Winter is coming… Como el imparable avance de los caballeros blancos de Juego de Tronos, las profecías ominosas sobre una crisis energética que traería un invierno del descontento se ciernen sobre España y el resto de Europa.
Con el gas por las nubes -y marcando además el precio de la electricidad-, este 31 de octubre se cierra el primer gasoducto que España abrió con Argelia, país de origen de la mitad del gas natural que importa España. Por el tubo que se va a cerrar ha entrado alrededor del 20% del gas este año.
Sin embargo, el Gobierno y todas las fuentes del sector consultadas por NIUS descartan que el cierre vaya a crear problemas de suministro o encarecimiento de unos precios, ya de por si desorbitados, en el mercado mayorista. Siempre, advierten, que no venga un invierno siberiano con una Filomena detrás de otra.
De noviembre a marzo se registran los picos de demanda e importación de gas natural. Aunque el sector residencial sólo representa el 15% del consumo (el grueso va a la industria y la generación eléctrica), en los meses más fríos la demanda gasista aumenta alrededor de un 30% respecto al resto del año.
También se disparan las importaciones. En esos meses fríos, España importa la mitad de todo el gas natural del año, siempre según el boletín de hidrocarburos que elabora la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES).
El gasoducto Magreb-Europa (GME) empezó a funcionar el 1 de noviembre de 1996. Ahora termina su contrato de 25 años sin renovación a la vista. El GME fue impulsado por un ingeniero visionario, Pere Durán Farell, presidente de Gas Natural (ahora Naturgy), uno de aquellos empresarios catalanes que influyeron de manera determinante en la transformación económica española desde el franquismo a la democracia. Eran otros tiempos.
El sueño de Durán Farell –“la autopista del gas”- se convirtió en un tubo de 120 centímetros que recorre 1.400 kilómetros a un metro de profundidad. Desde los yacimientos de Hassi R’Mel en el desierto argelino, atraviesa Marruecos, se sumerge a 400 metros a lo largo de 47 kilómetros bajo el estrecho de Gibraltar, emerge en Zahara de los Atunes y desde Tarifa sube hasta Córdoba desde donde se distribuye al resto de la península. Una molécula de gas tarda cuatro días y siete horas en llegar desde el Sáhara hasta la costa española.
Hace meses Argelia anunció el cierre del gasoducto Magreb-Europa –rebautizado como Durán Farell en su tramo argelino como homenaje al promotor de la idea- al vencer el contrato por 25 años. La razón más visible ha sido el empeoramiento de sus relaciones con el país de tránsito. Marruecos cobra por el paso del tubo y se queda con parte del gas para generar electricidad en sus dos centrales de ciclo combinado.
También pesan otros factores. En 2018 Sonatrach, la compañía estatal de gas Argelino, empezó a revisar su estrategia de exportación. El objetivo es buscar mercados más lucrativos, como los asiáticos, y reducir sus envíos a Europa, según recoge el Oxford Institute for Energy. No obstante, el analista de este centro de investigación energética Mostefa Ouki cree que “no están justificados los temores” por el cierre del Magreb-Europa.
En cualquier caso, no es una buena noticia para España. Por diversificación y seguridad energética y por equilibrios geoestratégicos -a los que no es ajeno Marruecos- a España le interesaba mantener abierto el Magreb-Europa.
Pero Argelia dice que no y de ahí no le han sacado las recientes visitas de los ministros españoles de Exteriores, José Manuel Albares, y Transición Energética, Teresa Ribera. Ambos se han vuelto al menos con el compromiso argelino de garantizar las entrega de las "cantidades contratadas". ¿Cómo? Por el segundo gasoducto y en barco.
Veamos si los datos desmienten los peores augurios. Para facilitar el cálculo, conviene tomar nota de una unidad de medida usada en el mundo del gas natural. Un bcm son 1.000 millones de metros cúbicos (del inglés billion cubic metres).
