Empleo y Producto Interior Bruto (PIB): ¿existe cierto desacople entre entras dos referencias sobre la marcha de la recuperación? Algunos analistas creen que el aumento del número de ocupados debería ir acompañado de un mayor crecimiento económico. Su argumento se basa en que el nivel de empleo es similar al previo a la pandemia. Es decir, de 20 millones de ocupados, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Pero que no sucede lo mismo con el PIB, cuyo índice se encuentra en 104 puntos, frente a los casi 111 del tercer trimestre de 2019. Es una diferencia de casi siete puntos, un 6,3% menos.
No obstante, el propio INE ha comentado en reiteradas ocasiones que en el contexto actual, el análisis de ciertas variables resulta más relevante que antes. Es el caso de las horas trabajadas para medir el empleo. Para ello es mejor utilizar datos de las cuentas nacionales, ya que recogen la cifra total, mientras que los de la EPA se refieren sólo a las del empleo principal.
Si hacemos caso a esta recomendación de los contables nacionales, resulta que en el tercer trimestre de 2021 se trabajaron 8.292 millones de horas, 273 millones menos que en el mismo periodo de 2019. Supone un descenso del 3,2% que, si tomamos como referencia para medir el empleo, el desajuste con el PIB ya no resultaría tan notorio.
El resto de este desfase se podría explicar, en gran parte, por los cambios experimentados en la estructura de la ocupación en estos dos años.
Según la EPA del tercer trimestre de 2021 en España hay 20.031.000 personas ocupadas. Pero aunque este número es prácticamente el mismo que el de hace dos años (hay 156.700 más), si se aprecia una evolución muy distinta según las diferentes ramas de actividad.
Así, se ha producido un fuerte descenso del empleo en la hostelería, con una caída de 184.200 ocupados.
También han bajado notablemente la ocupación en la industria manufacturera (99.200 empleos menos) y en el comercio (89.200 menos).
Por el contrario, los mayores incrementos se han dado en las actividades sanitarias (189.500 ocupados más) y en información y comunicaciones (85.200 más). Y también en otros sectores donde predomina el empleo público, como la educación.
En este sentido, llama la atención la dispar evolución de la ocupación en el sector público y en el privado.
Estos cambios en el número de ocupados han variado la estructura del empleo. En este sentido la hostelería figura como la gran perdedora. Ahora representa el 8,3% del empleo total, un punto menos que el 9,3% de hace dos años.
Los pesos relativos de la industria manufacturera y el comercio también han bajado considerablemente (0,6 puntos). Conviene recordar que son las ramas de actividad que más empleo generan en España.
En el otro lado, las actividades sanitarias y de servicios sociales, con gran presencia de funcionarios, representan ahora el 9,6% del empleo total. Hace dos años suponían el 8,7%.
Y otras actividades muy relacionadas con el sector público, como la Educación o la Administración y Defensa, también han incrementado su peso específico sobre el empleo total.
Si observamos la evolución de la estructura de las horas trabajadas en estos dos años los resultados son similares. Si cabe algo más notorios. En el sector público se han trabajado 63 millones de horas más en el tercer trimestre de 2021 que en el de 2019.
En el caso de los sectores de comercio, transporte y hostelería, muy ligados al turismo, las expectativas de una buena temporada veraniega no se han cumplido, debido a la persistencia de restricciones de aforo y horarios. Y, sobre todo, al turismo extranjero, que ha acudido en menor medida que en 2019 y cuyo gasto ha sido la mitad que el de aquel verano.
Es importante tener en cuenta que la apertura de hoteles y restaurantes requiere un mínimo de plantilla, independientemente de la facturación que se obtenga. Por lo que, en estos casos, el empleo estaría aumentando más que la actividad de estos sectores y, por tanto, más que el valor añadido bruto que aportan al PIB.
Pese a este cambio de estructura, la buena noticia es que muchas familias han recuperado empleo. Otras, sin embargo, deben despejar las dudas sobre el futuro de sus miembros que permanecen en ERTE. Situación en la que, por cierto, figuran como ocupados en la EPA, pero no aportan producción al PIB.
Si al salir de esa situación se incorporan a la ocupación y, por tanto, a la cadena productiva, serán buenas noticias. Pero si acaban en el paro, no tanto. Esperemos que prime la vuelta al trabajo.