El oro siempre ha sido valor refugio. Y más aún en épocas de crisis. Desde que se decretó el estado de alarma en marzo hasta septiembre la joyería es lo que más se ha encarecido en la cesta de la compra de las familias españolas. Su precio se ha disparado un 9,4% en este periodo según los datos del IPC del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Lo segundo que más ha subido en estos seis meses es la electricidad. Un 9,0%. Al pasar más tiempo en casa el consumo doméstico se ha incrementado. Y con ello, el precio. Es la ley de la oferta y la demanda.
Lo que sucede es que el impacto en los bolsillos de las familias españolas de la subida de la luz es mucho mayor. Todos los hogares consumen electricidad, y de forma habitual. Mientras que no todos compran joyas, y menos aún de forma frecuente.
En 2019 el gasto medio por hogar en electricidad fue de 797,79 euros, frente a los escasos 46,48 euros en productos de joyería y bisutería.
Tomando estos datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE como referencia, la subida del 9,0% de la luz entre marzo y septiembre está suponiendo un sobrecoste de 36 euros de media para cada familia.
Joyas y electricidad son sólo dos de las 221 subclases de bienes y servicios que detalla el IPC. Al analizarlos, algunos aumentos de precios destacan al incidir sobre productos de elevado consumo en los hogares españoles.
Entre ellos encontramos los paquetes turísticos nacionales. Han subido un 6,1% desde marzo debido al auge del turismo interno y ante las dificultades para viajar al extranjero. En este mismo sector, los servicios de alojamiento en “otros establecimientos”, como campings y albergues, se han encarecido un 5,1% en seis meses. El año pasado cada hogar se gastó 135 euros de media en paquetes nacionales y 107 euros en este tipo de establecimientos. Este año, el importe será mayor.
Otro producto que ha incrementado mucho su precio desde marzo es la fruta fresca. Dado que su consumo es elevado, la subida del 4,8% en lo que llevamos de pandemia también está afectando más negativamente a las economías familiares.
En 2019 el gasto medio por hogar en frutas fue de 354 euros. Con la actual subida de precio este gasto ha aumentado nueve euros en apenas seis meses.
La restauración supone la partida de mayor gasto entre las familias. En 2019, de media, cada hogar se gastó 2.272 euros en restaurantes, cafés y salas de baile. Por ello, aunque desde marzo sus precios apenas han subido un 0,6% (una décima cada mes), este ligero aumento si podría tener un elevado impacto en el consumo doméstico.
Y hablamos en condicional porque queda por dilucidar si el porcentaje del presupuesto familiar destinado a bares y restaurantes se ha mantenido durante la pandemia a los niveles del año pasado o si, como parece, ha descendido como consecuencia de la reducción de aforos en los establecimientos, la menor afluencia de clientes y los cierres temporales que se acaban de acordar para Cataluña.
Pero no todo ha subido de precio durante la pandemia. Los combustibles líquidos usados en la vivienda (para calefacción de uso doméstico) han bajado un 15% entre marzo y septiembre. Y los hidrocarburos licuados (como el butano o el propano) un 7,4%.
La crisis del turismo exterior ha tenido reflejo en los Vuelos internacionales, que han bajado un 11,3%. Y también en los hoteles, hostales y pensiones, que han reducido sus precios un 5,7% en un intento por captar una clientela que ha caído sensiblemente, sobre todo la que acudía desde el extranjero.
Si combinamos el efecto precio con el gasto que se realiza en cada producto de la cesta de la compra, queda claro que el componente que más ha aliviado los presupuestos familiares desde que comenzó la pandemia son los combustibles. En 2019 los hogares se dejaron, de media, algo más de 1.270 euros en gasolinas.
Pero el confinamiento durante el estado de alarma y la gradual vuelta a la actividad en la desescalada han reducido sensiblemente el consumo de gasóleo y gasolina. Y, una vez finalizado el estado de alarma, la demanda ha continuado débil ante el auge del teletrabajo. Entre marzo y septiembre los hogares se han dejado casi 30 euros menos en las gasolineras.
También han desahogado algo las economías familiares los precios de la compra de automóviles de segunda mano, del gas natural o de los servicios integrados de telefonía (fija, móvil, internet, y/o televisión de pago).
Aunque éstos no son los productos de la cesta de la compra que más han bajado, si representan un porcentaje destacado en cuanto al consumo que realizan los hogares. Y a menor precio, menor gasto.
La inflación apenas ha variado desde que comenzó la pandemia –solo ha subido un 0,1% en estos seis meses-. Pero hay que tener en cuenta que el IPC general refleja la media nacional, y que ésta raramente coincide con la cesta de la compra de cada particular.
Dependiendo de lo que consume cada familia el impacto de la pandemia variará. Así que, mejor apuntarse a lo que está bajando de precio. El bolsillo lo agradecerá.