Las tres oportunidades del covid: La empresa que se ha reinventado con cada ola de la pandemia
GrupoZona es una empresa de artes gráficas que ha salvado la crisis fabricando mamparas y vendiendo mascarillas FFP2
José Doménech, su gerente, espera facturar con los nuevos negocios creados a partir de la pandemia, el triple de lo que vendía antes del covid
Acaban de poner en marcha la la primera franquicia exclusiva de mascarillas FFP2
Recuerda José Doménech que antes de que todo se paralizara estaban trabajando con los encargos para las Fallas y las fiestas de la Magdalena de Castellón. Su empresa de artes gráficas lleva allí 20 años trabajando en la impresión de libros, catálogos y también en productos de gran formato como rótulos, vinilos y lonas publicitarias.
“Trabajábamos mucho con publicidad de eventos, con hostelería, con cartas de restaurantes, entradas…. Con el confinamiento y todas las empresas cerradas, la demanda se hunde y el 90% de los trabajadores tuvieron que entrar en un ERTE”, explica el gerente de GrupoZona hablando de lo que motivó la primera reinvención de la empresa, que entonces contaba con un centenar de empleados y cuatro franquicias.
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La crisis le pilló con una inversión recién hecha de más de un millón y medio de euros que ya no necesitaba y con el convencimiento de que había que “estrujarse” la cabeza para buscar alternativas. A finales de marzo detecta que nace la demanda de mamparas anticontagios para reabrir los negocios. Aprovechando el metacrilato que utilizaban para la fabricación de rótulos y una máquina que lo corta deciden comenzar a hacer pruebas y a desarrollar un catálogo.
“Primero hicimos las mamparas de mostrador, y las lanzamos a través de nuestro departamento comercial, de nuestras webs, de Amazon, a Ebay… No esperábamos nada espectacular, pero en una semana se dispararon los pedidos”.
Mamparas anticontagios
La fiebre por las mamparas de metacrilato le obligó a comprar más máquinas, sacar a buena parte de los trabajadores del ERTE, enseñarles a usarlas y a establecer tres turnos de producción durante las 24 horas del día de lunes a domingo. “Fue una locura, no llegábamos a servir todos los pedidos que recibíamos. En mes y medio tuve que comprar más maquinaria, alquilar dos nuevas naves… En ese tiempo pasamos de producir 50 o 60 mamparas diarias a hacer 2.500”.
Para entonces ya se habían posicionado en España como la empresa líder de estos productos anticontagio con modelos de mamparas de pie, de mesa para ser utilizadas en comedores o en espacios de coworking, hasta para pupitres de colegio… “Parece que llevamos toda la vida dedicándonos a eso”, dice Doménech que sitúa el descenso de la primera ola como el fin del tsunami de pedidos.
Segunda reinvención: a por las mascarillas
Con la caída de los contagios en verano se normaliza también la demanda de mamparas, y a estos emprendedores les toca volver a estrujarse el cerebro. La situación es complicada porque confirman que la parte de la empresa dedicada a la impresión no se recupera más que al 50%, que las mamparas están bajando y que tienen que pensar de nuevo en un ERTE.
“En septiembre vemos que necesitamos algo más y empezamos a mirar el tema de las mascarillas. Está un poco más alejado de nuestro sector, aunque como también somos fabricantes de packaging encontramos empresas que nos demandan cajas para envasar mascarillas. Así que llegamos a un acuerdo de colaboración: les fabricamos las cajas y conseguimos las mascarillas a precio muy competitivo, lo que nos permitió crear nuestra propia marca de FFP2”. Una elección del tipo de mascarilla que no fue suya, sino de los fabricantes que se interesaron por sus cajas, y que ha sido clave para el despegue del proyecto.
“Pensábamos que era un producto que nos iba a costar más lanzar ya que nuestros canales de distribución están planteados para empresas y este producto se dirigía al cliente particular.” Pero llega enero y la tercera ola del coronavirus, y las FFP2 se convierten en objeto de deseo. “Nuestras ventas se disparan en Amazon. A principio de mes estábamos vendiendo 1.000 o 2.000 euros diarios, y de repente, empieza a multiplicarse: 5.000, 10.000… hasta el pico que se produjo un sábado, el 16 de enero, que vendemos 170.000 euros en un solo día en mascarillas”, explica el responsable de la empresa.
De nuevo, una auténtica locura que les hacía imposible servir todo ese producto si mantenían el ritmo que les había llevado a vender casi un millón de mascarillas en una semana. Así que tuvieron que echar el freno, sacar productos, quitar los stocks y parar en seco la publicidad para poder regularizar los envíos y activar las ventas por las que ya esperan “una facturación muy superior a la que obteníamos con las mamparas”.
Tercer proyecto: tiendas exclusivas de FFP2
Y si hasta entonces la venta online había superado todas sus expectativas, deciden dar un paso más allá: abrir una tienda física "porque no existen establecimientos que vendan exclusivamente mascarillas FFP2”. Dicho y hecho: el establecimiento se inauguró el pasado sábado “con éxito total” y eso, dice Doménech, que lo ha abierto en un polígono industrial, en la nave donde se encargan de la logística de envío de sus productos. El concepto, explica, es para que funcione dentro de una ciudad en zonas más comerciales, por lo que está ya a punto de firmar los contratos de dos locales en Castellón y Valencia que espera abrir la próxima semana.
Los planes, además, no acaban ahí. Ya está trabajando en el lanzamiento de franquicias que, asegura, en un mes estarán por toda España y para las que ya tiene interesados. “Les aseguro que si en tres meses no han amortizado la inversión, que es muy pequeña, (entre 6.000 y 10.000 euros) les devuelvo el dinero. Esto va a ser express. Es una franquicia que va a durar un año, aunque sé que el uso de mascarillas se alargará más allá de ese tiempo, yo calculo un año. Si luego el negocio dura más, eso que habrá de extra”, explica ilusionado este empresario que con cada ola del covid ha encontrado una nueva oportunidad de plantar casa a la crisis económica.
“Se trata de estar innovando, de encontrar un buen equipo de gente muy bueno, pillar el momento y tener suerte con el producto. Si nos hubiésemos decantado por otro tipo de mascarilla a lo mejor hubiera sido un fracaso. Ha venido todo un poco de cara”, reflexiona Doménech sobre este año de vértigo que les ha obligado a reinventarse sin parar, y con buenos resultados.
“Hay que ser realistas, en nuestro negocio de artes gráficas costará remontar y en un año no volveremos al ritmo de impresión anterior a la crisis, pero con la venta de las mascarillas y las mamparas vamos a facturar el triple, así que eso compensa con creces la carencia”, sentencia.