Banca pública, ¿no gracias?
Cuatro expertos opinan sobre la posibilidad de que Bankia se utilice con criterios de banco público
El Estado todavía controla el 60% de las acciones y ha ido retrasando su venta por el bajo precio en bolsa
Podemos propone cambiar la gestión de Bankia y utilizarla como un banco público
Hace siete años un meteorito llamado crisis acabó con unos dinosaurios de la banca española: las cajas de ahorro. El último en su especie, Bankia, fue rescatado y se convirtió en un banco público de la noche a la mañana tras la inyección de 22.429 millones de euros. El Estado controla todavía el 60% de sus acciones, pero la idea siempre ha sido vender y recuperar todo el dinero posible. Pero ahora la llegada de Podemos a La Moncloa abre la posibilidad a cambiar de planes y mantener Bankia como banco público. El PSOE nunca ha sugerido nada por el estilo.
“Se teme que Bankia cambie de gestión y empiece a prestar dinero por razones sociológicas y no financieras”, explica Manuel Romera, Director del Sector Financiero de IE Business School. “Por eso está cayendo tanto en bolsa”.
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Un ocho por ciento de valor ha perdido en dos días. Este descenso coincidió con el anuncio del preacuerdo de gobierno, pero también es cierto que las cosas no le van bien a la entidad en el terreno bursátil. Cotiza en zona de mínimos desde el rescate en 2012 y en lo que va de año pierde más de un 31%. Es el peor valor del Ibex. El precio era el argumento para no vender la participación del Estado. “Mejor esperar a un momento mejor”, decían desde el gobierno. Ahora puede surgir otra posibilidad: “no vender nunca porque hace falta crear una banca pública”.
“La idea de volver a la banca pública está muy desacreditada por la mala experiencia de las cajas de ahorro”, admite Julio Rodríguez, miembro de Economistas frente a la Crisis y vocal del Consejo Superior de Estadística. Rodríguez fue también presidente del Banco Hipotecario Español, una entidad pública que se integró en el ICO (Instituto de Crédito Oficial) a principios de los noventa. “Pero yo creo que la experiencia de los que estábamos ahí en ese momento no fue mala. La banca pública era útil a la sociedad”.
Lo que quedaba de este tipo de banca se terminó con la privatización de Argentaria en 1997 (esta entidad luego se fusionó para crear el BBVA). Entonces quedaron solas las cajas de ahorro, que no eran en realidad entidades públicas. “Las cajas no eran bancos públicos en el sentido estricto. No se puede comparar. Habría que apostar por una banca pública con un propietario público mayoritario pero también con algo de participación privada para introducir elementos de competencia”, opina Bruno Estrada, economista adjunto al Secretario General de CCOO. “El partido laborista inglés está planteando algo parecido en el Reino Unido".
Sin embargo, para muchos otros expertos, deshacer el camino y volver a la banca pública sería una "pésima idea", "un desastre". “La banca pública como concepto de ONG, que es lo que dice Podemos, yo no lo veo”, contesta Romera. "El objetivo del rescate con fondos públicos a Bankia es recuperarlos en la medida de lo posible. Eso exige la privatización”, sostiene Joaquín Maudos, director adjunto del IVIE y catedrático de la Universitat de València. “Además si se cancelan los planes, el actual presidente abandonaría la entidad y eso sería una mala noticia”.
José Ignacio Goirigolzarri, exconsejero delegado del BBVA, fue el hombre elegido por el ministro Luis de Guindos para pilotar la nueva gestión de Bankia tras el rescate. Es una persona con mucha experiencia y valorado en el sector. “Para mí no es un banco público, aunque su mayor accionista sea el Estado, porque se rige por criterios privados no públicos. La clave no está en quién sea el propietario, sino en que se deje la gestión en manos privadas sin injerencias políticas”, expone Maudos.
