Línea de crédito: en qué consiste y cómo funciona
Contar con una línea de crédito es una necesidad para muchos autónomos y empresarios
Cómo funciona este producto bancario y cuándo es conveniente contratarlo
Cuando se trata de obtener financiación para cualquier proyecto, existen distintos productos bancarios pensados para cubrir esa necesidad, cada uno con sus propias características y también con su propio precio, en forma de intereses, comisiones y cargos similares. Uno de estos productos es la llamada línea de crédito que, básicamente, consiste en poner a tu disposición una cantidad determinada de dinero que puedes utilizar para hacer frente a tus gastos, bajo ciertas condiciones y, claro está, con un coste determinado que es importante conocer con claridad para evitar sustos como el relacionado con las tarjetas revolving. ¿Qué es una línea de crédito y de qué forma se usa? ¿Qué debes saber antes de firmar?
Línea de crédito: descubre cómo funciona este producto bancario pensado para poder dinero a tu disposición
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Tal y como explica Bankia, una línea de crédito o cuenta de crédito es una cantidad de dinero que el banco pone a tu disposición y que puedes usar en parte o del todo durante un tiempo. Así, el banco crea un saldo extra en tu cuenta y te cobrará un interés determinado por las operaciones que lleves a caso. También suele pagarse un interés (en este caso, más pequeño) por el hecho de disponer de ese saldo en sí mismo, aunque no hagas uso de él.
Este tipo de producto es especialmente popular entre autónomos y empresarios, ya que permite hacer frente a gastos inminentes cuando la liquidez escasea. Si, por ejemplo, una empresa debe hacer frente al pago de todos sus salarios y aún no ha cobrado varios presupuestos con los que hacer frente a este gasto, podrá usar su línea de crédito para cumplir con su obligación en tiempo mientras espera esa entrada de dinero.
Lo ideal, como ocurre con cualquier producto de este tipo, es no tener que utilizar tu línea de crédito y pensar en ella como un producto de emergencia, ya que conlleva inevitablemente el pago de un precio por el uso de ese dinero y, por tanto, en principio estarás perdiendo parte de tus beneficios o ganancias. Si necesitas hacer uso de este dinero, también es conveniente no alargar demasiado el tiempo de devolución, ya que es habitual que, a mayor plazo de devolución, mayores sean los intereses cobrados, sobre todo si se trata de un tipo de interés compuesto.
Así, cuando tu necesidad sea la de obtener una cantidad de dinero para devolverla en un plazo de tiempo mayor, un préstamo será probablemente un producto más barato y más adecuado a tu caso. Este último, más conocido popularmente, consiste básicamente en abonarte una cantidad de dinero que deberás devolver en un plazo determinado y por un interés concreto, hagas o no uso de esa cuantía depositada en tu cuenta. Eso sí, es posible que devuelvas tu préstamo antes de tiempo, aunque lo habitual es que se te cobre una comisión por ello.
Además, cuando contratas una línea de crédito estás pactando con tu banco la disponibilidad del dinero durante un tempo determinado (por ejemplo, un año). Transcurrido ese periodo, es posible renovar tu línea de crédito para poder seguir disfrutando de ella. Al contrario, en el caso de los préstamos no existe la idea de renovación: simplemente se van pagando en función del plazo acordado hasta que la deuda quede saldada.