140.000 millones del rescate europeo tendrán que circular por las atascadas tuberías de la administración española
La inyección de 140.000 millones en cuatro años supone todo un reto para la administración
España es lenta en la absorción de fondos europeos. Sólo ha gastado el 33% del dinero disponible hasta 2020 (pero que se pueden gastar hasta 2023)
El atasco no es nuevo. Está detectado desde hace años. A España le cuesta digerir los fondos europeos. Los consume, pero tarda. El problema ahora es que en esta cañería ya de por sí lenta, la inyección de fondos se va a multiplicar por cuatro. ¿Podrán gestionarse esos 140.000 millones de euros adicionales y todo el papeleo que esas ayudas traerán?
Esta es la otra cuestión encima de la mesa, más allá de si los proyectos que se presenten son potentes y en la dirección correcta. Preocupa a partidos en la oposición, a expertos y a puerta cerrada, a Bruselas (aunque no somos los únicos con este problema de digestión).
Las pruebas de que somos lentos
Para el periodo 2014-2020 había disponibles 56.000 millones de fondos europeos. Estos programas se llaman: Marcos Financieros Plurianuales. A cierre de 2019 sólo se había conseguido digerir un tercio de este dinero (33%). En marcha hay otros proyectos que han sido seleccionados pero todavía no se han ejecutado (la diferencia hasta el 72%). Nuestro nivel de ejecución es bajo si nos comparamos con otros países pero también hay que tener en cuenta que no todos siguen las mismas reglas a la hora de clasificar estos fondos entre certificados y seleccionados.
¿Si vencen en 2020 y solo hemos gastado un tercio, significa que perdemos el resto? No. En la práctica el plazo termina en 2023 y España, aunque sea a última hora, acaba utilizando más del 90% de los fondos. Aún así, el retraso es evidente.
“Si gestionar 56.000 millones de euros en siete años está generando ya tantos retrasos, ¿qué pasará con una cantidad cuatro veces mayor y para periodo de tiempo inferior?”, se pregunta Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y senior fellow en EsadeEcPol. “Es un reto administrativo colosal”. Este economista sabe de lo que habla: estuvo durante año y medio gestionando fondos en la Junta de Andalucía.
¿Bruselas está preocupada?
De puertas para fuera no hay un mensaje tipo: “nos preocupa la capacidad de absorción y gestión de los fondos en España.” Se cuenta que se trata de “un problema generalizado del que se escapan pocos países”, informa Idafe Martín desde Bruselas. “No existe una preocupación excesiva ni específica sobre España”, comentan estas fuentes comunitarias. Algún funcionario que ha asistido a reuniones para explicar la gestión de fondos sí comenta que nuestra lentitud preocupa.
La realidad es la que es: nuestras tuberías son estrechas y lentas. ¿Cuál es el problema? “No existe una respuesta única. Son muchos factores los que inciden y sobre los que se podría tratar de actuar para poder aprovechar bien estos fondos de la reconstrucción”, explica Hidalgo.
¿Cómo funcionan los fondos europeos?
Las ayudas europeas para la crisis del covid no es un dinero que se ingresará en la cuenta del Gobierno y a partir de ahí se gastará. Conlleva todo un largo proceso:
- Enviar planes de inversión a la Comisión
- Esperar respuesta.
- Esperar a que la Comisión elabore el reglamento.
- Firmar acuerdos.
- Publicar los pliegos y condiciones de los fondos en casa.
- Adjudicar y ejecutar.
- Verificar que se cumple la inversión.
- Certificar, mandar expedientes de vuelta a Bruselas.
En cada uno de estos pasos hay cientos de manos de funcionarios gestionando el papeleo.
Ideas para agilizar la circulación de fondos
Sin tiempo para cambiar tuberías hay medidas que podrían funcionar como un desatascador. Estas son algunas de las ideas que se sugieren muchos expertos y que recoge Hidalgo en un informe titulado: “Cinco propuestas para una mejor absorción de los Fondos Europeos”.
- Los proyectos tienen que estar alineados con Europa. Elegir y presentar inversiones relacionados con digitalización, medio ambiente e inclusión es casi garantía para que nos den el visto bueno. Pero hay que analizar también la ‘digestión’. Esto quiere decir que una idea muy atractiva sobre el papel si luego administrativamente es un infierno ejecutarla, mejor olvidarse de ella ahora mismo. “Imagina que se quiere invertir en ahorro energético”, explica Hidalgo. “No es lo mismo dar dinero a los ayuntamientos para que subvencionen paneles solares o ventanas en los hogares que mejorar la eficiencia energética en 200 colegios. Me voy a gastar lo mismo pero el papeleo en este último caso va a ser mucho menor”.
- Flexibilidad. Decenas de funcionarios gestionar y hacen un seguimientos de estos proyectos. Como existe una tasa elevada de interinos, los papeles van cambiando de manos. El que llega nuevo no sabe nada y tiene que ponerse al día. Esto ralentiza las fases. Pensemos en los fondos europeos como un laberinto burocrático donde no se manejan tantas personas.
- Papeleo. Este frente se puede revisar desde el lado de la Comisión como desde el punto de vista de los países. “El papeleo no te lo quita nadie”, explica Hidalgo. “Pero hay métodos para simplificar la documentación. Hay fondos que siguen esta línea y se gestionan muy bien”. La ley de contratos públicos es un poco “embudo”, reconocen algunos. Es una queja generalizada para los que tratan con la administració: la ley, dicen muchos, es demasiado garantista.
- Coordinación. Los proyectos necesitarán de la colaboración de todas las administraciones: centrales, autonómicas y locales. Hace falta mucha más coordinación a este nivel para evitar duplicar trabajo o frenar el desarrollo de las inversiones. “Hay dinero que las Comunidades Autónomas dan a los ayuntamientos para proyectos de asistencia social, por ejemplo, que luego no sabes si se está haciendo o no. Al funcionario al que luego le toca revisar todo eso es un lío porque no le llegan todos los papeles, te falta información...” pone de ejemplo Hidalgo.
El reto de los fondos europeos, que tanto costó pactar en Europa, no se limita a seleccionar proyectos. Antes esta parte era más sencilla porque nuestro país tenía un elevado déficit de infraestructuras. Ya no es el caso en 2020. No se esperan grandes proyectos de AVE o carreteras que acaparan grandes cifras y centralizan el papeleo (más fácil de digerir así).
Ahora hay que acertar por partida doble: “Hay que buscar proyectos con poder de tracción, que sean escalables y den un impulso”, en palabras del Gobierno. Pero también hay que aterrizar estas inversiones y conseguir que circulen por las atascadas tuberías de la administración.