A prueba Mazda CX-30 e-Skyactiv-X, cuando la elegancia y la precisión se hacen coche
Puede ser muy ahorrador en los consumos en conducción pausada y bastante deportivo si se quieren emociones
Su distinción y comodidad son grandes valores de un automóvil que además te hace disfrutar mucho en su uso
Personalidad propia a raudales y una elegancia y belleza superiores a lo común son algunas de las señas de identidad del todocamino medio del que hablamos hoy, el Mazda CX-30 e-Skyactiv-X. Y hay otras más que explicaremos, pero quizá la que más me ha llamado la atención ha sido su capacidad de adaptarse como un guante a tu modo de conducción. Pero no sólo al modo en el que tú sueles conducir habitualmente, sino al modo en el que conduces en cada momento, más calmo en unas ocasiones y más enérgico en otras. El coche parece espejar tu ánimo y llevarlo al asfalto de un modo único que pocos coches consiguen.
Cómo es
MÁS
La diferencia técnica principal de este CX-30 es su tecnología e-Skyactiv X. Con ella combina parte del modo de comportarse de un motor diésel con el de un gasolina para reducir los consumos cuando conducimos a bajos regímenes de vueltas, es decir, en la conducción más tranquila y suave. A eso suma una micro hibridación con un pequeño motor eléctrico y una mínima batería para apoyar aún más la austeridad en los consumos.
-El complejo motor, en este caso a gasolina aunque también lo hay diésel, es una obra de arte de la ingeniería. Ofrece una potencia combinada de 186 caballos y un par motor máximo de 240 Newtonmetros. Alcanza los 204 km/h de velocidad máxima y acelera de 0-100 km/h en 8,3 segundos. Usa el compresor no para ofrecer más potencia en bajos regímenes de giro del motor, sino para disminuir los consumos, combinando tanto el encendido por compresión típico de los diésel con el de chispa cuando se incrementa la demanda de potencia por parte del conductor.
-Ofrece un consumo medio combinado oficial en ciclo WLTP de 5,7 litros a los cien kilómetros, con unas emisiones de 128 g/km. Obtiene por su sistema de micro hibridación la etiqueta ECO de la DGT. Luego diremos más, pero es capaz de consumir muy poco y, por tanto, de emitir también muy poco.
-Mide 4,39 metros de largo, por 1,54 m.de alto y 1,79 metros de ancho, con una distancia entre ejes de 2,65 metros. Su tamaño está entre el del Mazda CX-3 y el del CX-5. Tiene un maletero de 430 litros, por debajo de la media del segmento de los todocamino compactos, que se amplía hasta los 1.406 litros con los asientos traseros plegados. Pesa 1.368 kilos y tiene cinco puertas y cinco plazas, aunque como siempre la central trasera no es muy práctica.
-La unidad probada tenía tracción delantera -hay versiones con tracción total- y caja de cambios manual de seis velocidades -también las hay con caja automática CVT- , y cuenta con frenos de disco en el eje trasero, que son de discos ventilados en el delantero.
-Su equipamiento es muy amplio. Tiene cámara trasera, es compatible con Apple CarPlay y Android Auto, incorpora un sistema de proyección de información en el parabrisas muy eficiente, sistemas de serie como el aviso de ángulo muerto, asistencia a la frenada con reconocimiento de peatones, asistente de cambio involuntario de carril, control de crucero adaptativo, reconocimiento de señales de tráfico o detector de tráfico trasero, entre otros muchos.
Cómo va
En este Mazda CX-30 hay que hablar de su diseño, alabar su elegancia y su belleza, que nacen del perfeccionamiento sucesivo de su filosofía de diseño Kodo. Se trata de un todocamino muy equilibrado, con una estética muy pura. Es necesario resaltar un juego de brillos y sombras que parece infinito, y que sus volúmenes obtienen de la luz ambiental en conjunción con una de las pinturas más bellas de entre los fabricantes generalistas. El rojo denominado Soul Red Crystal es quizá el más color mejor conseguido de entre los coches de producción actuales.
El interior también es igualmente minimalista, estéticamente equilibrado, bien acabado, con unos materiales de mucha calidad percibida y con abundancia de mullidos, que esconde una complejidad que le hace visualmente relajante. Es muy ergonómico, con todos los mandos de la conducción orientados hacia el piloto. Otorga sensación de espacio y amplitud, sobre todo en los asientos delanteros. Atrás el espacio está bien y sus asientos siguen siendo cómodos, pero el ancho, es decir, el espacio para hombros, ya no es tan destacado. El maletero tiene unas formas muy aprovechables y se le saca partido, aunque con 430 litros se queda un poco por detrás de sus rivales. No obstante, tiene argollas y cintas para sujetar por ejemplo bolsas y fuente de luz propia.
