El Gobierno considera que protege al trabajador blindando su jornada laboral y saca a relucir para ello una sentencia de la Audiencia Nacional del 4 de diciembre de 2015, en la que se señalaba que "el registro de jornada, que no de horas extraordinarias, es el requisito constitutivo para controlar los excesos de jornada". Además, el decreto-ley que promueve fichar a partir de mayo sería conforme a la normativa europea con el ordenamiento europeo. La CEOE respira porque todo se enmarca en el convenio colectivo y los sindicatos consideran que es un decreto que será agua de borrajas porque no establece ninguna obligación y sigue dejando en manos de los empresario el control. Creen que el control de los horarios es de sentido común.
Los expertos consultados por Informativos Telecinco consideran que las buenas intenciones del Ejecutivo se pueden convertir en un boomerang para los trabajadores. Y niegan la mayor. No es fichar lo que ayuda a conciliar, ni es eso lo que exigen los empleados a los jefes de recursos humanos, sino flexibilidad y poder trabajar en casa. Consideran los expertos que el Gobierno sí ha moderado de forma sustancial su idea inicial, que era más estricta pero, pese a todo, ven en este decreto un Regreso al Pasado, una dirección kamikaze respecto hacia dónde va el trabajo en el SXXI.
Philippe Jiménez, Country Manager de IWG en España, señala que la medida va contracorriente del progreso. Y lo explica. "La innovación en los últimos 25 años es la más radical de la historia de la humanidad. Ya no hay nada para toda la vida, la gente hoy no quiere trabajar ‘como un robot’ sino con un robot. Quiere trabajar dónde, cómo y cuando quiera y esto va en la dirección contraria. Estamos en una sociedad líquida, el empleado tiene ya el ‘derecho a decidir’ en el trabajo”.
Talmac Bel, socio del departamento laboral de Jausas, considera que el decreto cuenta con otro problema de base: la aplicación del mismo. “Ahora estamos inmersos en la flexibilización y los servicios desde casa. Va a haber una dificultad añadida en el sector servicios. Va a ser como poner puertas al campo. Hay que preguntarse si en el mundo de hoy lo idóneo es encorsetar las horas de trabajo”.
De la misma opinión es Iván López socio de Forelab y Socio Director Área Laboral de Pedrajas. "Controlar el teletrabajo puede ser complicado porque no parece sencillo llevar a cabo registros fiables, lo mismo pasa con las actividades comerciales donde las personas trabajan de manera itinerante. Las empresas tendrán que establecer mecanismos costosos para establecer controles y medidas de prueba. La idea es tener unos registros de las jornadas especiales y a determinados sectores porque las empresas ya tienen muchos controles".
Todos los expertos consultados coinciden en que estamos ante un ataque frontal para la conciliación y la flexibilidad en el trabajo, cuando la norma pretende justo lo contrario y no ven claro que el fraude se vaya a mitigar, más aún sin un arsenal de inspectores de trabajo o con multas bajas. Consideran los expertos que las empresas que cumplen la ley lo seguirán haciendo y las que no, buscarán atajos. "Lo que sí se va a dar a los trabajadores es un elemento de prueba a su favor para ir a los juzgados a reclamar porque la empresa deberá llevar un registro y si no lo lleva será favorable al trabajador", señala Iván López. "La otra cuestión es cómo controlar al trabajador cuando los tribunales ya han puesto en duda el uso de la geolocalización. Al final el control puede caer en manos del trabajador. Si fuera trabajador no estaría entusiasta, si fuera empresario no estaría preocupado", sentencia.
Philippe Jiménez recuerda también que los tiempos en el trabajo del SXXI han cambiado. Ahora las empresas apuestan por el ‘people centric’, la persona en el centro. De esta forma son más eficientes porque “lo que importa no son las horas sino la productividad. Los jóvenes quieren comunidad, compartir con los demás, trabajar en comunidad no en cubículos. Ya lo vivimos con el ‘open space', lo que se lleva es trabajar y conectar fuera de las empresa, interactuar y aprender con otros. Y esta es además la forma de atraer el talento, de fidelizarlo. Si se quiere pueden trabajar desde la playa o la piscina, que así sea”. Jiménez da cifras. “Un mes laboral al año se pierde en los coches y a eso añadimos la contaminación que provocan. De aquí a 10 años la mitad de los trabajadores lo harán por cuenta propia. Y además hablamos de dinero de luz, de alquiler de oficinas...".
La pregunta es por qué el Gobierno quiere llevar adelante este decreto ley. El Gobierno sabe que, durante 2018, un 35 por ciento del total de las denuncias por incumplimientos empresariales en materia de relaciones laborales recibidas por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social se referían al tiempo de trabajo. Por otra parte, de acuerdo con la Encuesta de Población Activa del cuarto trimestre de 2018, más del 50 por ciento de los asalariados declararon tener jornadas semanales superiores a las 40 horas y un gran volumen de trabajadores a tiempo parcial indicó que la jornada de trabajo efectiva no se correspondía con la declarada.
Utilizando otros datos de la Encuesta de Población Activa, cada semana del año 2017 se hicieron en nuestro país una media de 5,8 millones de horas extraordinarias a la semana. Lejos de constituir un hecho puntual, la realización de horas extraordinarias se incrementó en 2018. Así, los datos revelan que, como media, cada semana de 2018 se realizaron 6,4 millones de horas extraordinarias en España. Junto a lo anterior, ha de destacarse que un 48 por ciento de las personas trabajadoras que declaran realizar horas extraordinarias también manifiestan que no les son abonadas ni, por tanto, se cotiza por ellas a la Seguridad Social. Estas son, entre otras, las razones del Gobierno.
Martin Godino, socio de Sagardoy, es muy crítico con el decreto ley aunque considera que se ha rebajado de forma considerable porque va de la mano de los convenios colectivos. Considerando que tiene que atajarse el fraude, cree que “en las empresas que en las que se tiene que entrar a un hora y salir por el trabajo que se realiza ese control ya existe. Pero en otros casos este decreto choca con la conciliación, con la flexibilidad y con el trabajo en centros móviles. El registro de jornada para este tipo de trabajos es negativo porque corremos el riesgo de acabar siendo invasivos. En muchos trabajos a la oficina se va un rato y no se va llevar un chip en el brazo. Esta medida va a perjudicar a las empresas que cumplen, porque las que no lo hacen incumplirán la norma", destaca. El tiempo, nunca mejor dicho, dirá si su control favorece el día a día del trabajador, que no olvidemos, lo que quiere es conciliar.