El número equivale al 15,6 por ciento de los cerca de 320.000 brasileños nisseis (hijos de japoneses) o sanseis (nietos de japoneses) que, según los cálculos de la cancillería brasileña, vivían hasta el año pasado en Japón con derecho a trabajar legalmente en el país asiático.
La crisis ya ha obligado algunos de los llamados decasséguis (trabajadores extranjeros en Japón) brasileños a regresar a Brasil en busca de mejores oportunidades, según la representación diplomática.
Los extranjeros han sido los primeros perjudicados con la crisis que provocó en el último trimestre de 2008 la mayor caída del Producto Interior Bruto (PIB) de Japón en los últimos 34 años.
Los brasileños constituyen la tercera mayor comunidad extranjera en Japón después de la de chinos y coreanos.
La migración de brasileños descendientes de japoneses hacia la tierra de sus antepasados comenzó hace 30 años, cuando Brasil vivía una grave recesión y Japón un período de crecimiento económico, pero la situación parece haberse invertido ahora.
La mayoría de los brasileños en Japón trabaja en la industria automotriz y en la de electrónicos, dos de los sectores más afectados por la crisis, y está contratada bajo el régimen de trabajo temporal, el menos estable y el primero a ser afectado en períodos de inestabilidad.
Según Folha de Sao Paulo, desde octubre de 2008 cerca de 25.000 clientes del Banco de Brasil en Japón, lo que equivale al 20 por ciento del total, transfirió la dirección de su residencia para la cuenta bancaria de Japón a Brasil.
Según el gerente regional del Banco de Brasil para Asia, Admilson Monteiro García, es posible que entre 40.000 y 50.000 brasileños, incluyendo el propietario de la cuenta bancaria y sus familiares, ya hayan regresado al país.