Quien no ha soñado alguna vez con jubilarse a los 40, como Michael Jordan, y vivir de campo de golf en campo de golf, sin preocupaciones, sin jefes, sin agobios, sin estrés… Cuando a uno le rondan los 50, le vienen a la cabeza preguntas subversivas sobre su propio modus vivendi, ¿vale la pena seguir así el resto de mi vida? ¿Esto es todo lo que me puede ofrecer? ¿No me estaré perdiendo algo mejor ahora que todavía estoy a tiempo? En la mayoría de los casos la obligación de pagar las facturas a fin de mes nos obliga a seguir en un trabajo que no nos satisface, pero con la jubilación en el horizonte, se pueden hacer cuentas y, si es posible, darle una oportunidad al adolescente rebelde que aún escondes por ahí.
No es imposible, seamos optimistas, tan solo hay que conseguir la independencia económica, tener cada mes lo suficiente para vivir como uno quiera. No se trata de vivir en una cuba de vino como Diógenes o sobrevivir míseramente como un yogui indio, sino de planificar las cuentas para mantener tu estilo de vida.
Para conseguir la independencia económica a los 50 debemos atender a tres pilares fundamentales: los ahorros, la pensión y el patrimonio. Aprovechando bien estas tres fuentes de ingresos podremos dejar de trabajar antes de tiempo y vivir con un estilo de vida similar al que llevas hoy.
Los que ahorra rondan los 50 deberán jubilarse, como poco, a los 67 años, así es que para alcanzar a cobrar la pensión deberán aguantar 17 años al menos sin ingresos. Lo ideal es llegar a la edad de jubilación para cobrar el 100% de la pensión, ya que las penalizaciones por jubilación anticipada pueden llegar hasta el 21%.
Para llegar a la edad de jubilación y cobrar ese 100% deberás seguir cotizando los años que no trabajes, suscribiendo un convenio con la Seguridad Social. Un gasto que deberás tener en cuenta, ya que serán 17 años de cotizaciones que también deben salir de los ahorros.
Por tanto, es fundamental tener ahorrado un dinerillo para cumplir “el sueño de Jordan”. ¿Cuánto? Pues cuanto más mejor, claro, y para ello es importante empezar cuanto antes. La clave del ahorro a largo plazo está en el interés compuesto. Es decir, a lo que ahorras, se le suman los intereses que ganas cada año, de modo que al año siguiente tienes más capital invertido.
Para que la potencia del interés compuesto pueda funcionar tienen que darse dos condiciones. Primero, la rentabilidad real neta de nuestro ahorro, una vez descontados todos sus costes (la inflación, las comisiones y la fiscalidad) tiene que ser suficientemente alta. Y, segundo, debemos tener la paciencia necesaria para permitir que la magia del tipo de interés compuesto funcione.
Por ejemplo, con una rentabilidad real del 7%, en 50 años, cada euro que ahorremos se convertirá en 29.5 euros. En cambio, en 20 años, solo multiplicaremos cada euro por 3.87. Por eso es tan importante empezar a ahorrar cuanto antes.
Como cada persona es un mundo, para saber cuánto dinero debo tener ahorrado debemos hacernos estas preguntas:
A partir de las respuestas se puede planificar el retiro. Se suele recomendar ahorrar cuanto antes, y que el 20% de los ingresos vayan a ahorro. Con esta cifra, al cabo de un año se tendrían que poder ahorrar unos dos sueldos y medio si se es constante. A los cinco, se tendría un salario anual completo.
La especialista en finanzas Kimmie Green creó una fórmula que establece, para cada edad, la cantidad de ahorro que deberíamos tener según nuestro salario anual. Green marca tres pasos.
En un estudio reciente, el economista Javier Díaz-Giménez elaboró un caso simulado del ahorro necesario para complementar la jubilación. Se trata de una persona nacida en 1960, (Díaz-Giménez le llama Arturo). Arturo quiere saber cuánto tendría que ahorrar para complementar su pensión si llegara a cumplir 100 años. Le gustaría jubilarse al cumplir los 67 años. Durante su jubilación quiere gastar 2.000 euros. Arturo piensa que después de descontar los impuestos, va a cobrar una pensión pública de 1.102 euros al mes.
Como Arturo quiere gastarse 2.000 euros al mes durante todo el tiempo que dure su jubilación y cómo piensa que su pensión pública se revalorizará con la tasa de crecimiento del IPC, necesitará 897.28 euros.
Según los cálculos de Díaz-Giménez, si Arturo pensara que va a vivir hasta los 70 años, tendría que haber ahorrado 32.300 euros. Si contara con que va a cumplir 80 años, 140.000 euros. Si creyera que llegará hasta los 90 años, 247.600 euros. Y, si piensa que va a ser centenario, le harán falta 355.300 euros para complementar su pensión pública.
Según el profesor del IESE Business School, una regla fácil de recordar es que, si suponemos que el tipo de interés real que vamos a cobrar durante la retirada programada es del cero por ciento, tendremos que haber ahorrado 120.000 euros en números redondos por cada 1.000 euros de complemento de nuestra pensión y década de duración de la jubilación.
Aparte del ahorro y la pensión también hay que utilizar los rendimientos que pueda darnos el patrimonio inmobiliario acumulado. Existen distintas fórmulas: hipoteca inversa, vivienda inversa, nuda propiedad, renta vitalicia y venta con alquiler garantizado. Para la experta en planificación Lupina Iturriaga, “si debes utilizar tu vivienda porque hay un problema de liquidez, lo mejor en vender tu casa. Pero hay otras opciones. Está la nuda propiedad, vender tu casa y quedarte en usufructo de por vida, pero no te la van a dar si no tienes una edad muy avanzada. Aquí pierdes la propiedad de tu casa y tus hijos se quedarían sin nada. En la hipoteca inversa te dan una cantidad mensual mientras vivas. No es accesible para todas las personas, el año pasado se concedieron unas 1.000 en toda España. Dependiendo de las entidades unas ofrecen mejores condiciones que en otras. Aquí dejas una deuda que deben pagar los herederos, en caso de que quieran recuperar la propiedad. Generalmente lo que se hace después es vender la casa y pagar la deuda con ello y quedarse lo que sobre, con sus implicaciones fiscales. Hay otros productos, como la venta con alquiler, y otras, pero hay que ver la letra pequeña, porque algunos no los garantizan para siempre. Hay que ver todo en conjunto y ver qué te interesa según tu situación”, explica Lupina.
Dejar de trabajar a los 50 no es imposible, pero hay que utilizar todos los recursos a nuestro alcance y planificar con cuidado a largo plazo. Sólo se vive una vez, y cada vez hay más personas que queman sus naves en esta vida, y llegan al final como Diógenes, “no tengo equipaje, sino una alcuza, la alforja, mi mísera capa y el óbolo con el que pagan los muertos su paso. Cuanto en la vida tenía, todo ello lo llevo conmigo al Infierno; nada en el mundo he dejado”, pues eso.