Entre la maraña de incertidumbres derivadas de la pandemia del coronavirus, una certeza se abre paso: la movilidad urbana no volverá a ser igual. El distanciamiento social forzará cambios de hábitos. Frente al transporte colectivo y el vehículo privado, la bicicleta está llamada a adquirir protagonismo y en especial la bicicleta eléctrica, que se perfila como la reina de los desplazamientos urbanos.
La consultora Deloitte, en su informe Technology, Media and Telecommunications Prediction 2020 augura que este año, el 25% del parque móvil mundial de bicicletas será eléctrico (200 millones de unidades). En 2023, la cifra se disparará hasta el 60% (300 millones). Esta previsión, previa al estallido de la pandemia, puede variar. Pero en este momento nadie está en condiciones de asegurar que esa variación sea a la baja.
En Holanda, las e-bikes ya representan el 50% de las ventas de bicicletas para adultos. En Alemania, el porcentaje baja al 45%, pero la progresión de ventas es llamativa: entre enero y junio de 2019, se vendieron en el país un millón de bicis eléctricas, tantas como en todo 2018. En Estados Unidos, las ventas de modelos de pedaleo asistido han subido un 73% en solo un año.
La situación en España no es muy distinta. El último informe de AMBE (Asociación de Marcas y Bicicletas de España), señala que en 2018 se vendieron en España 111.297 bicis eléctricas, un 54% más que el año anterior, lo que representa un 10% del total de bicis vendidas ese año: 1.047.492. En un marco de caída de ventas (-6%) las eléctricas reportan los mayores beneficios al sector, ya que el precio medio por modelo es de 2.165 euros, el más alto de todos los segmentos, que incluyen bicis de montaña, carretera, ciudad e infantil.
“Al principio, las eléctricas sólo resultaban atractivas para gente que no quería hacer deporte”, dice Javier Aguilar, de Biketown, en Madrid. Pero la cosa ha cambiado. Ahora, el 60% de las bicis de gama alta que vende en su tienda son e-bikes. “El cliente busca tecnología y no es sensible al precio”. En el segmento de montaña, vende más unidades eléctricas que convencionales. Y no son baratas: el precio de partida en su establecimiento es de 2.500 euros.
El mercado ofrece versiones más económicas. La gama de bicicletas eléctricas de Decathlon dispone de modelos plegables para uso urbano desde 699 euros.
La firma vasca Orbea es una de las referencias mundiales de las e-bikes. El 16% de su facturación proviene de las bicis eléctricas y una de cada cuatro unidades que coloca en el mercado es eléctrica. En 2018 fueron 15.000 unidades por un valor de 25 millones de euros.
En su factoría de Mallabia (Vizcaya) la cooperativa diseña una gama de modelos de carretera, MTB, urbanas e infantiles que le ha situado por delante de gigantes del sector como Giant, Trek o Specialized en la batalla de las eléctricas, sobre todo en el segmento de carretera.
Entre las bicicletas plegables eléctricas, el clásico británico Brompton ha aumentado sus ventas en España un 21%, según su consejero delegado Will Butler Adams.
El techo de la bici eléctrica todavía está por descubrir. La bici compartida (bike sharing) ha supuesto un impulso en todo el planeta, comenzando por China. Pero no sólo allí. En 2018, Uber adquirió Jump, una empresa con sede en San Francisco dedicada a la bici eléctrica compartida, un síntoma del atractivo que generan las dos ruedas entre los grandes del sector.
Uno de los nichos de mercado por explotar es el uso de la bici eléctrica en la distribución de mercancía en ámbitos urbanos. Según Deloitte, las ‘cargo bikes’ pueden asumir hasta el 20% de todos los pedidos diarios en las ciudades. Los riders de Glovo o Deliveroo forman ya parte del paisaje de nuestras ciudades. La empresa de reparto UPS ha experimentado con esta modalidad en envíos de menos de 181 kilos. La velocidad de entrega fue superior a la de los scooters. A esto se añaden los factores de sostenibilidad, economía y los escasos problemas de estacionamiento. En Holanda, la firma de distribución textil H&M ha comenzado a repartir sus envíos en bici.
