Las actividades financieras, las inmobiliarias y la agricultura son los únicos sectores económicos que han logrado superar los niveles de 2019. El resto, así como el conjunto de la economía española, aún no se ha rehecho de la pandemia.
Pero cuando todo apuntaba a que 2022 iba a ser un año más de recuperación, en el horizonte económico ha surgido un inesperado problema: la invasión rusa a Ucrania.
Una nueva complicación cuyos efectos ya estamos empezando a notar, en forma de fuertes presiones inflacionistas y que, según los expertos, podría provocar un estancamiento del Producto Interior Bruto (PIB).
De confirmarse estos augurios muchos sectores económicos verán frenada su evolución positiva iniciada el año pasado. Y lloverá sobre mojado para los que se encuentran lejos de los niveles de 2019.
Si comparamos los índices de los principales agregados económicos, sólo tres han recuperado el terreno perdido desde 2019.
El que lo ha hecho con mayor vigor es el de actividades financieras y seguros, cuyo valor añadido bruto cerró 2021 un 6,1% por encima de los niveles de dos años antes. No obstante, aunque avanzó un 13,7% durante 2020, el año pasado perdió la mitad de lo recuperado.
Similar tendencia ha experimentado el sector inmobiliario, que se dejó en 2021 parte de lo ganado en 2020. En la suma de los dos años está un 1,6% por encima de los niveles pre-pandemia.
La agricultura, al contrario, perdió terreno en 2020 para recuperarlo después con fortaleza. Como resultado, cerró el año pasado un 4,3% sobre los niveles de 2019.
En el lado opuesto, los datos de contabilidad nacional del INE reflejan que el comercio, el transporte, la hostelería y las actividades artísticas y recreativas han sido los sectores más castigados respecto a 2019. Todos ellos con caídas de su valor añadido bruto del 25%. Una cuarta parte menos.
Las actividades profesionales, científicas y técnicas han perdido más del 16% y la construcción un 11%. Por su parte la industria ha bajado un 10%, cifra que se eleva al 12% en la rama manufacturera.
La inflación se situó en el 7,6% en febrero. Pero ya hay expertos que no descartan que supere el 10% en marzo debido a la escalada de precios del gas y la gasolina y por los temidos efectos de segunda ronda sobre el resto de productos de la cesta de la compra.
Ello va a volver a afectar, no sólo a los sectores que aún no se han recuperado, sino también a los que, por ahora, han logrado capear el temporal de la pandemia:
Numerosos expertos apuntan que España entrará en breve en una fase de estanflación, es decir, estancamiento económico con elevada inflación.
Advierten que la inseguridad que genera el conflicto ucraniano podría retrasar las decisiones de inversión de las empresas. Y que ante el aumento de precios los ciudadanos podrían reducir su consumo, entrando en un círculo vicioso en el que las empresas reducirían su producción y el crecimiento económico se vería impactado negativamente.
Todo ello sin olvidar el freno a la producción que pueden provocar los problemas en las cadenas de suministro y la llegada de materias primas procedentes de los países en de conflicto.
La agencia de calificación crediticia S&P ha revisado ocho décimas a la baja su previsión de crecimiento del PIB español. El Consejo General de Economistas la ha recortado en cuatro décimas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, han admitido que la economía española se puede ralentizar.
Y sólo han pasado dos semanas desde la invasión de Ucrania.
Algunos analistas internacionales no descartan incluso que tras un periodo de estanflación algunas economías entren en recesión. La última vez que esto sucedió en España fue a principios de los 90, cuando la guerra del golfo tensó al alza los precios del petróleo y el PIB pasó de crecer un 2,4% en 1991, a un 0,9% en 1992 y a caer un 1,1% en 1993.
Todos deseamos una pronta resolución de la invasión a Ucrania. Sobre todo por el drama humano que supone el ataque ruso. Pero las consecuencias económicas podrían dilapidar la recuperación de muchos sectores que aún no se han recuperado de la pandemia, con el consiguiente impacto sobre el empleo y la situación de los hogares.
Un efecto que ya ha sido apuntado por Luis de Guindos. Para el vicepresidente del Banco Central Europeo el debilitamiento del crecimiento y las subidas de precios reducirán la renta disponible de las familias y la posición financiera de las empresas.
Y, como suele pasar en situaciones de crisis, las consecuencias serán más graves para los que tienen menos recursos.