Si este sábado pagamos la luz casi 100 euros más barata que ayer, en parte es gracias a Vladimir Putin. El presidente ruso ha vuelto a demostrar esta semana el poder que tiene en el convulso mercado del gas europeo. Los contratos con fecha entrega en enero arrancaron el lunes a 136 euros el megavatio hora (MWh), para dispararse a un récord de 180 euros el miércoles. El recorte de envíos de gas desde Siberia, el conflicto en Ucrania y los problemas de las centrales nucleares francesas fueron el caldo de cultivo perfecto para ello.
Pero un día después los precios volvieron a bajar hasta los 132 euros. Un vaivén de casi el 35% hacia arriba y, de nuevo, hacia abajo. ¿Qué motivó la caída del jueves? Pues que, una vez más, Putin negó el papel de Rusia, principal proveedora de gas para Europa, en la crisis energética que sufre el continente. "Estamos listos para ayudar, y lo estamos haciendo", agregó en la conferencia de final de año desde el Kremlin. Y, como ha ocurrido cada vez que Moscú ha tendido su mano, los precios se han relajado. Este viernes han caído hasta los 108 euros/MWh, su precio más bajo desde hace once días.
El mandatario ruso dijo que las acusaciones contra la compañía estatal de gas Gazprom son "mentiras". Resaltó que la empresa está cumpliendo con los contratos actuales y que no ha reservado capacidad extra para el gasoducto Yamal-Europa porque no tiene demanda de sus clientes europeos. De hecho, Putin alegó que Alemania está detrás de la escalada de precios.
Durante tres días el Yamal-Europa, que lleva el gas ruso hasta territorio germano, ha funcionado a la inversa, bombeando gas desde Alemania hacia Polonia y Ucrania. Rusia asegura que ellos no están detrás del parón, si no que los alemanes están revendiendo el gas. "Suministramos gas a Alemania con contratos a largo plazo y el precio es entre tres y cuatro, incluso entre seis y siete veces más barato que en el mercado spot del día. Con solo revender mil millones de metros cúbicos pueden ganar mil millones de dólares", señaló el presidente ruso.
Las declaraciones de Putin también han coincidido con que Gazprom ha rellenado con gas el segundo conducto del Nord Stream 2, el nuevo gasoducto que llega a Alemania por debajo del mar Báltico. Aunque la estructura está pendiente del visto bueno del regulador alemán -muchos piensan que Rusia retiene gas para presionar en su apertura-, con una nueva remesa de gas esperando parece que los precios se han calmado.
A esto se suma que la subida de precios ha motivado que varios barcos metaneros que se dirigían a Asia se hayan desviado hacia Europa. Estos buques que transportan gas natural licuado (GNL) navegan rumbo al mejor postor. Aunque habitualmente su precio es más alto que el gas que llega por tierra, la rápida escalada del mercado europeo lo ha convertido en barato.
Un incremento de precios que ha lanzado los precios de la luz en el mercado mayorista por encima de los 400/MWh euros en muchos países europeos esta semana. Aunque España no sobrepasó ese umbral, se acercó peligrosamente el día 23, cuando rompió un nuevo récord: 383,67 euros.
El mayor coste eléctrico, siete veces superior al de hace un año, ha puesto contra las cuerdas a las grandes industrias electrointensivas. Aunque los efectos empiezan a notarse aún a mayor escala. La compañía eléctrica de Kosovo, KEDS, anunció que a partir del jueves los hogares sufrirían cortes de eléctricos de dos horas diarias. El 85% de su producción de energía proviene del ciclo combinado, que quema gas. Las estaciones obsoletas contribuyen a la baja producción nacional y la crisis energética ha aumentado los precios de importación.
La buena noticia es que este sábado de Navidad la electricidad da una tregua en todo el Viejo Continente, con precios sobre los 200 euros o incluso por debajo. En España se pagarán 226 euros, una caída del 40% respecto a su pico más alto de la semana. A pesar de ello, siguen siendo precios altísimos en comparación con otros años, que ponen en peligro la recuperación económica de la UE.