En esa línea, Dominos Pizza ha confirmado que sus envíos en bicicleta eléctrica son más rápidos que en motocicleta. Además, el cliente dice sentirse más satisfecho por el uso de este vehículo.
Los servicios municipales también se sirven de modelos eléctricos para realizar funciones que hasta ahora se hacían a pie o en coche. En Madrid, operarios desinfectan papeleras con un triciclo especial habilitado como fumigadora.
Clave en el desarrollo de las e-bikes ha sido la implantación de las baterías de litio, que han añadido ligereza, diseño y sobre todo autonomía a los nuevos modelos, aunque la mayoría sigue empleando baterías de plomo. Lejos queda aquel prototipo pionero diseñado en 1895 por el inventor norteamericano Ogden Bolton Jr, que instaló en la barra horizontal de su bicicleta una pesada batería eléctrica conectada al buje de la rueda trasera.
Hoy, diseños como los de la marca danesa Mate ofrecen hasta 80 kilómetros de autonomía, con una velocidad punta de 32 km/h, prestaciones cercanas a una moto, aunque obligan siempre a accionar los pedales. La facilidad y rapidez de recargar estos vehículos les da ventaja sobre los coches.
La propia industria automovilística ha visto el filón de las bicicletas de pedaleo asistido. Con atrevidos diseños logran colocar sus marcas ante un público que vive ajeno al coche, algo habitual en ciudades como Copenhague o Amsterdam donde un 41% y 30% de desplazamientos diarios se hacen en bici.
General Motors ha apostado por un modelo de bici eléctrica plegable. Volkswagen ha optado por la bici-cargo, con un diseño capaz de transportar hasta 210 kilos de peso.
En el segmento premium Mercedes y Porsche disponen también de bicis eléctricas. Aunque la gama más variada lleva el sello de Maserati. La marca italiana cuenta con un variado catálogo de bicis eléctricas urbanas, MTB y carretera. Uno de sus modelos, el Maserati Trofeo, con motorización Bafang M800 con una potencia de salida de 200 vatios, obtuvo en 2019 el German Design Award.
El coronavirus mantiene al sector de la bicicleta en hibernación. Pero fabricantes, proveedores y vendedores confían en que sólo sea un paso atrás para adquirir un nuevo impulso. AMBE ya abona el terreno con su campaña ‘Cuídate, muévete en bici’, mientras que la Confederación Europea de la Industria de la Bicicleta (CONEBI) ha remitido una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidiendo el apoyo al sector. 170.000 europeos viven de la bici; hay 50.000 tiendas en la UE y temen hasta un 70% de pérdida de negocio con un 40% de caída en la producción. En España el sector facturó 1.711,9 millones de euros en 2018 y emplea a unas 45.000 personas, entre fabricantes, proveedores y comercios, según datos de AMBE.
Australia, donde la pandemia ha sido más benévola que en Europa, nos da la medida de un futuro inmediato en el sector. En las últimas dos semanas, la marca Giant ha cuadruplicado su previsión de ventas. "Somos el nuevo papel higiénico" afirmaba con entusiasmo Grant Kaplan, manager de Giant en Sidney.
Ese optimismo, con matices, lo comparte Javier Aguilar, de Biketown, que ha podido capear el temporal. Ha renunciado a hacer un ERTE; sus tres empleados están cobrando el sueldo íntegro. Ha mantenido la venta on line y es optimista, confía en que tras el confinamiento las ventas se van a disparar. Lo percibió en los días previos a la entrada en vigor del decreto de alarma, cuando se produjo un repunte de ventas. “Creo que va a ser una locura”, dice. “Si la gente no puede ir a restaurantes, ni viajar ni ir al cine, de alguna manera tendrá que entretenerse”. Pedalear, con o sin asistencia eléctrica, puede ser una opción.