Casi todos tienen estudios universitarios y una gran parte de ellos ha vivido una temporada en el extranjero -o sigue viviendo-. Además, algunos medios los tildaron de “generación perdida” porque se incorporaban a un mercado laboral castigado por la crisis económica y la ausencia de oportunidades profesionales. Se decía que era una generación que había vivido entre comodidades y a quienes se les había prometido un estupendo futuro si llegaban a él con una buena preparación y formación. Una promesa que parecía no poder cumplirse, al menos no de acuerdo a sus jóvenes expectativas. Así que a esta generación se le llamó primero la “generación sin futuro”, y más adelante, los Milenials o Millennials según el término inglés.
Han nacido en paralelo a la revolución tecnológica, y aunque no lo hicieron con un móvil o una tablet bajo el brazo -eso se reserva para la Generación Z- han crecido moviendo el dedo índice para tener libre el acceso al mundo de la información online y con la inmediatez de las cosas. Por eso, a menudo en el pasado, se les ha tachado de vagos, irresponsables y consentidos. Sin embargo, nadie ha estado tan preparado como ellos, ni ha sido tan consciente de la repercusión de casi cualquiera de sus actos.
Jóvenes inquietos, llenos de sueños y dispuestos a arriesgar para cumplirlos. Para el Milenial es esencial disfrutar de su tiempo, estar con sus amigos, viajar… Ya no prioriza- como hicimos la generación anterior- el trabajo “a cualquier precio”. Y justamente por eso, le concede una mayor importancia a su estabilidad económica, que en ocasiones es más difícil de conseguir. Sabe que algunas afirmaciones históricas no son ciertas como, por ejemplo, que el ahorro es para las personas mayores, que invertir en productos financieros es sólo para yuppies o que uno debe pensar en la jubilación pasados los 50. Son conscientes de que el ahorro es fundamental sea cual sea su nivel de ingresos: porque sigue habiendo trabajo para todos, lo que no hay es dinero para pagar a todos.
Según advierte el Fondo Monetario Internacional, es precisamente la generación Milenial la que más va a notar, en sus pensiones, el impacto del envejecimiento de la población, por lo que le conviene ponerse manos a la obra cuanto antes. Es decir, ya sabe que tienen que buscar una alternativa que le asegure una pensión para el futuro. En enero de este año, la consultora Britain Thinks publicaba los resultados de una encuesta, realizada a 500 jóvenes de entre 16 y 25 años (Milenial y Generación Z), sobre cómo manejaban el dinero. Fueron tan reveladores en relación a la falta de visión a largo plazo o de planes para contingencias, que muchos Milenials ya han empezado a ponerse las pilas y comienzan a disponer de un plan de jubilación.
No nos engañemos. Puede parecer que contratar un producto de ahorro para la jubilación, cuando no se han cumplido los treinta, genera cierta desazón. Pero este es otro mito que hay que tirar. Porque nada más lejos de la realidad. La clave está en contar con el asesoramiento adecuado antes de tomar una decisión.
En Tressis algunos de sus gestores financieros y patrimoniales también pertenecen a esta generación y comprenden la importancia de empezar a sacar rendimiento del ahorro lo antes posible. Ahorrar con anticipación hace que el esfuerzo sea menor. Es un hecho, para no tener que andar preocupándose en exceso hoy por lo que pasará mañana y poder vivir hoy al máximo sin tener que vivir al día Porque son dos cosas muy distintas. Eso quiere un Milenial.