Todo esto se suponía que acababa el 31 de marzo de 2022... La crisis energética provocada por la subida del precio del gas y su impacto en el coste de la electricidad se decía que era algo temporal. Ya no lo parece: los mercados vaticinan precios altos incluso cuando haya pasado el frío del invierno.
Este martes el gas se encarecía un 12,5% en un solo día, marcando un nuevo máximo histórico. Le acompañará con otro récord este miércoles la luz, con un megavatio/hora (MWh) rozando los 300 euros en el caso de España (y por encima de este nivel en muchos países europeos; Francia o Italia se acercarán a los 350 euros/MWh).
El deterioro de la situación obliga al Gobierno a seguir estudiando medidas con las que amortiguar la subida de la electricidad también en 2022. "Estamos barajando medidas de tipo fiscal", ha avanzado la vicepresidenta Teresa Ribera. El nuevo plan de choque se dará a conocer cuando esté del todo definido. Puede ser mantener la reducción del IVA, el impuesto a la electricidad, peajes... El paquete "no tiene que ser exactamente el mismo", ha añadido Ribera.
La situación ahora es incluso peor. Así se refleja en los mercados internacionales. Los futuros del gas, una especie de apuesta a ver qué ocurrirá dentro de unos meses, han subido un 32% en lo que va del mes de diciembre y cotizan en zona de máximos. ¿Motivo? La escalada en la tensión geopolítica entre Rusia, EEUU y la UE por Ucrania.
Si algo hemos aprendido de la electricidad este año es que es un mercado marginalista (la energía más cara marca el precio al que terminan cobrando todas) y que casi todo lo que está ocurriendo es culpa de un gas muy caro (y de unos derechos por contaminar por las nubes, también). Cuando el Gobierno aprobó su plan de choque en septiembre para mitigar la subida de la luz, con un MWh superando los 170 euros, en el panel de control, por así decirlo, ponía:
Los problemas parecían solucionarse a partir de abril con un precio volviendo a niveles considerados normales. De ahí que las medidas extraordinarias para ayudar con la factura energética a los hogares más vulnerables y la reducción de parte de los "beneficios caídos del cielo" a las eléctricas finalizaran en marzo del año que viene.
Tres meses después, la previsión que se maneja es radicalmente diferente:
No es sólo que el coste para marzo se haya duplicado (de 60 a 116 euros), sino que incluso para primavera y verano de 2022 se están cerrando operaciones a precios incluso superiores al peor escenario que se dibujaba en septiembre. La tensión se ha ido acumulando en las últimas semanas y se ha acelerado de manera vertiginosa.
Los contratos para marzo han subido un 32% respecto hace dos semanas. Un aumento que se ha extendido a los contratos de abril y agosto, con aumentos del 49% y del 63%, respectivamente.
Justo este miércoles la Comisión Europea presenta un plan de compras conjuntas de gas, cuya propuesta a la UE lideró España. Aunque está por ver si tendrá efectos en un mercado tan volátil como el que estamos viviendo. Ribera ha explicado que los estados miembros participarán de forma voluntaria y mancomunada en el 'pool' de compra a distintos proveedores.
"Que se hagan propuestas de negociación conjunta es un factor importante en esta década. Creemos que es una medida importante e interesante. El objetivo es consolidar almacenamientos de gas en todo el continente, sobre todo para los consumidores que dependen del aprovisionamiento de gas desde Rusia", ha señalado la ministra.
El alza del coste energético es la principal explicación de la subida del IPC que vemos en toda Europa. Si se prolonga en el tiempo, complicará todavía más el manejo del discurso oficial de: "esta inflación es temporal". Si el precio de la luz se mantiene alto en 2022, se seguirá trasladando al coste de productos y servicios, con el que podría perpetuarse el incremento del IPC. Una espiral de precios al alza que pondría en peligro la recuperación económica tras la pandemia.
Otro parámetro que se ha sumado a la montaña rusa del precio del gas (y de la luz) en estas últimas semanas es la tensión que se vive entre Rusia y Ucrania. Como el principal suministrador de gas a Europa, el país liderado por Vladimir Putin se erige como el origen de todo este desajuste de precios. Ya lo comentaba la propia Ribera en agosto, preguntada por soluciones a la crisis: "Podemos intentar convencer a Putin de que aporte más gas al mercado europeo". Aunque el tono era irónico, con el paso de los meses se ha demostrado la dependencia de los precios de las acciones rusas.
Desde hace unas semanas, el gigante soviético ha concentrado hasta 100.000 efectivos militares en la frontera con Ucrania. La amenaza de una invasión preocupa a la comunidad internacional y EEUU y Europa ya han avisado a Rusia de que habrá sanciones si el conflicto escala. Esto podría incluir un bloqueo permanente al gasoducto Nord Stream 2 de la compañía estatal Gazprom, que llega hasta Alemania. Con lo que el mercado del gas podría vivir aún más vaivenes de aquí a la primavera.