"La decisión de lo que pase con Bankia no solo depende de lo que digan los partidos políticos. También tendrá que aceptarlo el Banco Central Europeo y no está claro si lo autorizaría", apunta Romera del IE Business School. No es aventurado pensar lo que podría opinar el actual vicepresidente del BCE, el propio de Guindos. "Él y la presidenta Christine Lagarde son liberales y creen mucho en la banca como negocio".
¿Cual es el sentido de la banca pública?
Sus defensores argumentan “puede ser útil a la sociedad”:
- No se trata de que vaya a perder dinero, sino que financie “temas de interés”, como por ejemplo: vivienda social de alquiler. “El suelo que se cede a los ayuntamientos se podría utilizar para hacer este tipo de pisos. Una cierta financiación crediticia vendría bien. Luego el crédito se pagaría con el precio del alquiler”, expone Rodríguez.
- La España vaciada, donde las entidades bancarias han cerrado sucursales podría estar mejor atendida. Para este economista, la exclusión financiera se nota. “Podría haber un servicio de la entidad pública de visita periódica a estos pueblos. No tendría que ser un negocio deficitario porque si estas personas tienen la pensión domiciliada, la entidad siempre puede venderles otro producto y ganar dinero”.
- Con un sector muy concentrado la banca pública permitiría introducir competencia. “Esta entidad ofrecería hipotecas a tipos más bajos o sin introducir cláusulas abusivas. Favorecería una competencia sana que obligaría al resto a actuar bien”, explica Estrada. “La banca pública puede hacer esto porque sus expectativas de rentabilidad no son a corto plazo”.
- Jugaría un papel en la financiación de proyectos a largo plazo.
- Apoyarían la financiación de los ayuntamientos. ¿Riesgo? “Las entidades locales son muy solventes”, sostiene Estrada. “Además un ayuntamiento no puede quebrar, una empresa sí”.
- El problema de la gestión se podría resolver si fuera el Congreso quien eligiera a sus directivos por una amplía mayoría y les controlara constantemente.
Sus detractores sostienen: “esta historia siempre ha terminado mal”.
- La banca pública, en general, lo único que genera es ineficiencia y probablemente no dé el servicio adecuado.
- Ya tenemos el ICO y agencias regionales que hacer una labor importante.
- “Quizá en casos muy puntuales, como en un tema de exclusión financiera, un banco público podría tener sentido”, admite Maudos. “Pero para la actividad tradicional de intermediación, la banca privada es infinitamente mejor. Si hoy los bancos ya tienen un problema de baja rentabilidad, no quiero ni pensar en los problemas que tendría si fuera de gestión pública”.
- En el caso de financiación de vivienda, “si hay un interés social es defendible que se haga con fondos públicos, pero siendo conscientes del riesgo que supone y del coste que puede generar. Al final las pérdidas se socializan y las paga el contribuyente vía impuestos”.
- “Un banco es un negocio y tiene que generar beneficios y remunerar a sus accionistas. Si tiene un fin social entonces es otra cosa: es un gestor de ayuda pública”, explica Romera.
- Este experto no cree en la idea de que se añada más competencia. “Si puedes prestar a tipos más bajos porque eres un banco público y nadie te va a pedir explicaciones... es una demagogia”.
La experiencia de otros países
En Alemania, Francia y países nórdicos hay banca pública “y no pasa nada”, sostiene Rodríguez. Es cierto que hay dudas sobre la salud del sistema financiero alemán. Algunos dicen que tiene un agujero de 300.000 millones de euros. Otros, que el problema lo tienen los grandes bancos alemanes y no las cajas de ahorro. En Francia funciona la caja postal y en Suecia y Noruega “algunos de los bancos públicos son de los más solventes del mundo”, asegura Estrada.
“Siempre puedes encontrar experiencias de buena gestión, pero la experiencia reciente en España es mala. Algunas cajas de ahorro (no todas) financiaban operaciones que otras entidades descartaban y ese gran riesgo se tradujo en pérdidas millonarias”, recuerda Maudos.