La economía circular se resiste a encajar en las piezas de Lego: la empresa descarta el plástico reciclado

  • Después de dos años de pruebas, Lego decide no cambiar al plástico reciclado para fabricar sus piezas

  • El proceso generaría más emisiones de CO2 que la situación actual, según ha informado la empresa

  • El plástico reciclado tiene sus limitaciones porque pierde parte de las características originales del material

El primer moldeador de plástico de Dinamarca lo compró un pequeño carpintero en 1947. Se llamaba Ole Kirk Christiansen y, junto a su hijo Godtfred, concibió la idea de fabricar pequeños ladrillos de plástico que encajaban entre sí como base de un juego de construcción. Lo llamaron Lego, por la combinación de leg godt, ‘juega bien’ en danés.

Hoy, la empresa es una multinacional con un problema, precisamente, de encaje: no consigue reemplazar el plástico de sus piezas por un material más sostenible. Esta semana ha comunicado que las pruebas para fabricar con plástico reciclado no han funcionado.

"Cuando presentamos el prototipo éramos optimistas sobre los resultados, pero hemos decidido no seguir adelante porque al final no habríamos conseguido reducir nuestras emisiones de CO2", explicaba la compañía en un comunicado.

Durante dos años Lego ha estado probando fabricar con el material más utilizado para los envases, el conocido como PET en su versión reciclada (rPET). Pero las piezas no han superado las pruebas de calidad, seguridad y durabilidad de la empresa. Tienen que funcionar entre ellas y con las que llevan décadas en las casas de los clientes.

Lego asegura que ha ensayado con 300 materiales diferentes. Algunas pequeñas piezas sí se han conseguido fabricar con derivados vegetales –como los pequeños árboles o ramas del juego--, pero sigue sin encontrarse solución para la inmensa mayoría de la producción.

¿Tan difícil es reciclar el plástico?

A Amparo López Rubio el fracaso de Lego no le ha sorprendido. “Es lo normal porque es muy difícil trabajar con plásticos procesados”. Ella es una experta en estos polímeros.

El aluminio se puede reciclar hasta el infinito, pero el papel y el plástico están formados por fibras que se rompen en el reciclado. Por eso el papel reciclado es de peor calidad. Al plástico le ocurre lo mismo”, explica esta científica del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC).

El reciclado más habitual es triturar los envases hasta dejarlos en pequeñas bolas, que luego se vuelven a fundir para su reprocesado (el rPET, con el que ha probado Lego). “Este es el proceso de reciclaje del plástico más utilizado, pero las propiedades finales de estos materiales siempre van a ser peores que las del polímero original”.

La llamada economía circular plantea sus limitaciones para ciertos materiales y procesos de reciclado. Y es un área donde queda mucho por avanzar. Justo López Rubio acaba de publicar un estudio en el que han detectado mayor toxicidad en las bolsas compostables que en las de plástico convencional. La clave, según su hipótesis, está en los aditivos que se añaden al material reciclado.

“Son aditivos para hacerlos más elásticos, resistentes, ignífugos… Sospechamos que eso es lo que hace que las bolsas compostables sean más tóxicas, pero tenemos que demostrarlo ahora. Nuestra investigación es una especie de toque de atención. Si ya tenemos un problemón con los plásticos, no creemos otro problema”.

¿Ecopostureo en Lego?

La credibilidad de los planes de las empresas que declaran su amor por lo verde está relacionada también con la transparencia. Desde Lego se insiste en que no se dan por vencidos y que están más comprometidos que nunca: en 2032 habrán conseguido hacer más sostenibles sus piezas y para ello han anunciado que triplicarán la inversión en sostenibilidad hasta los 1.400 millones de dólares (1.333 millones de euros) en los próximos años. ¿Una forma de ecopostureo?

La noticia coincidía con el nombramiento de una nueva directora de sostenibilidad: Annette Stube, un perfil que puede disipar los posibles recelos sobre los planes verdes de Lego.

Stube viene de dirigir la sostenibilidad de una empresa de materiales renovables, Store Enso, es presidenta de la ONG de defensa del medio ambiente WWF en Dinamarca, ha sido asesora durante años del Gobierno danés en temas de sostenibilidad y marcó el rumbo de la naviera Maersk en este terreno durante una década.

“Es una mujer muy capaz, muy de su tiempo y que marcó mucho la trayectoria de Maersk”, explica una persona que trabajó con ella. Esta licenciada en psicología diseñó los estándares de la naviera danesa en el reciclado de sus barcos, muy por encima de lo que pedía la industria. Su determinación por integrar la sostenibilidad en el desarrollo comercial del negocio ha quedado demostrada a lo largo de su carrera.

Los niños reclaman sostenibilidad

El problema de Lego es también de marca. Es complicado que una empresa de juguetes hable de “un futuro mejor para los niños” sin tomarse en serio la sostenibilidad de los materiales que utiliza. “Sabemos que esto es algo que preocupa a los niños y recibimos cientos de cartas cada año con ideas para ser más sostenibles”, señala la compañía. Son las generaciones más jóvenes las más sensibilizadas con la degradación del medio ambiente. Y el plástico tiene mala prensa.

“Tampoco se puede demonizarlo. Es un material maravilloso, muy versátil y útil para muchas aplicaciones”, apunta López Rubio. "El problema es que hemos hecho un uso tan masivo de él y una gestión tan penosa que ahora respiramos y comemos plástico a diario. "La estrategia es ir hacia una reducción de todos los plásticos de un solo uso”.

Un estudio de la Universidad de Newcastle (Australia) a petición de WWF asegura que ingerimos cinco gramos de plástico cada semana, el equivalente a una tarjeta de crédito. Otras investigaciones apuntan a que diminutas partículas de plástico llegan hasta el sitio más recóndito de nuestros pulmones. No solo están en los alimentos y el agua, también en el aire.

Para el reciclado todavía hay recorrido y margen de mejora. Puede haber otros métodos de procesado que conserven mejor las características originales. “Lo que quiere hacer Lego no es imposible, pero hace falta avanzar en la investigación”, opina la experta en polímeros.

Algunas cosas funcionan y otras no. Lo saben de sobra los que han jugado con Lego. En 1932, cuando Ole Kirk Christiansen arrancó el negocio, sus piezas eran de madera (y nadie hablaba de sostenibilidad tampoco). El centenario de la fundación de la empresa es el año elegido para conseguir encajar la pieza de la sostenibilidad en un negocio que sigue en manos de los nietos de Christiansen. Uno de los lemas del abuelo, recuerdan en la empresa, era: "Solo lo mejor es suficientemente bueno".