El nuevo supuesto oro del siglo XXI se encuentra resolviendo acertijos con un potente ordenador. La más codiciada pepita es el bitcoin: hace un año costaba 7.000 dólares y esta semana ha superado los 64.000, nuevo récord histórico. Los inversores han dictaminado que Coinbase, una empresa dedicada a comprar y vender criptomonedas (hay unas cuantas ya), vale 84.000 millones de euros, prácticamente lo mismo que el imperio Inditex.
Discusiones sobre posible burbuja/tulipanes a parte, la fiebre de este nuevo oro empieza a preocupar por la cantidad de electricidad que requiere: casi el triple que hace solo seis meses, según los datos del índice que elabora la Universidad de Cambridge. Consumo energético que se traduce también en emisiones de CO2 a la atmósfera, dependiendo del mix para generar esa electricidad.
Si no sabe nada de criptomonedas, esto que viene ahora le va a sonar a chino, pero tenga paciencia. “El modelo KDS Goldshell utiliza el algoritmo Kadena con una hashrate”. Por 7.500 euros es ahora mismo uno de los equipamientos informáticos más top que hay para buscar los bitcoins resolviendo fórmulas en la red.
Ahora viene la parte que se entiende: esta caja negra con dos ventiladores tiene una potencia de 2.500 vatios y gasta mucha energía: unos 165 euros al mes. Tener su nevera enchufada sale 50 veces más barato: 3,3 euros mensuales un modelo con etiqueta A+.
Imaginemos ahora miles y miles de cajas negras megapotentes enchufadas, minando (se dice así también cuando se busca una criptomoneda en la red): pues el ‘país bitcoin’ ocupa ya el puesto 27 de todo el planeta si se mide en función del consumo energético. Y subiendo...Gasta más eletricidad que países como Suecia o Argentina.
Atraídos por las ganancias y la efervescente trayectoria del bitcoin en el último año, los mineros de este nuevo oro han crecido mucho, se han conectado más máquinas y las necesidades de electricidad se han disparado (y también su papel en las emisiones de CO2).
Ya cuando se trata de niveles tan altos de energía se habla en términos de teravatios-hora (TWh). Pues bien, el universo bitcoin consumía unos 50 TWh al año el pasado mes de octubre. Ahora en abril ya va por los 144 TWh, casi tres veces más.
Esta subida coincide en el tiempo con la revalorización más vertiginosa del bitcoin. La moneda superó el límite-resistencia de los 17.000 dólares en otoño y a partir de ese momento no paró subir hasta superar los 60.000 dólares en marzo. Cuanto más sube, más mineros (ordenadores) se conectan.
El problema se encuentra desproporcionadamente concentrado en un lugar del mundo: China. Allí se ubican la gran mayoría de estas granjas de máquinas potentísimas dedicadas en exclusiva a las criptomonedas: las buscan pero también actúan de notarios del sistema.
El 65% de los acertijos se resuelven en ordenadores conectados en China, según los datos de Cambridge. En segundo lugar y a muchísima distancia se sitúa Estados Unidos con un 7,2% de ese mercado. Rusia ocupa el tercer puesto con un 6,9% de las operaciones.
Un reciente estudio sitúa ya a este negocio como una amenaza a los propósitos de reducción de emisiones de CO2 del país asiático. “Sin ninguna intervención política, se espera que el consumo anual de energía de la cadena de bloques de bitcoin en China alcance su punto máximo en 2024 y genere 130,50 millones de toneladas métricas de emisiones de CO2”, asegura la investigación. El bitcoin sería como la décima ciudad más contaminante de China.
En los últimos meses, supervisores y bancos centrales han alertado por la creciente volatilidad de este tipo de inversiones y el riesgo que puede suponer para un inversor poco o directamente mal informado. Además, a día de hoy un bitcoin sirve para pagar pocas cosas a no ser que te quieras compra un coche Tesla (esta compañía sí deja pagar con la criptomoneda).
Pero también es cada vez más habitual el reproche por toda la luz que gastan. "Es una forma extremadamente ineficiente de realizar transacciones y la cantidad de energía que se consume en el procesamiento es asombrosa", opinaba hace una semanas la Secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen.
A la velocidad a la que va, el bitcoin no ayuda mucho al planeta ni al cambio climático. Consume el 0,66% de toda la electricidad a nivel mundial. ¿Cómo entender esta cifra? La Universidad de Cambridge aporta varios ejemplos. El más autóctono de todos es: con la energía que consume el bitcoin se podría hervir agua en los hogares británicos para hacer el té durante los próximos 32 años.