Además del GME, España y Argelia comparten otro gasoducto más reciente, el Medgaz. Va directamente por el Mediterráneo desde Beni Saf hasta Almería. Seguirá abierto y tiene contratos que llegan hasta 2030.
Este tubo tiene una capacidad menor que el que se va a cerrar. Si por el GME pueden venir hasta 13 bcm, por el Medgaz caben 8. A finales de año se ampliarán a 10 bcm. Una cantidad que queda por debajo, en cualquier caso, de los más de 11 bcm que suele importar desde Argelia la Península Ibérica (en todo esto vamos de la mano con Portugal).
Pero debemos diferenciar entre la capacidad máxima de los tubos y el flujo real de gas que ha estado circulando por ellos. Ninguno de estos gasoductos ha estado bombeando al tope de su capacidad en los últimos años. El Magreb-Europa venía a medio gas. Unos 6 bcm en los últimos años (5 para España y uno para Portugal). ¿Por dónde puede venir ahora esa cantidad?
De los cinco de España, dos podrán cubrirse con la ampliación del tubo de Almería y los tres restantes deberán venir en barco metanero. De Argelia o, si es necesario, de otros países. Esa es la cifra clave que da el Gobierno y todo el sector: 3 bcm, 3.000 millones de metros cúbicos, que tendrán que licuarse y venir en barco a lo largo de todo el año.
Fuentes del sector estiman que se necesitan unos 35 buques metaneros para traer todo ese gas natural licuado (GNL). España tiene la mayor capacidad de GNL en Europa. Las seis plantas repartidas por toda la costa peninsular suponen un tercio de la capacidad de almacenamiento del continente en tanques de GNL.
La empresa de infraestructura gasística, Enagas, asegura que ya tiene todo preparado para que este invierno atraquen 50 metaneros más que el año pasado. “No habrá ningún problema técnico de abastecimiento”, insisten compañías y ministerio.
Las reservas subterráneas están al 78%. Aunque por debajo de otros años por estas fechas, España ocupa posiciones de cabeza en el ranking de reservas europeas. “Para lo malo y para lo bueno somos una isla energética, en reservas e infraestructura no dependemos del resto de Europa”, indican fuentes del ministerio. Enagás informar que en octubre las descargas han sido intensas. Los tanques de GNL han alcanzado por momentos al 100% de su capacidad.
Sí, aunque siempre depende de los contratos de las compañías, “uno de los mayores secretos de España”, en palabras de Gonzalo Escribano, experto en energía y clima del Real Instituto Elcano. Los contratos de gasoducto suelen ser a largo plazo, referenciados a menudo al precio del petróleo. No así el GNL de los metaneros que experimenta grandes oscilaciones.
Ahora la demanda está disparada en el mercado mundial y el proceso de licuefacción, flete y regasificación encarece el gas licuado. Fuentes del sector estiman que traer el gas en barco costará a las comercializadoras el doble que por gasoducto desde Argelia.
No, no es probable que influya en el precio del mercado mayorista. “El precio de origen puede ser, digamos, 25 euros MWh (megavatio-hora) y luego cotizarse a 89 euros en el mercado ibérico del gas, que refleja el coste de oportunidad, no el de la materia prima y su traslado”, explica Juan Antonio Martínez, analista de mercados energéticos del grupo ASE. El cierre del Magreb-Europa pesa poco en el mercado internacional. La prueba es que los precios han caído esta semana en cuanto Rusia ha anunciado más gas y los futuros ya reflejan un fuerte descenso a partir de marzo.
Salvo un invierno muy crudo, España podrá llegar a la próxima primavera sin “la autopista del gas” que soñó Durán Farell. Su impulsor no verá este capítulo, tal vez final, de un proyecto por el que luchó durante años. Murió repentinamente en 1999. Sus cenizas se esparcieron sobre el desierto que él convirtió en el pulmón gasístico de España.