De los mandos hay que destacar que su pantalla central de 8,8 pulgadas parece más pequeña de lo que realmente es. Su sistema de información es muy sencillo de usar y tiene una claridad y perfección en los gráficos, magnífica. Es muy práctico y, junto con la instrumentación que tiene una pantalla central configurable entre dos preciosos relojes analógicos y la información proyectada en el parabrisas, ofrecen una combinación perfecta para conducir con toda la información necesaria situada en el lugar preciso para no distraerse. La pantalla no es táctil, lo que me parece perfecto para no distraerse con la informática, manejándose su interfaz con una ruleta muy práctica y ergonómica en la consola, rescatada del momento en el que la computación aún no había esclavizado un terreno -el de la conducción- que nunca debió de ser suyo. Un diez para la seguridad.
Su insonorización nos pareció muy buena y nos gustó su sistema de sonido de ocho altavoces.
La conducción tiene sus peculiaridades. La primera es que es un coche que se adapta a la perfección al estilo deseado en ese momento. Es como si el coche te entendiera y se adelantara a darte justo lo que necesitas: si vas lento, calma y tranquilidad y si quieres ir rápido, emoción, energía y viveza. No es una sensación común y de alguna manera es como si él te “entendiese” y su respuesta se adecuase a tu estado de ánimo. Quizá hay que probarlo para entenderlo.
En cualquier caso es un coche muy cómodo con una suspensión y unos sistemas como el G-Vectoring -frena y envía par a diferentes ruedas en la gestión de las curvas- que producen una sensación elevada de control. No es un deportivo, pero se le puede pedir “chicha” si se quiere o bien transformarlo en un auténtico oasis de relax. El cambio es muy gustoso por cómo entran las marchas de bien y eso es estupendo porque para una conducción apropiada hay que usarlo más que la media en otros coches para adecuar correctamente las revoluciones a la conducción.
En cuando al motor hay que decir que no destaca por la sensación de potencia que ofrece. La respuesta a bajas revoluciones no es de las mejores, con unos desarrollos de las marchas largos y unas recuperaciones también algo costosas si no se atiende con eficacia al cambio de marchas. Es un coche muy preciso en todo y requiere una conducción concentrada. Es decir, hay que hacer un uso intensivo del cambio si queremos sacarle toda la rentabilidad posible al motor, máxime cuando buscamos mayor agilidad, momento en el que deberemos llevarlo alto de revoluciones. En esos momentos, ofrece sensaciones más de turismo que de todocamino. Estamos acostumbrados a transmisiones que perdonan, que ofrecen potencia rápida con un uso más cicatero del cambio manual. Aquí es casi todo lo contrario, cuanto más generoso se sea en su uso, más agrado obtendremos de la carretera y de él mismo. Una vez más, la exactitud manda. La opción del cambio automático, como decimos, siempre está también presente.
En cuanto a los consumos es un coche que, como su carácter, puede puede ser muy variable. No es muy complicado obtener consumos de 4,6 litros a los cien en sexta por buenas carreteras y velocidades contenidas, igual que no es difícil que el gasto se dispare más allá de 8,4 litros si exprimimos su potencial y vamos funcionando en la parte alta del cuentarrevoluciones. El resultado es que su consumo oficial de 5,7 litros nos parece muy posible siempre que conduzcamos suave, en una conducción relajada.
¿Interesa?
Este Mazda CX-30 2.0 e-Skyactiv-X Zenith tiene un precio de venta al público de 33.725 euros sin descuentos, ayudas ni financiación. Una de sus grandes ventajas es su múltiple personalidad que nos permitirá ajustar los consumos según nuestro modo de conducción. El conductor paciente y pausado le sacará partido y contendrá el coste del combustible, pero el rápido y nervioso lo notará en el surtidor.
Por lo demás, es un coche cuya suavidad y confort enamoran y que hace disfrutar de la conducción a quienes gusten de conducir y no sólo desplazarse. Este Mazda CX-30 tiene una personalidad diferenciada, como no muchos automóviles ofrecen, y está un escalón por encima de bastantes de su competencia en diversos de los apartados citados, algo que hay que reconocerle.
También hay que apuntar que en realidad sus precios parte de 28.475 euros en su versión más básica de 122 caballos de potencia, que puede ser suficiente para nuestras circunstancias.