De ser un cultivo residual, que en muchas ocasiones se quedaba en el árbol por su escasa rentabilidad, la algarroba, ha pasado a convertirse en un fruto que está de moda.
Tanto es así que su cotización se ha disparado en el campo alcanzando precios nunca vistos por los agricultores, superando el euro por kilo. “Hace 5 años se pagaba a 20 céntimos el kilo y no te merecía la pena ni recogerla, pero desde entonces su precio empezó a subir y ahora se ha disparado”, señala Pepe Zaragoza, productor castellonense de algarroba.
La razón la encontramos en el garrofín, las semillas que se encuentran en el interior de estas vainas de color castaño. Unas semillas con las que se fabrica una pasta, la goma de garrofín, muy apreciada por la industria alimentaria para la elaboración de numerosos productos y también por la industria cosmética.
Es tal la demanda de este producto, que se está pagando en estos momentos a 12 y 14 euros el kilo, cuando hace un año su precio estaba en torno a los seis ó siete, y hace un lustro no superaba los dos euros.
Como ocurre con el cerdo, de la algarroba se aprovecha todo. Antiguamente se utilizaba para la alimentación del ganado, pero poco a poco se fue introduciendo también en productos para la alimentación humana.
La parte más apreciada es sin duda la goma de garrofín, que se utiliza como espesante y gelificante principalmente en la elaboración de helados y de productos lácteos en general. “Han tratado de sustituirla por productos químicos, pero esta pasta es 100 % natural y tiene mucha más calidad, por lo que se vuelve a pagar a un buen precio, además la producción de algarroba ha caído en países productores como Marruecos y aquí en España se ha mantenido”, explica Pepe Zaragoza.
De la algarroba también se extrae una harina con un aspecto y sabor similar al del cacao que se utilizaba únicamente en la fabricación de piensos para animales, pero al igual que la goma del garrofín, ahora se emplea repostería.
Más recientemente, la pulpa de la garrofa se ha incorporado también a la industria alimentaria para la elaboración de productos dietéticos.
Este “boom” de la algarroba ha llevado a la recuperación de numerosas extensiones de este cultivo de secano, olvidadas por los agricultores. “Es un árbol de secano que aguanta mucho y aunque se habían dejado de lado, ahora se están recuperando de nuevo estas plantaciones abandonadas”, señala Carles Peris, secretario general de la Unió de Llauradors y Ganaders.
La Comunidad Valenciana es la autonomía que concentra la mayor producción de algarroba en España y en estos momentos se sitúa en torno a las 8.000 toneladas al año.
Una producción que puede ir creciendo en los próximos años, no solo con la recuperación de antiguos cultivos, sino también con la plantación de nuevos en zonas de regadío. “En algunas zonas se está sustituyendo el cultivo de cítricos por algarroba. Es un árbol que en secano tarda mucho en dar producción, pero con el aporte de agua necesario, puede ser rentable mucho antes y hay agricultores que se están decantando por la algarroba dado el bajo precio de los cítricos y su escasa rentabilidad”, explica Peris.