Solo han pasado 24 horas desde que Oxfam dejaba claro que los ricos son más ricos y los pobres más pobres en plena pandemia de covid. Mientras que 23 milmillonarios españoles han visto crecer su riqueza un 29% durante la pandemia, más de un millón de personas han empezado a padecer graves carencias materiales. Los diez hombres más ricos del mundo han multiplicado su fortuna hasta los 1,3 billones de euros. Ellos solos, esa decena de personas, acumulan seis veces más riqueza que las 3.100 millones de personas más pobres del mundo juntas. Esta es la realidad durante la pandemia. Un nuevo informe señala que el covid tiene más secuelas, y nada buenas, para los jóvenes. 650.000 engrosaron las listas de exclusión social, donde la desconexión digital y la brecha de género campan a sus anchas.
Un total de 2,7 millones de jóvenes entre 16 y 34 años en España están afectados por procesos de exclusión social "intensa y multidimensional" que les impide realizar proyectos de vida para transitar hacia la vida adulta, y 650.000 de ellos se sumaron a esta situación en 2021, durante el segundo año de pandemia, según un informe de Cáritas y la Fundación Foessa, presentado este martes.
El documento, titulado 'Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España', revela que ser joven es otro de los factores de exclusión que ha sacado a la luz la crisis sanitaria de la Covid-19. El estudio desvelaba que 2'5 millones de personas nuevas están en riesgo de exclusión respecto al año 2018, de tal manera que tan solo el 42% de los hogares de nuestro país disfrutan de una situación en la que no sufren ningún rasgo indicativo de la exclusión, frente al 49% de hace tres años.
Por otro lado, según el estudio, se ha duplicado el número de hogares con todos sus miembros en paro o donde el principal sustentador de la familia ha estado tres o más meses en desempleo o ha pasado por tres contratos o empresas diferentes en el último año. El número total de hogares en esta situación ha alcanzado los 2 millones en 2021, el doble que en 2018. En 600.000 de ellos no entran ingresos.
Asimismo, Cáritas y FOESSA advierten de que la pandemia ha destapado un nuevo factor de exclusión social: la desconexión digital. En este sentido, el informe pone de manifiesto que 1,8 millones de hogares (casi la mitad de los que están en exclusión social) sufren el apagón digital, lo que significa que viven la brecha digital de manera cotidiana.
Además, de los datos se desprende que la crisis de la Covid-19 ha aumentado la brecha de género pues la exclusión social ha crecido más del doble en los hogares cuya sustentadora principal es una mujer.
1. Mantener de manera estable para el futuro las medidas provisionales tomadas en el caso de la salud, la vivienda o la protección social con las necesarias adaptaciones a periodos de estabilidad económica. El reto del sistema de protección social es evitar que estas nuevas situaciones de vulnerabilidad e intensificación de la exclusión severa se transformen en crónicas.
2. Mejorar la cobertura del Ingreso Mínimo Vital, ya que supone un notable avance social para corregir el desequilibrio entre la protección social de la población laboral estable y aquella que es precaria o en situación de exclusión social. De los 850.000 hogares beneficiarios previstos inicialmente, a septiembre de 2021, sólo 315.913 hogares, el 37% de los previstos inicialmente. Una media de 2 personas beneficiarias por cada 10 personas en situación de pobreza severa en España.
3. Reimpulsar el modelo de estado de bienestar en su conjunto, con una orientación clara hacia el acceso a los derechos como canal para la inclusión social y el “rescate” de los sectores más excluidos.
4. Implementar medidas que reduzcan la hiperflexibilidad, mejorando la organización social del tiempo de trabajo también en los empleos de sectores excluidos, no cualificados, en empleos temporales y precarios – los sectores llamados “esenciales” de la limpieza, la hostelería y las labores agrícolas entre otros -, y que acaben con las situaciones de irregularidad.
5. Deberían complementarse, así mismo, los salarios escasos con otras medidas redistributivas, a modo de estímulos al empleo, bien a partir de prestaciones complementarias para los trabajadores de bajos salarios, bien como deducciones fiscales reembolsables.
6. Entre los retos pendientes, también está el de garantizar un sistema de salud público de calidad y el de un cambio de estrategia y paradigma en el ámbito de la atención a personas en situación de dependencia y con necesidad de cuidados.
7. Poner en marcha políticas frente a la exclusión residencial, ya que desde 2018 se ha duplicado el porcentaje de hogares que residen en viviendas insalubres (hasta el 7,2% en 2021) o en situación de hacinamiento (hasta el 4% en 2021). Además, la COVID-19 ha hecho empeorar o tensionar la mayoría de los indicadores de acceso y mantenimiento de la vivienda. Casi se duplica el número de hogares, pasando de 1,1 a más de 2 millones, que sufrieron retrasos, o no tuvieron dinero suficiente, para el pago de alguno de los gastos relacionados con la vivienda, como el pago del alquiler o la hipoteca.
8. Superar la brecha educativa provocada por el apagón digital. Las políticas públicas deberán poner los medios necesarios para que todas las personas puedan superar la brecha digital. Por término medio, en 2020 un 15% de los hogares con menores de 15 años indican que sus calificaciones son peores que en 2019. Un porcentaje que aumenta de forma considerable en los hogares más vulnerables: el 31% de hogares en los que viven niños, niñas y adolescentes (NNA) de minoría gitana y el 25% de hogares del cuartil más bajo de ingresos.
9. Avanzar hacia servicios sociales adaptados a las realidades sociales del siglo XXI. Ante los enormes retos globales que afrontan las políticas sociales como son, entre otros, el envejecimiento de la población, la lucha contra la exclusión social, la protección de menores vulnerables y la integración de la población inmigrante, precisamos de servicios sociales adaptados a las nuevas realidades sociales.