Ahorrar para la jubilación “por defecto”: la poderosa opción que estudia el Gobierno
El Gobierno quiere potenciar con “opciones por defecto” el ahorro de cara a la jubilación
En otros países se ha demostrado que este tipo de diseños, totalmente voluntario, aumenta el ahorro
Es una verdad universalmente aceptada que todo político que hable del delicado tema de las pensiones se puede meter en problemas (depende de lo que diga, claro). Es otra realidad notoriamente demostrada que los seres humanos tendemos a la procastinación, a un exceso de optimismo y a primar más el presente frente al futuro. Estos son algunos de los obstáculos que llevan años interponiéndose en el camino de la reforma, que según muchos expertos, hace falta en nuestro sistema de pensiones. Pero algo podría empezar a cambiar en 2021 con la ayuda de unos ‘empujoncitos’.
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El Gobierno quiere ser una especie de patrocinador de unos planes de pensiones muy concretos: los de empresa. Para ello, quiere poner las cosas lo más fáciles, sencillas y baratas posible. Creará un fondo público de pensiones al que se podrán apuntar las compañías: grandes, pequeñas e incluso autónomos. Las decisiones finales en cada caso se tomarían en el ámbito de la negociación colectiva (empresa o sector).
Y en este terreno entran en acción los mencionados ‘empujoncitos’ (nudges en inglés, según el término acuñado por el Nobel de Economía, Richard Thaler, y el abogado Cass Sunstein). Un pequeño detalle aplicado en otros países y que ha demostrado ser clave para que la gente guarde dinero para la jubilación.
La idea es sencilla: ahorrar por defecto, destinar una parte de nuestro salario para cuando nos retiremos. Las empresas podrían aportar también a estos planes de sus empleados y obtener desgravaciones fiscales. No es que el sistema nos obligue a guardar una parte de nuestro sueldo al ahorro, pero sí se activaría por defecto. Se nos restaría directamente de la nómina e iría a parar a un fondo de pensiones patrocinado por el Gobierno.
La economía del comportamiento ha demostrado que este tipo de esquemas o ‘arquitectura de las decisiones’ es realmente efectivo. ¿Por qué? Por esa tendencia humana a procastinar, a dejar para mañana decisiones que pueden suponer un sacrificio en el presente, a olvidarnos del tedioso papeleo... Por eso funcionan los nudges.
“Nos han pedido que les presentemos experiencias de otros países”, comenta uno de los expertos consultados por el Gobierno. Hay donde elegir y mirar: Reino Unido, Suecia, Estados Unidos, Nueva Zelanda... Y los resultados son prometedores.
Del país que más se habla es el Reino Unido. También es el caso más reciente. Arrancaron en 2012 con su sistema NEST (National Employment Savings Trust) por recomendación de un grupo de expertos.
- Las aportaciones por defecto se fijaron en el 2% del sueldo. Es decir, la empresa que se apuntara a NEST retiraba de la nómina de los trabajadores ese porcentaje y lo metía en el fondo de pensiones colectivo.
- En 2018 la subieron al 5%. Y un año más tarde, al 8%.
- A finales de 2019 más de ocho millones de trabajadores británicos estaban suscritos a NEST (alrededor de un tercio del total). Cerca de 600.000 empresas complementaban esos planes de ahorro de sus empleados y menos del 10% de las personas decidía salirse del sistema y quedarse todo su sueldo.
“En el ministerio andan con pies de plomo para que nadie les pueda acusar de privatizar las pensiones”, explica otro economista consultado. “El argumento oficial es que el Pacto de Toledo recomienda el fomento de este ahorro complementario a la pensión.” Pero en esas recomendaciones pactadas recientemente no se dice nada ni de ‘empujoncitos’, ni de ahorro por defecto, ni de un fondo público. Simplemente se recomienda “la potenciación de la previsión social complementaria”.
¿Por qué se hace?
La idea es conseguir que la gente ahorre para la jubilación, que lo haga con unos planes relativamente baratos (y no como ahora en general con elevadas comisiones y baja rentabilidad) y en cualquier empresa: no hace falta trabajar en una multinacional para tener esta opción. Estos planes de ahorro servirían para complementar la pensión futura, no para sustituirlas.
Las cifras dibujan una realidad tozuda: en España ahorramos poco de manera individual para la pensión. Los planes de pensiones que conocemos la mayoría (voy al banco, abro un plan de pensiones y hago aportaciones cuando puedo/y me acuerdo) no han tenido mucho éxito. Y eso que desgrava a Hacienda. Los incentivos fiscales no han funcionado. Lo reconoce el Gobierno y la propia AIReF, la autoridad fiscal independiente.
En la actualidad, sólo el 13% de los españoles tiene un plan de pensiones. La cifra es muy baja si se compara con países como Francia, Alemania o Bélgica, donde tres de cuatro ciudadanos cuenta con este tipo de ahorro.
Las cifras cuentan también algo más: son las personas con más recursos las que se benefician de los incentivos a los planes de pensiones (es decir, las desgravaciones son regresivas), los planes son caros (según el Gobierno “gran parte del beneficio fiscal acaba en el sector financiero”) y tienen muy poco atractivo para los jóvenes.
“Tenemos intención de movernos rápido con los agentes sociales”, explican desde el ministerio de la Seguridad Social. “Estamos trabajando y la ley de presupuestos nos da un año para ponerlo en marcha. No es un tema trivial para dar respuestas apresuradas”.
Los cambios en los incentivos fiscales que se incluyen en las cuentas de 2021 reman también en esta dirección: se ‘premia’ con más margen a las contribuciones a planes de empresa que a los individuales.
Del ahorrador-kiwi al NEST
Muchos de los países que han decidido mover ficha en esta dirección se enfrentaban a los mismos problemas que nosotros: envejecimiento de la población, mayor esperanza de vida y por lo tanto, posibilidad de menores pensiones públicas en el futuro...
El ahorro automático para la jubilación se puso en marcha en Estados Unidos en el año 2006. La experiencia de los planes ‘401 (k)’ es uno de los referentes porque funcionó. De nuevo los datos muestran que muy poca gente opta por salirse (por pereza, por olvido, porque realmente tampoco es tanto y les compensa...)
En Nueva Zelanda crearon el ‘Kiwisaver’, también basado en aportaciones por defecto. Y más recientemente se cuenta con los resultados del Reino Unido.
El Gobierno no se ha decantando todavía por ninguno, aunque todos tienen bastantes elementos comunes. “Tenemos que hacer una traslación a la realidad española donde hay muy poca experiencia en esta cuestión”, insisten en el ministerio. ¿De cuánto dinero estamos hablando? El fondo público, según experiencias internacionales similares, “puede ser potencialmente grande”, explicaron en el ministerio hace unos días sin dar muchos detalles.
‘Empujoncitos’ que salvan vidas
Los españoles ya conocemos el poder de las opciones por defecto. No es casualidad que nuestro país sea líder en donaciones y transplantes de órganos. Tenemos un nudge muy potente: la ley establece que todos somos donantes a no ser que digamos lo contrario por escrito (o que los familiares se opongan). Este diseño por defecto explica en parte nuestro liderazgo. Si tuviéramos que decidir qué hacer cuando fallezcamos, ¿a cuántos se nos olvidaría el papeleo?
La idea que no hay que perder de vista en esta ‘arquitectura de las decisiones’ es que nada se impone. Los nudges, pero el individuo mantiene su libertad de elegir hacer lo que quiera. Si no procrastina, claro.