Para muchas personas, elegir entre hipoteca o préstamo personal a la hora de comprar una vivienda no es una opción, pero desde luego existe la posibilidad de hacer frente al pago de un inmueble sin tener que acudir a un préstamo con garantía hipotecaria y cada vez se trata de una opción más utilizada, sobre todo cuando el importe necesario es pequeño o la vivienda es barata. La ‘mala fama’ de las hipotecas a raíz de la crisis, la incertidumbre que generan y la atadura a una garantía como es la vivienda propia son factores que juegan a favor del préstamo personal como alternativa. Cada fórmula tiene sus ventajas y sus desventajas, así como sus particularidades. ¿Qué diferencias existen entre hipoteca o préstamo personal?
La principal diferencia entre una hipoteca y un préstamo personal se encuentra en que, mientras que en la hipoteca estamos aportando la propia vivienda como garantía de pago, en el caso del préstamo personal no existe tal garantía concreta.
Es cierto que en los casos el cliente responderá con “todos sus bienes presentes y futuros” en caso de impago, pero, en el caso de la hipoteca (y esto se ha visto sobradamente durante la crisis), el banco puede iniciar un procedimiento de ejecución hipotecaria para hacer cobrar lo adeudado a través de la venta forzosa del bien (subasta) y, en caso de que ningún tercero la adquiera, podrá quedársela él mismo, ya que la vivienda es, precisamente, garantía del préstamo.
Además, en el caso de la hipoteca, la entidad podrá ejecutar la garantía y cobrar el importe de la deuda por delante de otros acreedores. Así, el préstamo hipotecario da una mayor protección a la entidad, ya que el cliente responde no solo con todos sus bienes presente y futuros, sino que lo hace directamente y en primer lugar con la propia vivienda objeto del contrato.
Existen otras diferencias: un préstamo personal suele llevar asociados menos gastos de formalización que una hipoteca, y su duración o plazo de amortización suele ser menor (como máximo unos 10 años). Además, la cantidad prestada suele ser más elevada en el caso de una hipotecamás elevada en el caso de una hipoteca, mientras que en el caso de un préstamo personal suele acudirse a él para la compra de bienes de menor valor que una vivienda (un coche, un gran viaje, etc.) Por otro lado, la gestión de un préstamo personal suele ser más sencilla que la de un préstamo hipotecario.
Generalmente los préstamos personales suelen tener un tope máximo en cuanto a la cantidad que se puede prestar al cliente mucho menor que en el caso de las hipotecas. Si necesitamos un importe reducido (algunos préstamos personales llegan hasta los 80.000 euro) y podemos hacer frente a las altas cuotas que nos esperan (hay que recordar que el plazo de amortización del préstamo personal es mucho más limitado), puede ser una opción más ventajosa que la hipoteca.
Pero si necesitamos una suma más elevada o que nuestra cuota mensual sea inferior, inevitablemente deberemos decantarnos por una hipoteca que nos permita pagar más lentamente nuestro préstamo y acceder a una suma mayor de dinero.
Por último, si tenemos la posibilidad de elegir entre una de las dos opciones, conviene hacer un simulacro de cuánto cuesta (valorando todos los factores posibles) cada opción, ya que puede resultar más barato un préstamo personal que uno hipotecario en algunas circunstancias. Así, aunque el tipo de interés sea en general más elevado en el caso del préstamo personal, existen también menos gastos asociados, y ello puede traducirse en que la factura final sea más ventajosa en el primer caso (a lo que se suma el hecho de que no existirá garantía hipotecaria alguna a favor del banco).