Los inversores suelen decir que el dinero es miedoso. Y, a la vista de los datos, los hogares tienen en la actualidad mucho miedo. La incertidumbre que genera la pandemia sobre las cuentas familiares está impulsando el ahorro, tanto el que se deposita en los bancos como el que se guarda bajo el colchón. Y, al mismo tiempo, está frenando el crédito hasta niveles no observados desde antes de la pasada crisis financiera, en el año 2007.
Los últimos datos del Banco de España, de febrero de 2021, cifran los depósitos de los hogares en entidades financieras en 902.235 millones de euros. Es el máximo de la serie que publica el banco emisor.
Desde el inicio de la pandemia, en marzo de 2020, estos depósitos han crecido en 58.000 millones. Y ello, pese a las dificultades laborales, los obstáculos para cobrar y la situación de desempleo en las que se han visto afectadas muchas personas.
Si al volumen de depósitos se suma el efectivo en manos de las familias las cifras también alcanzan máximos. Los últimos datos disponibles del Banco de España cifran esta agregación en 967.400 millones de euros al cierre del tercer trimestre de 2020.
Teniendo en cuenta que en septiembre de 2020 los hogares tenían 877.474 millones de depósitos, los restantes 89.900 millones eran efectivo. La escasa rentabilidad que ofrecen los productos financieros de ahorro y la ausencia de alternativas a bajo riesgo está detrás de que muchos hogares hayan optado por guardar gran parte de este dinero “bajo el colchón”.
Cualquier que se haya acercado al banco en los últimos meses buscando un refugio seguro para su capital conoce esta circunstancia. Los depósitos remunerados han desaparecido de la oferta de las entidades, cuya figura actual más conservadora son los fondos de inversión en renta fija. Pero dado que muchos de estos fondos presentan rendimientos negativos, la opción de los que no quieren arriesgar es dejar el dinero en casa.
La tendencia es justo la contraria si nos referimos al crédito concedido a las familias. Sobre todo si es a largo plazo y está destinado a adquisición de vivienda y rehabilitación.
Los préstamos a más de cinco años a hogares han caído a principios de 2021 por debajo de los 603.000 millones de euros. Esta cifra es el mínimo de la serie que publica el Banco de España desde 2007, y es casi 200.000 millones menor que la de mediados de 2010, cuando superaba los 800.000 millones.
Lo mismo sucede con los préstamos para adquisición de vivienda. En enero de 2021 su volumen se situó en 503.834 millones, el menor de la serie. Y aunque el pasado mes de febrero repuntó hasta los 504.000 millones, sigue lejos de los máximos de más de 660.000 millones de finales de 2010.
El crédito al consumo, en cambio, no presenta un declive tan pronunciado como el destinado a comprar vivienda. En febrero de 2021 el volumen de estos préstamos (generalmente de menor importe, ya que se destinan a comprar bienes como automóviles o electrodomésticos, o a financiar estudios, etc.) se situó en 89.500 millones.
Llevaba varios meses por encima de los 90.000 millones, pero ha retornado a los niveles que tenía durante los meses del confinamiento del año 2020.
A mediados de abril el Banco de España actualizará estos datos. Veremos entonces si estas tendencias se mantienen o si incluso se acentúan como consecuencia de los efectos de la tercera ola de la pandemia.