pero en las últimas tres décadas hay dos grupos a los que les ha ido bien: los ultra ricos y los ultra pobres", declaraba la francesa, la segunda mujer en conseguir el Nobel de Economía.
Y una pequeña parte del crédito de esa mejora en la vida de los que menos tienen se debe al "movimiento" que iniciaron estos tres economistas, y también amigos. Ellos fueron los primeros en empeñarse en aplicar una metodología experimental para luchar contra la pobreza. Técnicamente se llaman pruebas aleatorias (RCT’s en inglés por randomized controlled trials) y se parecen mucho a los ensayos que hace la medicina para saber si funciona o no un fármaco.
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Los primeros experimentos los realizó Michael Kremer en Kenia a mediados de los años noventa. Quería saber cuál era la mejor manera de aumentar la tasa de escolaridad de los niños. Y resultó que no era ni construir más colegios, ni regalar libros, ni contratar uniformes. Lo más efectivo era tratar a los a los niños de los gusanos intestinales que les provocaban diarreas constantes y les dejaban sin fuerzas.
¿Cómo lo averiguó? Se comprobó con un experimento: unos niños fueron tratados con una pastilla y otros no. La diferencia en su asistencia al colegio fue, en este caso, “la efectividad de la política”. Funcionó.
Este mismo enfoque se ha aplicado a múltiples entornos y situaciones. ¿Cómo se consigue aumentar la tasa de vacunación en los países pobres? Regalando un kilo de lentejas a las madres por tomarse la molestia de recorrer no sé cuántos kilómetros para vacunar al niño. ¿Cómo lograr que los niños avancen en la escuela? Enseñarles al nivel adecuado. Todas las respuestas se encontraron realizando estas pruebas aleatorias.
“En las ciencias sociales no estábamos acostumbrados a adoptar esta metodología”, explica José García Montalvo, catedrático de Economía Aplicada y miembro del jurado que premió a Esther Duflo con el Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en el año 2008. “Las pruebas aleatorias se empezaron a aplicar en la ayuda al desarrollo pero ahora se aplican a muchos más campos. Y ese impulso viene fundamentalmente de los tres premiados”, explica.
En el año 2003 Duflo, junto al que había sido su director de tesis (y ahora marido) Banerjee creó el laboratorio de la pobreza (J-PAL) para promover este tipo de investigación experimental. La idea era conseguir tejer una red de economistas y científicos sociales que aplicaran las pruebas aleatorias para seguir averiguando cómo mejorar la vida de los más pobres.
Cuando empezaron no les tomaron muy en serio. Recibían críticas por todas partes. "Hace veinte años cuando decías que ibas a hacer una prueba aleatoria te miraban como si vinieras de un psiquiátrico", recordaba Banerjee en su discurso. Pero ellos estaban convencidísimos de lo que hacían y poco a poco instituciones, gobiernos y ONG’s empezaron a hacer lo mismo que ellos. “De hecho en el Banco Mundial llegó un momento en el que si no era una prueba aleatoria no se realizaba el estudio”, explica Garcia Montalvo. Hasta la Fundación de Bill y Melinda Gates se interesó por las conclusiones de sus estudios para aplicarlas a sus programas de lucha contra la malaria.
Así que las cosas raras que hacían estos tres economistas dejaron de serlo y todo el mundo demandaba cierta garantía de que las políticas iban a funcionar. Duflo y Banerjee convencieron al gobierno de la India, por ejemplo, para que un día al año tratara a millones y millones de niños contra los parásitos intestinales. Sus investigaciones han tenido un impacto real y directo en la vida de las personas pobres.
En el año 2015, Esther Dufló recibió el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. “Nuestra ambición en J-PAL - para nada modesta -, es cambiar el mundo”, decía la francesa en su discurso.
“Hacen cosas interesantes que en el fondo salvan vidas”, apunta Pedro Rey Biel, profesor de economía del comportamiento en ESADE. “Están marcando una diferencia de manera perdurable y han cambiado la forma de hacer economía del desarrollo porque se puede evaluar el antes y el después de una política”.
Las pruebas aleatorias no las inventaron ellos. Ya estaban allí. Lo que han hecho Duflo, Banerjee y Kremer es utilizarlas para hacer economía y ayudar a los que menos tienen, viajando a estos países y conociendo de primera mano cuáles son sus problemas. Como dicen ellos en sus discursos, “para acabar con la pobreza hay que entenderla primero”.