Conseguir ahorrar puede convertirse en toda una hazaña si no tenemos medios económicos suficientes para hacer frente a nuestro ritmo de vida. Sin embargo (siempre que sobrepasemos ciertos mínimos), muchas veces se trata simplemente de llevar a cabo una estrategia que nos permita conocer en qué se nos va el dinero exactamente y de qué gastos podemos prescindir. Claramente, optar por esta vía requiere tiempo, esfuerzo y cierto grado de sacrificio, pero también te dará la satisfacción de ver crecer tu cuenta de ahorro y tal vez poder asumir una inversión importante en el futuro, como puede ser la compra de una vivienda o unas vacaciones a tu destino soñado. ¿Cómo elaborar un presupuesto familiar? ¿De qué forma organizar los gastos familiares para estirar nuestro dinero?
Ahorrar es la asignatura pendiente de muchísimas personas, y tiene sentido: vivimos rodeados de estímulos de gasto constantes y cada vez sumamos nuevas necesidades a nuestra lista de básicos. Si preguntamos a nuestros padres, seguramente nos dirán que en su época no se gastaba tanto en ocio, en viajes, en smartphones y en tecnología de última generación. Ahorrar pasa por priorizar y asumir que no podemos tenerlo todo. Al contrario, debemos tener claro qué es lo que realmente es imprescindible en nuestra vida, y desechar lo demás.
Un primer error es caer en la trampa de ir asumiendo gastos a crédito como norma, ya que todas esas responsabilidades asumidas van a lastrar nuestra economía familiar durante largo tiempo, muchas veces por un precio en forma de intereses. Es cierto que hay bienes muy difíciles de adquirir sin financiación (un coche, una vivienda...), pero otros muchos otros podrían adquirirse única y exclusivamente cuando tengamos los medios para ello. De esta forma, podremos contar con un mayor porcentaje de nuestro sueldo cada mes, sin que se vea reducido a la nada poco después de cobrar por culpa de todos los recibos que se nos carguen en cuenta.
En relación con lo anterior, una pauta clave es tener claro que nuestros gastos no pueden superar nuestros ingresos. Parece simple pero precisamente el hecho de trasladar gastos al futuro es una forma de gastar más de lo que podemos: si llega un imprevisto más adelante, nuestra economía ya estará comprometida por todos los gastos que hemos trasladado a un momento posterior.
Para racionalizar tu gasto, lo mejor es crear un presupuesto familiar, es decir, un documento en el que reflejes tus ingresos, así como tus gastos fijos, las cantidades aproximadas que puedes dedicar a otros gastos variables, el margen de ahorro que deseas cumplir, los proyectos futuros que quieres financiar... En realidad, un presupuesto doméstico no tiene por qué responder a una fórmula estandarizada: cada individuo puede realizarlo como mejor le funcione siempre que se cumpla la regla de no gastar más de lo que ingrese.
La clave está en controlar lo que entra y lo que sale, así como en extraer información sobre cuál es el uso real que damos a nuestro dinero. Si nunca has analizado cada partida de gasto a fin de mes, puede que te sorprenda saber el porcentaje de tu sueldo que dedicas, por ejemplo, a desayunar fuera o a cenar con amigos. De esta forma, podrás tomar decisiones formadas y no intuitivas sobre tus gastos futuros, siempre que seas capaz de mantenerte dentro de los límites de gasto que te marques a futuro.
En cuanto a los pasos concretos para elaborar un presupuesto doméstico, desde Preahorro definen los siguientes: